Lejos de las rejas

CAPÍTULO 9 - Te joderé la existencia

—¿Mery? — llamó mi abuela asomando su canosa cabellera por el balcón.

—¡Abuela! ¿Qué haces despierta? — la regañé, tenía los pies descalzos; el piso aún se conservaba frío por la mañana. — Venga, la llevo al cuarto. Sabes que no puedes salir sin antes ponerte medias.

Keith se acercó a nosotras, me ayudó a llevar a mi abuela de vuelta al dormitorio. La sentamos en la cama al llegar, entonces le coloqué las medias… Al percatarme de que se bañó sola también, puesto que no se secó bien y llevaba parte de la ropa mojada.

Abuela, ya le he dicho que no se bañe sola. Puede resbalarse, además, mientras esté aquí puedo ayudarla con eso.

—Ay mijita, no seas tan exagerada.  Estoy mayor pero puedo bañarme sola— se rió.

—Ajá, ¿y la vez que casi se desnuca en la regadera? — inquirí.

—No recuerdo eso Mery, ya déjate de inventar tonterías. Esta vieja aún puede noquear jovencitos.

Keith echó una risilla, risa que fue captada por la abuela. Ella nos miró a ambos con picardía.

—Oh, mi nieta ya tiene novio ¿y no me lo había dicho?

—Abuela él no es…

—Sí, hola ¿señora…?

—Rosa, pero puedes decirme abuelita Rosita. Vaya usted si es guapo mijito, eres muy afortunado de tener a mi nieta. Es una chica muy bonita e inteligente, ¿no es así?

—Así es Abuelita Rosita — sonrió.

—Abuela creo que estás en un error, este señor no es…

—Mery, no me interrumpas ahora. Quiero hablar un poco más con el muchacho.

Me crucé de brazos molesta, la abuela se veía tan feliz con la noticia del supuesto novio que no pude explicarle la situación. Lo hizo sentarse en la silla, ambos hablaban tan alegremente que me dieron ganas de darle una patada en la cabeza a ese estafador.

—A ver niño, acérquese un poquito más para ver esos ojitos — tomó su cara entre sus manos para examinarlo. —Vaya, tienes unos hermosos ojos grises que han sido herido muchas veces, pero que no pierden la esperanza de encontrar el amor.

Me ahogué con mi propia saliva al escuchar eso, la abuela era exageradamente perceptiva. Por eso siempre evitaba verla a los ojos, Keith por otra parte se puso un poco ¿nervioso? Ya que su siguiente gesto fue rascarse la nuca. La abuela soltó su rostro, parecía guardarse un chiste privado en cuanto me vió a mí de reojo.

—Y cuéntame jovencito, ¿cómo conociste a mi nieta?

—En un avenida, gracias a un accidente — volvió a reírse. — Su cabello quedó atrapado en la cremallera de mi pantalón.

Sentí un calor subir a mis mejillas, no podía creer que le haya contado la verdad. Ambos se carcajearon estruendosamente.

—No me sorprende, Mery siempre ha sido una chica graciosa. Cuando era niña se le cayó el pantalón frente al…

—¡Abuela! — exclamé ya muy avergonzada, no podía creer que estuviese a punto de contarle eso a Keith.

—¿Frente a quién?

—Abuela, no le vayas a decir eso, ¡por favor!

—Ay Mery, igual es algo que ya pasó hace mucho. Además tu novio no te va a dejar por contarle una anécdota tuya — echó un suspiro, entonces prosiguió. — Se le cayó el pantalón frente al chico que le gustaba, ese día llegó hasta mi casa a llorarme en las piernas que hizo el ridículo frente a él.

Abrí mi boca en una “O” gigante. Keith me lanzó una mirada de que una vez fuera de aquí se burlaría de mí.

—Veo porque te gusta mucho Mery.

—Sí… siempre me hace reír — confesó él de forma sarcástica.

—Bah.

—Me alegra muchísimo saber que mi niña tendrá compañía de ahora en adelante, ya me estoy haciendo vieja y sé que no me queda mucho tiempo.

—Abuela ¿Cómo puedes decir eso? Claro que te queda mucho tiempo, aún tienes muchas cosas que ver y…

—Mery, una anciana sabe cuándo es su tiempo. Y no te sientas tan triste, porque cuando llegue ese momento me iré feliz, tranquila de haber tenido una nieta tan hermosa y buena como tú.

Me tragué mi llanto, tenía que verme fuerte frente a la abuela. No quería hacerle ver qué estaría mal cuando ella no estuviera aquí. La abracé muy fuerte, tenía que conseguir ese trabajo del que me habló Magaly como fuese, si quería que la abuela viviese conmigo. Yo cuidaría de ella, y ya no tendría que estar aquí con personas que no conoce. 

Keith me observó desde su asiento, no pude descifrar su expresión.

Keith se quedó un rato con la abuela mientras yo me daba una rápida ducha, me puse un corto vestido con vuelo de tiritas color blanco, unas sandalias de tacón bajo y salí. La abuela estaba casi lista, peiné su bello cabello platinado… mis rizos salvajes fueron heredados gracias a ella, mi padre siempre me decía que de joven mi abuela era muy hermosa, yo siempre quise ser tan bella como una vez ella lo fue. En cuanto terminamos, avisé a la enfermera que la sacaría a pasear. Tal y como se lo prometí, mi meticuloso plan consistía en irme con ella en Uber… pero ese hombre con ayuda de mi abuela no me lo permitió.

Estaba tan molesta.

¿Por qué se empeñaba en estar conmigo? ¿no había sido lo suficientemente seca?

Tendría que ser el doble de insoportable pero para quitármelo de encima, tal vez si me comportaba como una niña sin clase alguna se alejaría de mí rápidamente. Claro… ¿cómo no lo pensé antes?                   

Los tres nos montamos en el coche, mi abuela se sentó en la parte del copiloto y yo me quedé atrás. Ambos venían muy alegres riéndose de diferentes anécdotas vergonzosas de mi infancia.

—¿Así que Marisol siempre salía en bragas a la casa de su vecino?

—Jajajajaja, así es. Era muy graciosa, estaba enamorada de su vecinito, en ese entonces tenía unos diez años. Ya estaba grandecita pero ella no comprendía lo que era la vergüenza. — suspiró conteniendo otra carcajada.                                       

Yo me encontraba cruzada de brazos matándolo con la mirada a través del retrovisor; ya vería cuando nos bajáramos del coche, esto era la guerra.             



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En el texto hay: comedia, chicossexys, picante

Editado: 27.11.2021

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