Lemniscata

CAPÍTULO 31. LA MALDICIÓN DE LA CONFUSIÓN DE LOS SENTIMIENTOS.

Kevin:

No sabría determinar en qué momento me empezó a gustar Tina. Puede que fuese la primera vez que la vi, con su tez morena y unos ojo verdes de infarto que destacaban en su rostro o quizás la segunda vez cuando la vi con una gran sonrisa en su mesa y con los libros sobre la mesa. Es difícil determinar el momento exacto, pero lo que si puedo afirmar es que a medida que pasaba el tiempo y la iba conociendo cada vez, mis sentimientos hacía ella iban en aumento. Nunca antes había experimentado algo igual. Me acostaba y me levantaba con su imagen en mi mente. Conocer a Aria, supuso un cambio, una oportunidad para olvidar a Tina. Ver que a Aria le gustaba, me ofreció una gran oportunidad para olvidar mis sentimientos hacia Tina. Empecé a gastarles bromas y a meterme con ella con el objetivo de captar su atención; el beso en la fogata fue mi gran triunfo. Ella no se había echado hacia atrás, sino que lo había recibido y correspondido. Decir que no me había gustado ese beso sería mentira, pues fue un beso a pesar de todo dulce. Durante un tiempo decidimos ser amigos e ir conociéndonos poco a poco, hasta el día de nuestra primera cita, en donde nos besamos bajo la lluvia. A través de ese beso, pude comprender los sentimientos de Aria y los míos propios. Sabía que nos gustábamos, y que el inicio de nuestro noviazgo empezaba con ese beso. Como cualquier pareja tuvimos nuestras subidas y bajadas, pero esta última no tenía arreglo.

-¿Porque no me lo dijiste antes Tina?, si me lo hubieses dicho antes. Dios.

-¿Y que querías que te dijese Kevin? Me gustas desde hace tiempo. Tenía miedo de perder nuestra amistad. Además siempre me has visto como una amiga.

-Dios Tina, eso no es cierto. Me gustaste desde el primer día en que te vi y siempre que oía mi nombre de tus labios me volvías loco. ¿Por qué no pudimos darnos cuenta antes? ¿Por qué fuimos tan ciegos para no ver lo que sentíamos el uno por el otro realmente?

-Porque somos unos idiotas, fuimos unos idiotas-Oía a Tina llorar

-No llores por favor. No soporto verte así.-Vi como Kevin se acercaba a Tina con la intención de abrazarla

-No me abraces por favor, solo empeora las cosas. Además ahora estás con Aria. Ella no se merece esto, no se merece que le haga esto. Una buena amiga no le haría daño nunca a otra. Por favor Kevin, no hagas esto más complicado de lo que ya es.

-Lo lamento tanto Tina, no sabes cómo lo lamento. Debí decirte que me gustabas. Dios aún me gustas. He intentado sacarte de mi mente pero no lo he conseguido.

-¿Cómo puedo gustarte? Ayer le dijiste a Aria que te gustaba. No consigo entenderlo.

-Lo que  siento por Aria es una bonita amistad. No se cómo voy decirle esto a Aria.

Decidí salir de mi escondite, y soltarme del agarre de la mano de Jake, quién había cogido mi mano en el mismo instante en que Jake y Tina se habían confesado.

-No hace falta que me digas nada. Lo he oído todo. ¿Así que para ti solo fui como una amiga con derechos? Al final resulta que me he equivocado de nuevo. Supongo que no estoy destinada a encontrar a alguien.

-Aria, lo siento mucho yo…

-No tienes por qué disculparte Tina, he oído todo. Has sido una gran amiga. Durante este tiempo has ocultado tus sentimientos y me has apoyado en mi relación con Kevín. Eso no lo hace cualquiera persona, solo una buena amiga, y tú lo eres. Quiero que sepas que a pesar de todo esto para mí sigues siendo mi amiga, y que si quieres salir con Kevin estás en tu derecho. Lamentablemente, no puedo apoyarte en ello aún, la herida es muy reciente. Y en cuanto a ti Kevin, más te vale que tus sentimientos por Tina no sean falsos como los que sentías por mí.

La había fastidiado con crees. ¿Cómo había sido tan idiota? Acababa de perder a Aria, y su gran amistad, acababa de perder su sonrisa y la había hecho llorar. Mi promesa de protegerla se había roto, al haberle hecho llorar. No sabía qué hacer, me había bloqueado completamente. Mis pies no eran capaz de moverse del sitio, eran igual de imbéciles que yo. No echaron a correr detrás de Aria para aclarar las cosas, para intentar solucionar lo sucedido, sino que se quedaron estancados en aquella cueva que a casa segundo que pasaba se volvía más y más oscura. Me derrumbé en aquella cueva, bajo la mirada triste de Tina, que aún conservaba restos de lágrimas. Notaba como el aire me faltaba y como mis oídos empezaban a pitar. Hacía ya tiempo que no experimentaba esa sensación, desde la separación de mis padres, hace ya cuatro años. Estaba al borde de un ataque de ansiedad, porque había arruinado todo. Siempre lo arruinaba todo.

Recuerdo de hace 4 años y 6 meses:

Recuerdo que estaba paseando con Tina, dirección al parque, y que era una tarde calurosa del mes de julio. Mis ojos se detuvieron en el coche de mi padre, que estaba aparcado justo enfrente de la cafetería de la entrada del parque. Mi padre no estaba sólo, sino que estaba acompañado por una mujer que no era mi madre. Ambos se estaban besando y abrazando. Me quedé quieto en el sitio y sentí mis lágrimas caer por las mejillas. Luego de eso, le dije a Tina que me encontraba mal y que quedáramos otro día.



#45756 en Novela romántica
#30202 en Otros

En el texto hay: romance juvenil, secretos, drama

Editado: 07.09.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.