Capítulo 38: Tropiezo

Escucho los típicos saludos que da Damiano al comenzar el show, al mismo tiempo que me encuentro junto a Verónica tras bastidores a punto de realizar nuestra presentación. Después de lo que pasó el sábado ella no puede mirarme a los ojos, y para ser honesto yo tampoco quiero hacerlo porque cada vez que la observo recuerdo cuando estaba besando a Javier. Lo que más me molesta es que unas semanas atrás me dijo que no quería involucrarse con nadie, ahora entiendo que “nadie” soy yo.

No le hice ningún tipo de reclamo porque no tiene sentido hacerlo, al fin y al cabo, solo somos amigos. Estoy un tanto decepcionado, pero hago un esfuerzo por comprenderla, pues, desde el principio, ella fue honesta conmigo a pesar de los besos que nos dimos.

Su contradicción y la indecisión de su corazón solo ella la puede entender.

—¡Y la próxima pareja en deleitarnos esta noche con su actuación! —la pausa dramática no puede faltar —¡son Carlos y Verónica!

Compartimos miradas y sin decir nada nos tomamos de la mano con gestos desabridos en nuestros rostros, salimos caminando dando una sonrisa que estoy seguro de que nos cuesta trabajo mantener a ambos.

—Bienvenidos —le estrecho la mano a Damiano y saluda a Verónica con un beso en la mejilla —estamos ansiosos por verlos debutar esta noche —tuerce los labios —pero debo decir que nos sentimos un poco triste por ustedes.

El público hace un sonido de tristeza en coro —¿Por qué lo dices? —Vero habla acercándose al micrófono porque se da cuenta de que yo no tengo ánimos de lidiar con las cámaras.

—Los hechos valen más que las palabras —señala la pantalla gigante y transmiten lo que grabaron las cámaras de la casa, específicamente el momento cuando encontré a Verónica y Javier besándose en la sala.

Me veo patético.

La escena termina y el público nos abuchea —este triángulo amoroso era evidente desde hace mucho tiempo —hace una seña con la mano —pero verlo en vivo y en directo es algo que —guarda silencio —nos decepcionó. Carlos, ¿Qué sentiste al ver a la mujer que amas besarse con otro?

Me acerca el micrófono y respiro profundo —pues —tuerzo los labios —que se me rompió el corazón.

Mueve el micrófono hasta el rostro de Vero —¿Y tú Verónica que tienes que decir en tu defensa?

—No sé en qué estaba pensando —toma aire y me observa —lo siento.

—Nuestra pareja favorita se encuentra inmersa en todo un drama —sonríe —pero ¿Las disculpas serán suficiente para remediar las cosas? —mira la cámara —sin hacerlos esperar más, aquí los dejo para que disfruten de su presentación… ¡Que suene la música!

A lo largo de mi vida he pasado por momentos incómodos y concluyo que este los supera a todos. Que te friendzoneen es una cosa, pero que la gente vea que tu novia (a pesar de que era un noviazgo falso yo comenzaba a creérmelo) bese a otro tipo en tus narices y en las de miles de personas es un nivel más alto de vergüenza.

Nos ponemos en posición para bailar y la música comienza a reproducirse…

Por ironías de la vida, la posición en la que debemos colocarnos para empezar a bailar es muy comprometedora, pues, nuestros rostros quedan cerca el uno del otro casi besándonos. Bailaremos un tango, un estilo musical que requiere demasiada pasión y química entre las dos personas que lo bailan.

El aire que exhala su nariz lo siento en mis labios y nuestros ojos mantienen contacto directo. La música suena y ella arquea la espalda como si fuese un puente mientras yo la sostengo con mis manos hasta que vuelve a la posición normal.

Coloca su antebrazo alrededor de mi cuello, sostengo su cintura y mi mano derecha estrecha su mano izquierda. Comienzo a dar pasos hacia adelante mientras ella va en retroceso.

Su vestido de color rojo tiene una abertura en la parte de su muslo que hace que se ondee en los pasos de baile, en cambio, yo, visto un traje ajustado, pero que de igual forma me permite moverme con facilidad.

Damos un giro y nuestros pies parecen uno solo al moverse en los pasos del tango, luego ella alza una pierna y me rodea la cadera estirándola hacia atrás mientras la sostengo de su muslo para que se estire cada vez más.

Después alza ambos pies sujetándose con fuerza de mis brazos y yo doy una vuelta sosteniendo su peso, torpemente me tambaleo y pierdo el equilibrio. Deteniéndome nos colocamos de nuevo uno frente al otro, pero las piernas se nos enredan tropezando entre sí y es evidente que ese error no pasa desapercibido.

Aprieto los ojos y me sudan las manos, la cabeza me duele y siento los latidos en mi garganta. Nos recuperamos de esos deslices y seguimos dándolo todo en el escenario hasta que la música se detiene y nosotros también.

Damiano se nos acerca aplaudiendo —¡bravo!, ¡excelente presentación! Pero ahora conozcamos la opinión de nuestros queridísimos jurados —la cámara los enfoca a ellos.

Ya valimos.

—A estas alturas de la competencia —Bartolomeu comienza a hablar luego de que le ceden la palabra, apoya los codos en la mesa y aprieta los labios —nos enfocamos en que los participantes cada semana se superen y ustedes han sido prueba de eso —rasca su garganta con la mano derecha —sin embargo, esos errores que vi hoy no son permitidos, al menos no cuando solo quedan cuatro parejas —agita la cabeza hacia los lados —estoy molesto con ambos por no esforzarse más, fallaron en la técnica del tango así que esta es mi puntuación —escribe algo en el teclado y aparece el número seis.

—Bueno, la opinión de Bartolomeu fue dura y muy crítica, ahora conozcamos la de la coreógrafa internacional Bárbara.

Sonríe —la técnica tuvo su momento de pulcritud —bufa —lamentablemente Verónica no se sujetó bien a Carlos haciendo que perdiera el equilibrio, desde ahí —señala —comenzaron a caer en picada y concuerdo con mi colega cuando dice que estos errores no son permitidos a estas alturas de la competencia —escribe y la puntuación que nos da es un seis.