Capítulo 32: Novio falso

Como es de costumbre, todos los participantes estamos en el escenario, ordenados en una hilera frente al público. Doy inhalaciones y exhalaciones lentas, mientras siento que Verónica me corta la circulación de la sangre en los dedos porque aprieta con fuerza mi mano. Ahí permanecemos esperando el anuncio de la mejor pareja de la semana.

No sé si estoy alucinando, pero la mano de Damiano avanza un milímetro cada minuto, se mueve demasiado lento para llevar el micrófono a su boca. Sus hombros se hacen para atrás cuando toma aire y sus labios se juntan preparándose para pronunciar los nombres.

Al mismo tiempo, la pantalla gigante pasa de un perfecto fondo de edición a otro y unas letras se mueven como en una lluvia. Luego se detienen poco a poco para posar sobre el subtítulo que dice “mejor pareja de la semana”.

No sé a cuál de los dos anunciantes prestarle atención, si a la pantalla o a Damiano. De todas formas son igual de lentos. Como sea, solo quiero que el momento en cámara lenta pase rápido y deje de manifestarse en ese suspenso que hace que las gotas de sudor recorran mi cuero cabelludo.

—La mejor pareja de la semana son —hace una pausa y todo alrededor se detiene, las luces colgadas del techo quedan inmóviles y la música de suspenso se agudiza cada vez más —¡Carlos y Verónica!

Las suelas de mis zapatos se doblan al impulsarme con mis pies. Doy un salto con fuerza igual que un jugador de voleibol que está cerca de la red y pretende devolver el balón. Suelto la mano de Vero y aprieto los puños mientras grito y sonrío, luego alzo la mirada viendo la pantalla y nuestros nombres aparecen en ella. Están escritos en unas letras negras con un borde blanco que resalta con el fondo azul.

Doy un giro y los zapatos rechinan al frotarse contra el suelo. Verónica grita de emoción y abre los brazos para que yo la abrace. Al hacerlo, mi mentón descansa sobre su hombro y me permite ver a Javier y Estela, ellos están aplaudiendo mientras aprietan los labios como si se hubieran comido un limón.

—Carlos y Verónica —Damiano nos habla —acérquense.

Caminamos tomados de la mano con una sonrisa de oreja a oreja, la luz del reflector nos sigue como si fuésemos las estrellas principales del show y las cámaras no dejan de enfocarnos en ningún momento. Las personas del público gritan nuestros nombres, incluso veo pancartas con corazones expresando apoyo hacia nosotros. Los jurados están de pie ovacionando mientras sonríen.

—Permítanme felicitarlos —aplaude acomodando el micrófono en su mano —han sido la mejor pareja de la noche con una puntuación total de 28 puntos. ¿Cómo se sienten? —acerca el micrófono a nosotros esperando que alguno de los dos responda.

Inclino mi cuerpo y aún tengo la respiración algo agitada —muy agradecido, después de las críticas que recibimos la semana pasada nos esforzamos mucho por dar lo mejor y parece que obtuvimos los frutos del arduo trabajo.

—Y no solo eso —añade y señala la pantalla —son la pareja que más ha recibido votos por parte del público, cosa que toma en cuenta el juez Zeferino para decidir su puntuación ¿Qué piensan de eso?

Doy oportunidad a Vero para que responda —estamos sumamente agradecidos con el público, gracias por su apoyo, en verdad no hay palabras —lanza un beso con su mano —los amo.

—Bueno, y con eso nos vamos a un corte comercial —sonríe a la cámara que nos enfoca —al regresar sabremos la puntuación del resto de las parejas, al igual que los amenazados de la semana.

Luego de eso nos indican que podemos pasar a la sala de descanso. No puedo explicar la alegría que siento, pero es muy reconfortante que los jueces hayan reconocido nuestro talento y que hayamos superado a los demás después de casi quedar amenazados la semana pasada. En verdad estoy agradecido porque este pequeño logro me hace ver que, si tenemos posibilidad de lograrlo, que no todo está perdido y que los malos momentos no definen el resultado final.

Siento la esperanza volver a mí como una vieja amiga que me había abandonado, pero que ya está de vuelta. El orfanato Sonrisas cuenta con una posibilidad de salir de los problemas económicos en los que se encuentra inmerso, por fin las cosas salen bien.

Llegamos a la sala de descanso lanzándonos al sofá como un costal de papas que un obrero tira en una esquina. Pese a la celebración que acabamos de dar, la adrenalina se fue y dio lugar a los dolores musculares y al cansancio. Estiramos las piernas y los brazos mientras el show volvió de comerciales y lo terminamos de ver por la televisión.

—Gracias —respiro profundo y volteo a ver a Vero.

Sonríe —¿Por qué me das las gracias?

—Por ser mi compañera de baile —acaricio su mano que está extendida en el sofá —desde que nos conocimos siempre me has apoyado y no tienes idea de cuán importante eres para mí.

Quita su mano de la mía y acomoda su cabello —gracias, tú también eres importante para mí.

Abro la boca, pero antes que pueda decir otra palabra soy interrumpido por los demás participantes que van llegando poco a poco a la habitación —admito que se lucieron esta noche —Javier aprieta los labios y me extiende la mano, a pesar de que no lo tolero, recibo su saludo por educación.

Estela se inclina viéndonos mientras apoya el codo en su otro brazo y hace unos giros en el cabello con sus dedos índice y corazón —me extresa que me ganen —bufa —pero los felicito, solo no se acostumbren a ganarnos porque nosotros vamos a recuperar el primer lugar y seremos quienes se lleven el premio de la competencia.

Vero ríe —sí, como digas Estela —recoge su cabello con una pinza —me “extresan” las personas que no saben perder —hace comillas con los dedos.

Estela la ignora y toma siento —¿Hoy veremos películas de terror? —Javier alza las cejas y observa a Vero.

—Estoy agotada por los ensayos de esta semana —suspira —tal vez mañana.