Lejos de reconocer

Capítulo 24: Vergüenza secreta

Siento mi estómago rugir mientras me encuentro en la mesa esperando por mi comida hasta que una de las ayudantes del chef me trae una sopa como entrada. Algo muy extraño en estas personas que cocinan es que no hablan, no hacen gestos, casi ni parpadean, sino fuera porque veo sus hombros moverse hacia atrás cuando respiran, jurarían que son robots.

Qué miedo esta gente.

Varios de los participantes ya terminaron de comer, en la mesa solo estamos Vero, Javier, Estela y yo. Verónica está sentada frente a mí con Javier a su lado, en ciertos momentos la observo y noto que evita hacer contacto visual conmigo.

Estela, por otra parte, está a mi lado hablando de cosas que no entiendo con Javier.

Los ayudantes robots colocan los platos fuertes frente a nosotros. El olor que emanan es delicioso, se trata de un cerdo en salsa de leche, vegetales salteados y panes tostados. Tomo mi cubierto dando gracias y comienzo a comer.

—¡Está divina la comida! —Estela se saborea los labios —gracias chef —toma otro trozo de cerdo.

El chef asiente desde la cocina y no dice ni una sola palabra.

—¿Cómo se prepara esta receta? —pone una mano en su pecho.

El chef se retira de la cocina ignorando su pregunta.

—Me extresan las personas que no hablan —voltea los ojos.

—¿Por qué están tan callados? —Javier mira a Vero y luego a mí.

—No me gusta hablar mientras estoy comiendo —mi tono de voz es serio.

Estela junta las manos sobre la mesa —si están molestos conmigo les pido disculpas, no fue mi intención interrumpirlos —toma el tenedor y lo mueve mientras habla —no sabía que eran novios.

Vero bufa —no somos novios —alzo las ceja y asiento —somos amigos.

Uy perdón señorita.

No pensé que te desagradaría tanto la idea de ser mi novia.

Sonrío —no, no lo somos, a Vero le da miedo intentarlo.

—¡Oohh! —dice Estela —¿Es decir que tú si quieres y ella no?

Yo levanto los hombros varias veces no dándole importancia.

Vero apoya los codos en la mesa y sostiene su cabeza con la mano —desde que lo conozco ha tenido innumerables novias, lo triste es que siempre lo dejan.

Javier ríe y luego toma el vaso de jugo —incómodo —dice antes de beber.

Asiento y sonrío —sí, mi lugar siempre ha sido la friendzone.

Estela gira a verme y su mirada me sigue de pies a cabeza —se nota —acomoda su cabello —es por eso que yo le doy rienda suelta a mis deseos —agita su dedo —nada de complicaciones, ni de enamorarse como una estúpida.

Rasco mi cabeza y bufo mientras continúo comiendo tratando de ignorar todo a mi alrededor, mi pie brinca como si tuviera un resorte debajo y picando el cerdo con el cuchillo me apresuro a terminar el platillo. Tomando el último trozo de la carne, que por cierto estaba bien tierna, me levanto de la mesa y voy al fregadero, de repente uno de los ayudantes del chef (el lavaplatos supongo) aparece a mis espaldas sorprendiéndome, sin que yo le diga nada toma mi plato, cubiertos y vaso y comienza a lavarlos.

Qué buen servicio prestan estos robots.

Cuando me dispongo a salir de la cocina veo a Javier susurrándole algo al oído a Vero y aprieto el puño y los dientes.

Toso —Vero —ella no me oye y comienza a reírse de lo que sea que le dijo Javier.

Yo soy el único que puede hacerte reír.

Toso más fuerte —¡Verónica!

Ella voltea —¿Qué pasa?

—Te espero para que sigamos ensayando.

—Sí, sí, tenemos que reposar, en unos minutos voy —ella sonríe y continúa hablando con Javier.

Tengo unas ganas enormes de agarrarla por el brazo y traerla conmigo.

Carlos cálmate.

Cálmate, la palabra que ha calmado a menos personas en la historia. Respiro profundo y salgo del comedor para ir al cuarto de ensayo. Evandro ya llegó y está sentado en una silla viendo unos videos de baile en la laptop. Se percata de mi presencia y me hace una señal con la mano para que me acerque a él.

—Añadiremos estos pasos a la coreografía —señala el video.

Doy una sonrisa de boca cerrada —está bien.

Voy a una esquina de la habitación y me siento en el piso con las piernas cruzadas. Pienso en la conversación en el comedor, lo que dije y lo que ella dijo, además de la agradable charla que mantenía con Javier.

¿En qué momento se hizo amigo del cretino de la cafetería?

Un dolor punzante se forma en mi estómago, me toco mientras me retuerzo y me levanto del suelo. Mis intestinos dan vueltas y hacen que yo haga lo mismo.

Salgo de la habitación en dirección del baño que está en mi cuarto.

¿Qué tenía ese cerdo? ¿Laxante?

El dolor es tan fuerte que camino inclinado como un adulto mayor con molestias en la columna. Llego finalmente a mi habitación y entro al baño, me siento en el escusado y me rodeo la barriga con ambos brazos.

El alma se me va a salir del cuerpo.

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Aún sigo sentado en el escusado y me encuentro mejor, no me he levantado porque quiero asegurarme que no me volverá a doler el estómago. Limpio el sudor de mi rostro con una toalla colgada en la pared frente a mí.

Saco mi celular del bolsillo del calentador y comienzo a entretenerme viendo las redes, entonces inclino mi mano hacia atrás para tomar el papel higiénico y no lo consigo.

¡No hay papel higiénico!

¿Por qué la vida me odia?

Me pongo a pensar que puedo hacer, pues, no quiero llamar la atención de nuevo y perder mi dignidad ante las cámaras.

Vero.

Es la única opción que tengo.

Estaba molesta conmigo, o no sé, pero cuando almorzamos no era ella misma.

¿Me baño?

Me encuentro muy sudado por el entrenamiento y luego de esta experiencia estoy transpirando aún más. No es una opción, podría quedarme con la boca torcida al tocar el agua que sale demasiado fría y para completar el calentador no funciona, además no quiero ni imaginarme los encabezados.



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En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

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