Lejos de reconocer

Capítulo 04: La disco

Muevo la mano con prisa y torpemente choco con la mesa haciendo que el mouse caiga al suelo desarmándose. La batería y la tapa quedaron esparcidas por el piso, así que tomo ambas piezas volviéndolo armar para entonces cliquear la ventana del Facebook, pero sin querer la cierro. Cargo la página de nuevo y aparece el tonto dinosaurio que indica que no hay red.

Pudiera revisar la conversación desde mi celular, pero justo hoy lo olvidé en el departamento.

Solo queda esperar a que el internet regrese…

Coloco los dedos sobre las flechas del teclado y comienzo a saltar los cactus del juego del dinosaurio mientras creo innumerables teorías acerca de lo que me pudo responder Amanda; seguro me dice que está arrepentida, que desea volver y casarse conmigo.

Ja, ja, ja no seas tan ingenuo Carlos.

¡Cállate!

¡Es que sueñas demasiado, y no me callaré!

Ya me volví loco.

Cuando llevo cinco mil puntos el internet vuelve; el Facebook carga y abro el chat.

Amanda no escribió ni una palabra, ni una sola letra, a pesar de que le he dejado testamentos en el chat; por el contrario, me respondió con un link de un video y pues le doy clic.

El enlace me envía a YouTube y es una canción que tiene por título “tú no eres para mí, de Fanny Lu”. El nombre lo dice todo, pero como no recuerdo haberla escuchado antes, la reproduzco y la oigo con atención.

Aprieto los labios y asiento luego de terminarla de escuchar, presté atención a cada palabra y ahora no sé qué sentir o decir, pero algo está claro y es que quería una respuesta y eso obtuve. Ella no piensa volver y me detesta por completo.

Doy una sonrisa de boca cerrada y minimizo todas las pestañas, luego voy al escritorio y abro un juego instalado en la computadora y paso gran parte de la madrugada jugando.

__________________________________________________________________

—¡Carlos! —escucho una voz mientras me toman del hombro y me sacuden, parece Verónica.

—¡Carlos! —la vuelvo a escuchar, abro los ojos y veo la luz del sol entrar por la ventana.

—¡Carlos despierta! ¿Sabes dónde están los informes?

—Los tiene Verónica —hago un esfuerzo enorme para hablar, tengo la cabeza sobre el escritorio y hay un charco de baba que hace contacto con mi mejilla.

Suelta una pequeña risa —yo soy Verónica, ¿Estuviste bebiendo? —levanto la cabeza y ella tiene puestas las manos en la cintura y está alzando una ceja.

Bostezo y estiro los brazos —no Vero, no bebí. ¿Cómo se te ocurre que haré eso en el orfanato?

—Entonces dime, ¿Dónde están los informes?

—Por allá —señalo una mesa al fondo de la habitación que tiene unas carpetas de color marrón apiladas.

Camina hasta ellas y hojea las carpetas —sí, estos son.

Me levanto de la silla —iré a la habitación a descansar Vero —froto mis ojos, giro el pomo de la puerta y salgo de ahí.

Al llegar al cuarto me lanzo en la cama y tomo la almohada abrazándola. ¡Qué agradable se siente este colchón y las cobijas frías sobre mi piel!

__________________________________________________________________

Me despierto luego de un rato y toco mi espalda baja sintiendo un dolor en las vértebras lumbares, además me pesan los párpados y la fatiga invade mi cuerpo, al parecer no puedo trasnocharme igual que cuando era más joven. Salgo de la habitación y voy a la cocina ubicando de forma inmediata la cafetera con la luz del bombillo rojo encendida, lo que indica que acaban de preparar café. Tomo una taza y me sirvo, al hacerlo unas cuantas gotas caen fuera del recipiente y manchan la cerámica del mesón por lo que agarro una toalla para limpiarlo. En ese instante escucho unos pasos acercarse.

—Hola, ¿Si lograste descansar?

—Un poco Vero, ¿Qué tal tu día?

—Pues todo estuvo de maravilla, aunque mañana debes ayudarme a revisar unas cuentas.

Asiento —ok, mañana nos ponemos en eso.

—¿Qué harás hoy? —toma una silla de la mesa redonda ubicada en el centro y se sienta.

—Nada fuera de lo común —alzo los hombros —ir a mi departamento y acostarme a dormir.

—¡Qué aburrido! —sonríe —te tengo una propuesta que no puedes rechazar —su expresión es pícara.

Rasco mi cabeza —¿No querrás venderme un tiempo compartido?

—Ja, ja, ja, no.

—¿Entonces? —tomo un sorbo de café.

—¡Vamos a la discoteca!

Arrugo la cara —no estoy de ánimos para ir, así que tendré que rechazar tu propuesta.

__________________________________________________________________

Unas horas más tarde estoy en la discoteca…

Menos mal no ibas a venir.

Me encuentro junto con Verónica, Camilo y Tatiana. Estamos sentados en una mesa de forma circular con unos asientos de cuero que son bastante cómodos. Tatiana se levanta y me hago a un lado para que pueda salir, al parecer va al baño.

—¿¡Por qué no me dijiste que Tatiana iba a venir!? —me duele la garganta por gritar, pero la música está muy alta y no tengo opción.

—¡Porque si te lo decía no ibas a venir! —Vero se toma un trago.

—¡Vamos Carlos, anímate! ¡No puedes estar despechado toda la vida! —Camilo mueve las manos y me da una palmada en el hombro.

Yo no estoy despechado, no sé por qué afirma eso. —¡Sí! —doy un sorbo al trago —¡Quizás tienes razón!

En unos minutos Tatiana llega del baño y se sienta a mi lado, yo frunzo el ceño y la observo pues queda muy cerca de mí.

—¡Vamos a emborracharnos hoy! —grita y alza las manos cuando un mesero nos deja una botella en la mesa.

No sé qué tipo de licor es, pero el mesero sirve cuatro shots que espumean al chocar contra el recipiente y luego los reparte. Todos agarran su vaso y se lo beben de un solo trago, yo los observo y para no quedarme atrás hago lo mismo.

Frunzo el ceño, cierro los ojos y saboreo mi boca. ¿Qué acabo de beber? ¿Acaso es gasolina?



#12450 en Novela romántica
#7177 en Otros
#1152 en Humor

En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.