Capítulo 44: Tú sabes lo que me hiciste

Hay momentos en la vida en donde acontecen cosas simples, pero al mismo tiempo complejas, que repaso una y otra vez y no termino de entender. Este momento es uno de esos casos. Frunzo el ceño y alzo la mirada, mientras que Camilo y Vero voltean para ver quién habla. La chica tiene una vena marcada en la frente que está a punto de estallar y sus manos tiemblan al acomodarse el cabello tras las orejas.

Camina hacia el lado izquierdo de la mesa, quedando más cerca de Tatiana y Camilo —¿Entonces son mudos o qué? —cruza los brazos y alza la parte delantera de su pie golpeando el suelo repetidamente —¿Cuál de los dos es más mujeriego?

Esto suena más a algo que va dirigido a Camilo, así que enmudezco esperando que él responda, pues, es muy probable que sea uno de sus tantos ligues, seguro que lo reconoció y le está reclamando. Pero no entiendo por qué me incluyó en el problema.

—¿Disculpa te conozco? —Camilo mueve los brazos.

—¿Ah ya no me recuerdas? —se ríe y junta las manos —te burlaste de mí y me hiciste quedar como una estúpida.

—¿¡Tú quién eres!? —Tatiana grita y sacude las manos.

—Pregúntale a él —me señala a mí.

—¿A mí? —me señalo con ambas manos en el pecho —¿no dijiste que era él el que se burló de ti? —señalo a Camilo.

—¿Yo? —Camilo me mira con una expresión de confusión —¡Yo ni la conozco!

—¡Eso dices ahorita! —respira agitada —¡pero cuando me lastimabas y jugabas conmigo, ahí no fingías demencia! ¿¡Verdad!?

—¡Cálmate! —Vero interrumpe —¿¡Qué fue lo te hizo!?

Observa fijamente a Camilo —él sabe lo que me hizo —camina alrededor de la mesa y ahora se detiene frente a mí —¡y tú también eres un degenerado, pervertido!, ¡te odio!

No entiendo nada de lo que está pasando. —Yo no te conozco chica, creo que estás confundida —me levanto de la silla.

—¡Tú sabes lo que me hiciste! —grita y se hala el cabello para atrás —¡tú también me lastimaste!

Mi cara de wtf es evidente —¿Qué se supone que te hice?

De repente siento como su mano se estampa con fuerza contra mi mejilla —¡tú sabes lo que me hiciste! —yo pongo la mano en mi rostro mientras proceso el reinicio de sistema operativo que me acaban de dar.

La chica grita como una loca y luego se ríe, finalmente sale corriendo y se pierde entre las personas que veían el show. No entiendo nada, pero me llevé una cachetada totalmente gratis.

Un hombre del personal de seguridad se acerca a nosotros —¿Qué pasó?

Continúo sobando mi mejilla —una loca nos comenzó a insultar, luego me abofeteó y salió corriendo por allá —señalo el sitio por donde se fue y el guardia se retira mientras habla unas cosas por la radio que usa.

Volteo a ver a los chicos y noto que Camilo esta tan confundió como yo, Tatiana rasca su cabeza y Vero muerde sus labios mientras dos hoyuelos se marcan en sus mejillas es claro que está aguantando las ganas de reírse.

—Vámonos antes que otra loca me ataque —faltaba decir esas palabras para que Verónica comenzara a reírse a carcajadas.

Pone las manos en su rostro —lo siento —toma aire —pero es que todo fue muy extraño, gracioso y paso tan rápido.

—Al principio pensé que era el “mecánico” que le envía fotos de su vagina a Camilo —Tatiana habla entre una risilla —pero cuando vi que la agarró contigo supe que era una loca.

—Yo pensé que Camilo la conocía —muevo las manos en señal de confusión.

Camilo ríe —y yo pensé que tú la conocías.

—Entonces pensamos que todos la conocíamos, pero al final el que se llevó la cachetada fui yo.

—Verónica pone una mano en su boca —es que —toma aire —¡tú sabes lo que me hiciste!

Estiro los labios y me encojo de hombros —no sé, será que no le di hamburguesa o qué sé yo.

Las risas continúan e incluso yo comienzo a reírme, pues, fue una situación muy graciosa, claro, después de que ya pasó todo porque en el momento solo trataba de procesar lo que sucedia. Se levantan de la mesa y caminamos al estacionamiento del centro comercial para irnos en mi auto hasta el orfanato, pues, ya falta poco para que el inspector llegué y así formalizar el proceso para que la institución pase a ser manejada por el estado.

Llegamos a donde está parqueado el auto y Camilo abre la puerta trasera para que Tatiana entre, me sorprenden esos actos de caballerosidad de parte de mi amigo.

—Déjame pasar —Verónica intenta entrar al auto al mismo tiempo que Camilo.

El señala a Tatiana —es que quiero sentarme al lado de mi novia.

—¿Qué pasa Vero? —juego con las llaves del auto después de abrir la puerta del conductor —¿no quieres sentarte a mi lado?

Voltea los ojos —no, no es eso.

Me encojo de hombros —¿Entonces?

—Es que —muerde sus labios —tú sabes lo que me hiciste —suelta una risilla.

Ignorando lo que dice le abro la puerta del coche y ella entra. Luego de que yo ingreso al auto, giro el volante y fijo los ojos en el espejo retrovisor para salir con cuidado del puesto donde estaba estacionado, sin embargo, es imposible no ver a Camilo y Tatiana devorándose a besos.

¿Quién iba a pensar que ese par de locos podrían tener una relación seria? Aunque, no es por desprestigiar a mi amigo Camilo, pero lo conozco bien y sé lo mujeriego que puede llegar a ser. De hecho, una vez anduvo con cinco chicas diferentes y luego se enojó porque una lo engañó. En otra ocasión tuvo un noviazgo con una chica muy hermosa hasta que un día, ella lo descubrió acostándose con su madre.

Pero eso es cosa del pasado, supongo que algo le pasó y lo hizo reflexionar. Me alegra que se esté esforzando por Tatiana, espero que así sea siempre. Por otro lado, no me ha comentado más nada de sus andanzas, eso quiere decir que cabe la posibilidad de que no esté jugando sucio y en verdad quiera algo serio con ella.

Después de unos minutos recorriendo las calles de la ciudad repletas de autos y peatones, llegamos al orfanato. Estaciono el coche y bajamos de él caminando todos juntos hasta el vestíbulo donde asumimos que está Raquel hablando con el supervisor, pues, ya son las dos de la tarde.