Lejos de reconocer

Capítulo 18: Felicidad

Decir que estoy feliz se queda corto, esto es más que felicidad y no puedo dejar de sentirme así. El corazón me brinca en el pecho, mis manos aún tiemblan y una sonrisa está plasmada en mi rostro, parece que me hubiera ganado la lotería.

La celebración en el comedor del orfanato cesó, pues, ya los niños se han marchado para realizar sus respectivos deberes del día y Tatiana junto con Erika se levantaron de la mesa hace unos segundos. Camilo se alegró tanto como yo por la noticia, pero hora toda su atención está centrada en su celular, de reojo observo que mueve su dedo pulgar hacia la izquierda y derecha pasando de un perfil a otro en una de esas apps de citas.

¿Verónica habrá revisado su correo?

Yo no leí con detalle el correo porque me bastó con las primeras líneas donde nos felicitaban por clasificar en el concurso. En silencio salgo del comedor para buscar a Verónica cuando la veo caminando por el pasillo recogiéndose el cabello en un moño de tres vueltas.

La cerámica hace que la suela de mis zapatos se resbale hasta ella y me le lanzo encima rodeándola con mis brazos y cargándola mientras doy giros, por su expresión de incógnita me doy cuenta de que no sabe por qué actúo así.

Detengo el giro y la bajo de mis brazos —¿Por qué tan alegre?

—¡Clasificamos en el concurso! —la tomo del rostro con ambas manos apretando sus mejillas y sonrío mirándola a los ojos.

—¿¡De verdad!? —se forma una sonrisa en su cara.

—¡Sí!

Por un momento olvido lo incómodo que habían estado las cosas desde esta mañana y ella también lo hace. Se lanza sobre mí como una niña que recibe a su padre cuando llega del trabajo y en medio de la emoción nos abrazamos dando más vueltas.

Luego de terminar de celebrar ella saca su celular y yo el mío y nos enfocamos en leer muy bien todo el correo, las reglas, condiciones y demás pautas establecidas. Hacemos esto mientras la acompaño al comedor.

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El día continuó su curso y las emociones que había en un principio han menguado. Estoy en el cuarto de vigilancia en compañía de Felipe que ya se reincorporó al trabajo y espero que Vero llegue porque tenemos que grabar un video.

Así es, un video… Eso nos informaba el correo, se trata de una presentación que deben realizar cada pareja que clasificó en donde hablarán un poco de sus vidas, al igual que las razones que los llevó a participar en el concurso.

Aparte de eso hay que tomarnos una foto con una vestimenta elegante y que enviaremos por correo. En estas competencias el talento es una parte importante, pero de nada sirve si no hay una historia triste de fondo.

Causa gracia pensarlo, pero es la verdad, he visto muchos reality shows para corroborarlo. En todas las competencias, sin importar el tipo, los participantes siempre tienen una historia triste que cuentan de forma dramática.

El drama les da audiencia.

Vero y yo tenemos planeado hablar un poco de nuestra amistad y luego abordaremos el tema del orfanato. Espero que podamos grabar todo lo que necesitamos esta misma noche porque debemos enviar el video a más tardar el martes.

Estoy moviendo los dedos sobre la mesa al ritmo de un caballo cuando mi atención se centra en el giro de la manija de la puerta y por la suavidad con que se mueve, no tengo que ser adivino para saber que es Vero. Las cosas entre nosotros siguen “normales”, pero ahora intenté tocarle el tema del beso y fingió que no me escuchó.

La puerta termina de abrirse y ella entra, la detallo de pies a cabeza, su cabello está suelto y es más largo de lo que parece cuando lo trae recogido. Un hermoso vestido azul posa sobre su cuerpo y le queda unos centímetros por debajo de las rodillas.

Vero.

Hazme un hijo.

Mis pensamientos están muy descontrolados últimamente.

Sonrío pícaramente mientras continúo observándola —¡traje la cámara! —ella alza la mano para mostrarla.

Agito la cabeza para salir del estado de hipnotismo en el que me tiene su belleza —genial —me levanto y arrastro dos sillas de madera frente al pequeño set de grabación que construí.

—Antes que comencemos a grabar —me interrumpe —no tuve tiempo de cenar —hace una mueca de disgusto.

Vero luce lindísima y aunque acordamos vestirnos elegantes para grabar, siento que trata de enviarme un mensaje. No comprendo bien a las mujeres, en ocasiones he tardado hasta tres años en captar sus indirectas, sin embargo, creo que me está insinuando que la invite a cenar.

—Está bien, yo tampoco tuve tiempo porque hasta hace unos minutos estuve escogiendo las fotos de los niños que utilizaremos para el video —asiento y rasco la parte de atrás de mi cabeza —¿Quieres ir a cenar?

—No, tranquilo —dobla su muñeca no dándole importancia —ya quedé con alguien y de hecho me está esperando afuera —señala la salida.

¿Y cómo es él? ¿A qué dedica el tiempo libre?

Como siempre la respuesta que doy no es acertada.

¡Soldado caído! ¡Soldado caído! Siento una sensación de molestia que no entiendo —perfecto —sonrío y expando los ojos — entonces yo pediré algo para comer.

Observa la hora en su celular —de acuerdo, nos vemos en una hora para grabar —guarda el celular en su bolso y sale de la habitación.

Tomo asiento y pongo la mano en mi mentón ¿Con quién va a salir así tan arreglada? Creí que estaba así de linda para grabar el video, de hecho, yo también me puse mi mejor traje.

No aguanto la curiosidad de saber con quién va a salir, por lo que salgo lo más rápido que puedo de la habitación para ver por la ventana del lobby.

Cruzando el pasillo me patino y caigo al suelo golpeándome las rodillas y ensuciando mi pantalón, ignoro el dolor y me pongo de pie para ver por la ventana. Solo logro verla cuando se sube a un auto que me resulta familiar, pero no lo distingo bien.



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En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

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