Lejos de reconocer

Capítulo 09: La reunión

Carlos

Al meter la mano en el bolsillo de mi pantalón siento la textura de una pequeña bolsa plástica proveniente de un dulce, ese residuo lleva semanas ahí y siempre olvido arrojarlo al bote de basura. Aprieto el botón de mi teléfono encendiendo la pantalla y al ver la hora noto que llegué treinta minutos tarde a la reunión porque luego de hablar con Víctor tuve que hacer unas diligencias que me llevaron más tiempo del que pensé. En mi apuro abordé un taxi, ya que, mi auto lo dejé parqueado en el orfanato pues fue Verónica quien me llevó esta mañana al centro de rehabilitación.

Algo que detesto de llegar tarde a alguna reunión, fiesta o lo que sea es tener que saludar a cada persona. Por suerte me salvé de esa situación social pues Raquel (la directora del orfanato) ya había comenzado y ahora está hablando mientras que con un puntero láser señala una proyección en la pared detrás de ella.

El salón donde por lo general realizan estas reuniones es amplio y las sillas están ordenadas en forma de cuadrado siguiendo la rectitud de las paredes con excepción del espacio que se usa para proyectar. Permanezco sentado en el último puesto muy cerca de la puerta y puedo notar los rayones que los espaldares metálicos de las sillas han hecho en la pared, una mano de pintura será suficiente para hacerlos desaparecer del muro.

En la habitación hay alrededor de veinte personas incluyéndome, todos son voluntarios del orfanato, no obstante, otros si trabajan aquí devengando un sueldo. En una de las esquinas observo a Vero sentada con las piernas cruzadas al lado de Camilo y Tatiana.

Raquel continúa de pie en medio del lugar hablando. Es una mujer de cincuenta años que usa gafas y tiene un lunar en su mejilla izquierda, su cabeza la adorna un moño que recoge todo su cabello en la parte de atrás, además lleva puesto unos tacones negros con una falda gris hasta las rodillas y una camisa blanca de mangas largas.

Me recuesto al espaldar de la silla y presto atención a cada palabra porque la verdad he estado muy desconectado de la situación del orfanato y deseo ponerme al día. Con el tiempo que ha pasado ya es hora que acepte las cosas y siga con mi vida.

—Entonces como pueden ver en esta gráfica —señala con el láser la proyección —no contamos con el dinero para cubrir las necesidades del orfanato pues solo queda presupuesto suficiente para solventar los gastos de unos seis meses aproximadamente —toma aire y aprieta los labios.

Una chica levanta la mano, Raquel asiente y le señala dándole la palabra —¿Y si pedimos dinero al estado?

—Verás Erika —hace una pausa —sé que tienes poco tiempo con nosotros y quizás por eso no conoces el funcionamiento —junta las manos —pero aquí tratamos de ser autónomos, es decir no dependemos del estado para ejercer nuestras funciones en la sociedad. Claro que en vista de las circunstancias y dado que no tenemos opción —sonríe y recorre con la mirada a todos los que ahí están —me tomé el atrevimiento de llenar la solicitud para que los entes gubernamentales evalúen nuestra situación, entonces esta misma semana tendremos la visita de un supervisor que será el encargado de examinar todo el orfanato, de él dependerá la aprobación de los recursos.

—¿Y si no nos aprueban los recursos? —Erika mueve las manos y su pregunta causa murmullos.

—Si eso llegase a suceder —acomoda sus lentes —me temo que el orfanato Sonrisas tendrá que cerrar sus puertas y en menor instancia enviar a los niños a otros orfanatos, hogares temporales o pasar a ser una institución pública, es decir dejar que el estado dirija este lugar.

Los murmullos de hace un momento quedan en pañales delante de los que aparecen después de esas palabras.

—No podemos permitir eso —me levanto de la silla diciendo que no con la cabeza y haciendo que todos guarden silencio —el orfanato no puede cerrar y enviar a los niños a hogares temporales, no es una opción. También me niego a ceder el manejo de esta institución al estado porque en pocos años este lugar se vendría abajo con sus políticas.

—Lo sé Carlos —asiente con la cabeza —pero como te habrás dado cuenta en los informes que realizaste con Verónica —ella los hizo sola, tengo mucho tiempo que no reviso las cuentas —no tenemos dinero para cubrir los gastos, solo queda el suficiente para seis meses y no contamos con más donativos hasta la fecha.

Enmudezco y me siento lentamente. Debo decir que estoy preocupado, no sabía que las cosas marcharan tan mal. Tampoco quiero que el estado tome posesión de este lugar, pero quizás esa sea la mejor opción.

Continúo escuchando las opiniones de los presentes en la reunión mientras meto las manos en mis costados aplastándolas bajo los brazos porque mis dedos están helados. Observo el aire acondicionado a mi derecha y noto que está en los grados más bajos, para mi suerte el control esta sobre una silla a mi lado y tomándolo ajusto la temperatura.

Raquel toma de nuevo la palabra luego que todos hablaran, ella prosigue explicándonos la situación, pero esta vez haciendo hincapié en que la cantidad de niños que tenemos se ha incrementado en los últimos meses y que, por el contrario, son pocos aquellos infantes que adoptan y logran conseguir una buena familia.

La reunión finaliza y en la atmosfera predomina un aire de pesadez pues los semblantes de cada uno hablan por sí mismo. A todos nos encanta ayudar en este orfanato y perderlo tendría un gran impacto.

Vero está todavía en la esquina hablando con Tatiana y Erika mientras abraza unas carpetas con sus manos igual que una universitaria que sostiene sus libros. Le hago una señal alzando la mano y ella viéndome comienza acercarse.

—¿Cómo está Víctor? —arregla su cabello.

—Él está bien, no te preocupes —en realidad no sé qué hacer con mi hermano, pero un problema a la vez —vamos a la oficina, necesito hablar contigo.



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Editado: 10.12.2023

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