Lejos de la Navidad

Capitulo 8

«Espérame desnuda.»

Nicole se sonrojó cuando recordó el pedido de Evans y tomó el abrigo y se lo puso. Lamentaba no poder cumplir su pedido, pero el frío nunca había sido su aliado. Trató de no pensar en lo que significaba que hubieran dormido juntos. ¿Estaban saliendo? ¿Si comenzaban una relación, cómo funcionaría si ella vivía los Ángeles y él en Inglaterra? Frustrada y tratando de no sobre pensar demasiado, comenzó a recorrer las botellas de vino y a ordenar la sala. Se notaba a leguas lo que había pasado anoche entre ellos dos. Estaba de espaldas cuando escuchó cómo se abría la puerta principal.

—Regresaste bastante rápido, conseguiste la pasta—dijo ella aun de espaldas

—¿¡Quién diablos eres tú!?

Nicole se dio vuelta rápidamente y se encontró con una mujer abrigada de pies a cabeza que la miraba con odio.

—¿Quién es usted? —preguntó ella con la piel pálida.

La mujer, que llevaba un abrigo afelpado costoso, se introdujo a la casa en dos zancadas y la encaró.

—Oh no cariño, yo pregunté primero…—Replicó apuntado con su dedo de manera grosera la cara de Nicole—¿A caso eres una prostituta que Evans contrató para no estar solo en navidad?

La insinuación hizo que Nicole abriera la boca indignada.

—¿Qué rayos acaba de decir?

—No puedo creerlo—La mujer rodeo a Nicole y vio las botellas de vino apilada y algunas prendas íntimas sobre el sofá—Tuvimos una estúpida pelea y luego él se va y se acuesta con la primera zorra que ve.

—Señora no le permito que…

—¡Cállate! — vociferó sin darle tiempo a Nicole de digerir lo que estaba ocurriendo—Mira, Evans y yo estábamos en un momento tensó, peleamos, pero lo resolveremos, llevamos 2 años juntos y no voy a permitir que una zorrita de turno me arrebate eso, así que toma esto—La mujer tomó su bolso y le dio unos dólares arrugados a Nicole—Ahora toma un Uber y lárgate de nuestra cabaña.

Nicole tenía un horrible nudo en la garganta del tamaño de una pelota de tenis, estaba confundida, pero nunca le preguntó a Evans si tenía una novia o si estaba en una relación, ahora parada delante de aquella mujer se sentía patética, entonces recordó cuando Evans estaba al teléfono discutiendo con su hermanastro.

Sé que te dije que me quedaría en Londres con Karla, pero hubo un inconveniente

Pero que estúpida era, ¿Cómo había olvidado aquel nombre…? Aquella mujer debía ser Karla. Las ancianas tenían razón, aquella mujer, delgada, con un estilo parecido al de París Hilton era su novia, y ya habían venido a la cabaña antes, pero la prueba que enterró definitivamente sus esperanzas fue cuando diviso en la mano de la mujer, las llaves de la cabaña.

Fue así como entró. Ella tiene sus propias llaves.

—Ya llamé al Uber, recoges tus cosas y lárgate.

Nicole parpadeó de pronto y se llenó de ira de inmediato, recogió los billetes arrugados y se los tiró en la cara a la mujer

—No soy ninguna maldita Zorra—Replicó—Evans jamás me dijo que tenía novia

—Así son los hombres muñequita, unos tramposos. Ahora lárgate.

—Oh claro que me iré estúpida, pero no porque tú me estes echando, sino porque no quiero que Evans me encuentre cuando regrese del supermercado.

Nicole reprimió el deseo de querer desgreñar a la rubia y arrastrarla por toda la sala, cuando está le volteo los ojos en blanco. Así que, como pudo, alzó el mentón con dignidad, pasó al lado de ella con tranquilidad, fue a la habitación, recogió sus cosas con calma, tomó su abrigo, se cambió y se fue de la cabaña como vino. Caminando. Afortunadamente, el Uber que mandó la flacucha rubia estaba doblando el sendero y pudo tomarlo, al principio su orgullo se lo impidió, pero cuando la nieve fría mojó de nuevo sus medias caras, no tuvo otro remedio que abordarlo.

—¿Disfrutó sus vacaciones señorita? —Preguntó el chofer amablemente.

Entonces, la fingida calma de Nicole se quebró. Lloró al darse cuenta de que, una vez más, se encontraba sola y con el corazón roto en Navidad.

****

La sonrisa de Evans murió cuando al gritar el nombre de Nicole esta no respondió. Volvió a gritar su nombre y dejo las compras en la barra del desayuno, esperando que ella saliera de la habitación, pero cuando el silencio seguía rondando la cabaña, Evans se asustó.

—¿Nicole?

—Así que así se llama la zorra con la que te acostaste.

Evans dejó caer las rosas y giró su cuerpo para encontrar a Karla sonriéndole, la mujer a pesar del clima llevaba una camisola bastante fina que transparentaba sus pechos.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí, Karla? ¿Dónde está Nicole?

—Uy…que recibimiento tan cálido…—Karla se acercó y con su dedo trazó el pecho de Evans en un gesto coqueto—¿Ya se te pasó el enojo?

Evans quitó su mano de su pecho y la retuvo hasta que Karla se quejó de dolor.

—¿Enojo? Te recuerdo que terminamos…Tú me terminaste y yo estuve más que de acuerdo. Ahora responde la maldita pregunta ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Dónde está Nicole?




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