Lejos de reconocer

Capítulo 37: La carta

Unos meses después…

Las semanas han pasado rápidamente desde aquella mini competencia en la que participamos. El concurso de baile se ha vuelto cada vez más difícil, la presión se siente como una enorme roca en la espalda porque todos ensayamos con mucha constancia y disciplina para ganar. Solo quedamos cuatro parejas, entre ellas Javier y Estela, quienes son unos contrincantes fuertes. Vero y yo hemos aumentado el tiempo de ensayo y Evandro nos ha llevado a nuestro límite.

La situación en el orfanato se ha vuelto más precaria con el pasar de los días, mi única esperanza es ganar este concurso y así poder salvarlo. Hemos llegado lejos y espero que haya valido la pena las gotas de sudor y el dolor en cada músculo de mi cuerpo. En cuanto a mi vida sentimental está de más decir que es un desastre, Verónica se ha distanciado y a pesar de que compartimos mucho en los ensayos, a veces siento como si ella no estuviera allí.

Es interesante como puedes tener a alguien tan cerca de ti y sentirlo tan lejos con su forma de actuar, sin embargo, mi corazón no entiende esos conceptos y se acelera cuando la ve sin importar que haya pasado un minuto o que tan indiferente pueda comportarse conmigo. Además, soy tan torpe que siempre que quiero expresarle algún sentimiento, las palabras se enredan en mi lengua y termino diciendo cosas que no tienen sentido, aunque sea algo verdadero, carece de elegancia y romanticismo.

O al menos así lo percibo yo.

Respiro y relajo mis hombros moviéndolos en forma circular, es sábado por la noche y hemos resuelto distraernos con el juego de cartas “UNO”. Solo estamos aquí en la sala Javier, Estela, Vero y yo. Los demás se fueron a sus habitaciones hace unas horas, a pesar de que aún es temprano, pues, apenas son las nueve pm.

No tiene nada de malo relajarse luego de una semana entera de ensayo, además este juego es muy divertido y te puede quitar el estrés de forma milagrosa.

O hacer que te estreses y enojes aún más

—¡Uno! —muestro que me queda una sola carta alzando la mano.

—¡Carlos deja de hacer trampa! —Estela me lanza una mirada asesina —no es posible que ganes todas las rondas. ¡Me extresas!

—Tranquila —hago una señal de alto con mi mano —no te vayas a volver loca como en la posada.

—Eso fue distinto —hace una mueca de burla —me sentí frustrada al no poder meter la pelota en el estúpido vaso.

Rio —yo estaba marcando el número de un exorcista.

Hay risas y Vero lanza un +2 a Javier —bien jugado —Javier tira otro +2.

Y Estela, pues, lanzó otro +2 por lo que termino agarrando seis cartas y las acomodo en mis manos, dándome cuenta de que entre ellas tomé un +4. En la siguiente vuelta lo tiro y le guiño el ojo a Vero lanzándole un beso. Ella bufa y toma las cuatro cartas que le corresponden.

Así seguimos pasando el tiempo riéndonos y compartiendo mientras permanecemos sentados sobre la alfombra de la sala con las piernas cruzadas y frente al televisor, espero que nuestro bullicio no despierte a los otros porque la verdad nos estamos riendo con mucho escándalo.

Aunque estoy disfrutando el juego en lo que más me deleito es en admirar a Verónica, ella es hermosa y amo pasar el tiempo juntos. Sus gestos, sus palabras y todo lo que la hace única es realmente cautivador.

Sus ojos transmiten una intensidad que no había visto antes, sus curvas son majestuosas y cada vez que poso mis manos en ellas siento que estoy tocando el cielo. Su nariz es perfilada como la de una estatua romana y su sonrisa es fresca, brillante y puede desarmarte haciendo que olvides todo a tu alrededor.

Me deleito al ver como ríe y después muerde sus labios en una peculiar mueca que la caracteriza, es un gesto que repite constantemente cuando está feliz. Su voz es dulce y te llena de paz al escucharla. Ella ha estado conmigo en las buenas y en las malas, intentar imaginarme el resto de mi vida sin compartir juntos es algo que no logro concebir.

He sido un idiota por no darme cuenta antes, ahora ella está lejos de reconocer lo que siente por mí —murmuro entre dientes.

No estoy dispuesto a renunciar a ella, pero tampoco quiero forzar las cosas, así que debo tratar de llevarlas con calma si pretendo que vuelva a interesarse en mí. Es muy loco todo lo que imagino cuando pienso en una vida juntos, ya hasta tengo los nombres de nuestros hijos y me veo de pie en el altar esperándola mientras luce su vestido de novia.

En ocasiones mi mente me lleva a un futuro donde las cosas que deseo que sucedan se vuelven realidad, y ese es uno de mis anhelos. Pero por más que pienso en una forma para que ella acepte estar conmigo, no lo consigo, he sido detallista, sincero y demás, sin embargo, nada me da resultado y siempre obtengo la misma respuesta cortante.

Que me quiere lejos.

Que no me ve de esa forma.

Que no está lista para una relación.

Y todo tipo de excusas que puedan existir.

Pongo la última carta que queda en mis manos y grito —¡les gané! —sonrío.

—¡Dios mío, pareciera que este juego está en mi contra! —Estela expande las cartas en su mano como un abanico —creo que tengo dos mazos de cartas aquí, ¡me extresa!

—Iré al baño —señalo el pasillo —ellos continúan jugando hasta que alguien quede con todas las cartas.

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Seco mis manos con la toalla guindada en la pared, salgo a la habitación y como por arte de magia llega una idea a mi mente. Una libreta grande no cierra bien porque tiene un bolígrafo en su interior, esta posa sobre la mesa al lado de mi cama, así que la tomo y me siento en el borde del colchón.

Escojo una de las hojas y empiezo a escribir todo lo que siento por Verónica, es la mejor manera que se me pudo haber ocurrido para expresarle letra por letra, lo que mi corazón grita y que mis labios no pueden interpretar con claridad.



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En el texto hay: romance, comedia y amor, romance drama comedia

Editado: 10.12.2023

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