Lejos de la Navidad

Capitulo 9

Un año después.

Nicole se estremeció ligeramente mientras su mejor amiga, Diana, le contaba por décima vez sus planes para Navidad.

—Haremos galletas, cantaremos villancicos y decoraremos el árbol de Navidad —anunció Diana con el mismo entusiasmo contagioso de siempre.

Nicole fingió una sonrisa mientras terminaba de firmar su último libro. La editorial estaba organizando una firma de autógrafos, y ella tenía que dejar algunos ejemplares listos de antemano. Todavía le resultaba difícil procesar el éxito de su más reciente novela. La había escrito en medio de noches llenas de lágrimas, tequila y resentimiento, dándole un giro final que ni ella misma esperaba, pero que había sentido necesario.

Cuando su editora le informó los impresionantes números de ventas, le costó creerlo. Por primera vez, uno de sus libros encabezaba la lista de los más vendidos del New York Times. Aquello no solo le trajo un alivio económico, sino también la posibilidad de mudarse a un lugar mejor y, sobre todo, el reconocimiento que siempre había soñado.

—¿Quieres pasar la Navidad con nosotros este año? —preguntó Diana de repente.

El bolígrafo de Nicole se detuvo en seco, y su sonrisa, tan bien ensayada, se congeló por un instante. Aunque ya no sentía la misma aversión hacia la Navidad, seguía siendo un tema delicado para ella. Sin embargo, había hecho progresos; este año incluso había comprado un pequeño adorno de reno para la puerta de su casa. Para alguien como Nicole, aquello era casi un acto de valentía.

—Dios, tu cara ahora mismo es un poema—Se rio Diana—Tranquila, sé que no te gusta mucho el ambiente festivo de la navidad así que no te obligaré a pasarla conmigo y mi familia este año…Pero—se levantó y camino hacia Nicole con una sonrisa gigantesca y le extendió un par de boletos—Este año no te quedarás sentada en tu casa frente la pantalla de tu portátil.

Nicole arrugó el entrecejo y leyó con cuidado el titulo

—¿Un musical?

—Tranquila, no es de Navidad.

Nicole, pese a que nunca le habían interesado los musicales, sonrió.

—Muchas gracias, Diana. Iré a verlo.

Más tarde, Nicole se arregló y fue a ver decidida el musical. Las calles estaban desbordadas de personas que buscaban desesperadamente el regalo perfecto para sus hijos, sobrinos, padres y amantes. Nicole no hizo amago de ponerse triste o de pensar en el pasado. Había decidido dejar ir muchas cosas, entre ellas a Evans. Le había dolido, a pesar de que solo estuvieron dos días juntos. Nicole llegó a sentir por él un deseo inequívoco de anhelo y amor que, muy tristemente sabía, no podría sentir con nadie más. Pero las veces que lo recordaba, solo lo hacía como un espejismo, como algo que jamás podría suceder en la vida real. Se consolaba pensando que, si hubieran pasado más días juntos, el hechizo del espejismo se hubiera roto y Evans hubiera sido otro chico más. Porque, pese a su traición, los días que había pasado con él fueron los mejores de su vida.

Una hora más tarde, Nicole descubrió que los musicales no eran lo suyo, trató de ver el resto del musical, pero ver a personas disfrazadas de gatos cantando no eran algo que ella considerara muy entretenido. Cuando dieron el descanso de 20 minutos, tomó su abrigo y se marchó.

Tras 20 minutos tratando de conseguir un taxi, Nicole decidió caminar. Sus tacones no eran muy altos y el clima era agradable, así que no era inconveniente para ella. Afortunadamente en Los Ángeles no nevaba. Llevaba 10 minutos caminando cuando le llamó la atención unos carteles que anunciaban una exposición de arte en las afueras de un edificio alto. Decidida, cruzó la calle y llegó hasta las puertas del edificio. Había una larga cola de personas esperando, pero la mánager la reconoció por ser amiga de su editora y la dejó pasar sin necesidad de hacer fila. Ya adentro, el ambiente era bastante ameno. Había muchas personas y parecía que el artista era nuevo en Los Ángeles, porque decían que era la primera vez que exponía en la ciudad. Sin embargo, pasó algo extraño. Justo después de quitarse el abrigo y tomar un sorbo de la copa de champán que había conseguido de una mesera, las personas empezaron a observarla con interés y a cuchichear a sus espaldas. Trató de disimular su incomodidad, pero a donde iba era lo mismo.

¿Tendré algo en los dientes?

Entonces supo por qué. Allí, sobre la pared, en un cuadro de 27x22, estaba un retrato. Su retrato, para ser más exactos. El trago de champán se le atoró en la garganta y tosió varias veces por la impresión. El cuadro en cuestión era ella con el vestido lavanda que se había puesto en la cabaña, estaba sobre sus rodillas sosteniendo entre sus manos una bola de Navidad rota... Su rostro mostraba una tristeza infinita y una agonía aplastante. El cuadro se llamaba "Navidad Rota" y Nicole se sintió muy expuesta.

—¿Quién…Quién es el pintor? —Balbuceó a nadie en particular.

Giró su rostro y varias veces, pero no vio a nadie. Pestaño varias veces y agachó la cabeza avergonzada, el cuadro era hermoso, pero mostraba su tristeza y decepción en cada navidad, y eso era algo muy privado para ella.

—Yo soy el pintor. —Pronunció alguien a sus espaldas y Nicole cerró los ojos asustada.

No podía ser verdad. No podía ser él.

Nicole dio media vuelta y trago en seco cuando lo tuvo de frente, los separaban más de un metro, pero Nicole sentía que lo tenia justo en sus narices.




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