Lejos de reconocer

Capítulo 28: Sentimientos revelados

Y no, no fuimos al duelo de baile porque nuestra puntuación final fue de veinte y dos puntos, mientras que la de Mateo y Judite fue de veinte y uno. Cuando vi en la pantalla el puntaje al lado de nuestros nombres pude respirar profundo como no lo había hecho desde que comenzó la gala, los músculos de mis hombros al fin se relajaron y mi pulso se normalizó.

Luego de batallar en el duelo, la pareja que tuvo que abandonar la competencia fue la de Mateo y Judite. Entonces fueron a sus habitaciones, recogieron sus cosas y partieron de este lugar, después el show acabó y pudimos descansar.

Verónica salió huyendo tan rápido de la sala de descanso a su habitación que no pude enfrentarla para que respondiera mi pregunta con sinceridad. Lo que yo siento por ella es real y no puedo reprimirlo más, tampoco tiene sentido que lo siga negando, así que necesito saber qué pasa en su corazón.

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Evandro habló con nosotros y desde entonces los ensayos se han vuelto más exigentes para poder impresionar a los jueces y no pasar un mal rato como el sábado pasado. Sin embargo, ahora estamos teniendo un momento de descanso y recreación.

Verónica y yo nos encontramos en la sala viendo una película de terror con dos parejas más. Detesto las historias de miedo, no sé con exactitud por qué, pero no son lo mío. Vero, por el contrario, las ama, ella adora este género y todo lo que tiene que ver con él.

Cruzado de brazos en el sofá, observo como ella está sentada en el mueble de la derecha junto con Javier, se mantienen muy cerca el uno del otro, casi que se le sienta en las piernas. Mis cejas están abajo y en las escenas de miedo ni me asusto porque no puedo dejar de mirarlos de reojo.

A veces siento que ella hace estas cosas a propósito solo para provocarme, incluso cada cierto tiempo voltea a verme y sonríe como si se estuviera burlando de mí.

—Me extresa que cuando la protagonista huye del asesino —Estela pone los ojos en blanco —siempre se cae.

—Estas películas siempre tienen el mismo guion —Javier se encoge de hombros — pero aun así me gustan.

—A mí me extresan —se levanta del sofá —mejor iré a dormir, hasta luego —bosteza y sale de la habitación.

—¿Y tú no irás a dormir Carlitos? —Javier me observa mientras bebe de una gaseosa en lata.

Gruño —a él no le gusta que le digan Carlitos —Vero añade y sigue concentrada en la película.

Alza las manos hasta los hombros —lo siento hermano, no lo sabía. ¿Y por qué no te gusta?

—Cosas personales —no muevo mis ojos del televisor —y no, no iré a dormir todavía.

Él le susurra algo al oído y ella ríe.

Ya estuvo bueno.

Me levanto en un instante del sofá —Vero, acompáñame afuera —mi voz suena con más fuerza de lo normal y la observo directamente a los ojos.

Levanta las cejas —está bien.

Qué bueno que no te negaste.

Porque te iba a llevar a la fuerza si decías que no.

Ella se levanta, comienza a caminar y yo la sigo.

—Vero —Javier grita alzando la mano donde tiene la lata de gaseosa —te espero para que continuemos charlando.

Javier quiere que yo lo golpeé, él lo pide a gritos.

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Salimos afuera de la mansión a un jardín cubierto de grama y que cuenta con algunos senderos para caminar, los árboles están distantes unos de otros y podados en formas de animales. Se escuchan los sonidos nocturnos de los insectos y el de los autos que pasan por la avenida que está al frente, de nuevo hay una brisa fría que sopla y siento las manos sudorosas como aquel día que le pedí matrimonio a Amanda.

Vero no manifiesta ninguna emoción. No puedo deducir nada, así que detallo su vestimenta, lleva puesto unos shorts con una blusa de color verde que se adapta a sus curvas. Su cabello largo está sujeto con un moño un poco desordenado que sostiene con un palillo. Sus labios se encuentran resecos y sus brazos cruzados, mientras que sus piernas están inclinadas a un lado, su pie golpea el pasto en un movimiento hacia arriba y abajo.

Parece una madre que espera a su hijo para reprenderlo.

—¿Y bien? —levanta una ceja.

—Vero yo —suspiro y muevo la cabeza a un lado —¿Quiero saber que sientes por mí?

Sus ojos se expanden —¿Para qué quieres saberlo?

Me encojo de hombros —¿Cómo que para qué? No puede ser que solo yo me esté dando cuenta de lo que pasa entre nosotros.

Pasa la mano por su sien acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja —¿Y qué sientes tú?

Veo sus hermosos ojos color ébano en donde se refleja un brillo por las luces nocturnas —yo te quiero, y amo pasar tiempo contigo viendo esa bonita sonrisa que me trae paz y me hace olvidar todos los problemas que hay en mi vida.

Inclina su cabeza y rasca su frente —es gracioso lo irónica que es la vida —suspira —hace mucho tiempo esperé escuchar eso, pero ahora… —Sube los brazos extendiendo las manos y moviéndolas —no tiene sentido.



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En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

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