Lemniscata

ERES DEL COLOR DE LAS HOJAS DEL OTOÑO AL CAER.

Todavía recuerdo el color de las hojas en otoño reflejadas en sus ojos. El color de las hojas que están a punto de caer. En un principio lo adoraba. Adoraba ese color; pero ahora aquel color tan bello se ha convertido en otro. En sus ojos ahora solo veo lodo, barro, el color de la putrefacción. Cuando creía que mi vida podía ser perfecta, cuando creía que estaba en ese camino, Mike volvió a mi vida de la peor manera.

Recuerdo 1. 2 años atrás. Setiembre del año 3048.

- ¡Ay dios mío! Que tío. Por fin un chico guapo en Valerian-exclamó Michelangelo, al ver entrar por la puerta de nuestra clase a un joven. Un joven del cabello del color de la tierra y corto al estilo Spiky de ojos verdes-dorados y tez café que llamaba la atención en aquel grupo con su altura y su sonrisa. Esa sonrisa que dejaba ver una hermosa dentadura y que consiguió que más de una y uno babeara.

Era muy atractivo, demasiado para que se fijara en mí, la chica bajita y delgada de la clase que soñaba con vivir un amor de cuento de hadas, y a partir de ese momento con que me besara. Se presentó con el nombre de Mike Anderson. Sus aficiones: el fútbol y la natación. Su deseo convertirse en un jugador olímpico para representar a su ciudad natal Green Island, una pequeña isla que se encontraba en el mar Coolata, la cual era conocida por la cantidad de espacios verdes de los que disponía. Se sentó justo detrás de mí y de Lena. Por fin la suerte me había sonreído en algo.

- Perdona, ¿Me podías prestar el libro hasta que consiga los míos? Te lo devuelvo al terminar la clase- me lo había preguntado a mí. ¡A mí! Me sentí tan rebosante de vida que me salió un sí muy exagerado y lleno de alegría.

Al terminar la clase me devolvió el libro y me dió las gracias dedicándome una sonrisa que hizo que el resto de la clase me fulminara con la mirada.

- Tierra llamando a Aria, deja de babear amiga o tendremos que contratar una lancha para salir del instituto.

- Lena, ¿Lo has visto? No es guapo. Viste que ojos tenía y esa sonrisa. ¡Oh dios! ¿No es guapo?

- Vale, vale. Respira que te va a dar algo. Me ha quedado claro que te gusta. Ahora la cuestión es saber si te gusta tanto para dar un paso más, porque amiga me parece que tiene una gran cantidad de pretendientes.

- Lo sé; pero aún lo acabo de conocer. Es más, no hemos hablado nada.

- ¿Y a qué esperas para hablarle más y conocerlo más a fondo?

- Lena ya me conoces. No soy muy buena conversadora con los chicos. Siempre me acabo bloqueando o no sabiendo que decir.

- Pues es hora de que aprendas- me guiñó un ojo y gritó a todo pulmón el nombre de Mike que se giró sorprendido.

- ¿Mike tienes algún guía de la ciudad para enseñártela? Porque si no es así te la podemos enseñar nosotras encantada.

- Por dios Lena ¿Qué pretendes?- le susurré.

- Shhh, calla y espera.

- Me encantaría que alguien me enseñase la ciudad si no es molestia.

- Pues trato hecho, a la salida del colegio quedamos para hacer un tour- Con esas palabras mi amiga me agarró del brazo y me dirigió a la siguiente clase.

- ¿Es que te has vuelto loca?

- Vamos Aria no te enfades. Te he conseguido pasar tiempo junto a él para que os conozcáis mejor. Piénsalo bien, me debes una.

- ¿Qué te debo una? Es que no ves el aprieto en el que me has puesto.

- Ya me lo agradecerás amiga. Ahora me voy a saludar a mi novia que está allí sentada esperándome. Vete pensando de que hablar.

- Te odio.

- No es cierto. Me adoras polola- Con eso se dirigió a su novia; a la cual le plantó un beso de esos que consiguen sacarte los colores si los ves.

Estaba cabreada, muy cabreada con Lena; pero al mismo tiempo agradecida por lo que había hecho. Creo que la iba a medio matar, si se puede hacer eso.

Al terminar las clases me dirigí a la entrada del colegio donde habíamos quedado con Mike. Al poco llegó él.

- Os agradezco que me enseñéis la ciudad. La verdad es que llegamos hace unos días; pero con lo de la mudanza y todo eso no he tenido aún oportunidad de conocerla bien.

- En realidad hay un pequeño problema. Yo no puedo acompañaros. Tengo un asunto familiar al que no puedo faltar. Lo lamento, no me había acordado de ello antes; pero puedes ir con Aria se conoce cada rincón de la ciudad como la palma de su mano ¿Verdad amiga?- le dirigí la mirada de más vale que corras o te mato aquí mismo- Solucionado entonces. Espero que lo paséis bien y que te guste lo que veas- Con esas palabras se despidió de nosotros haciéndome un gesto de ya me contarás.

El tour con Mike fue bastante bien. Le enseñé varios rincones escondidos de la ciudad, le hablé de las mejores zonas para salir a tomar algo, para salir a pasear y de la academia de deportes de la ciudad en la que podía apuntarse.

- La verdad es que la academia es pequeñita, pero aun así tienen un gran equipo de fútbol y de natación. Algunos antiguos alumnos consiguieron becas de deportes para la facultad luego- en aquel momento estábamos sentados en un banco del jardín botánico.

- Eso suena bien. No quiero dejar atrás mis aficiones ¿Y tú tienes alguna afición de la que quieras hablar?

- Me gusta mucho leer y bailar. Cada vez que estoy leyendo o bailando es como si el resto del mundo no existiese, es como...si todo fuese normal. Me hacen sentir viva.

- Lo dices por tu enfermedad- bajé mi cabeza mirando al suelo. Lo sabía. Sabía que con mi enfermedad jamás conseguiría que se fijara en mí- Lo siento. No quería incomodarte-me dijo al tiempo que levantaba mi mentón y hacía que viese esos ojos tan hipnotizadores- Pero yo creo que eres una persona rebosante de vida que se merece vivir todas las experiencias como los demás. No dejes que la enfermedad te impida llevar la vida que quieres.

- Es fácil decirlo; pero cuando la gente te mira de la misma forma en que me miran a mí: con lástima, pena, tristeza, no sabes si le caes bien por el simple hecho de que le gustas o si es porque sienten la necesidad de que les guste porque les doy pena.



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En el texto hay: romance juvenil, secretos, drama

Editado: 07.09.2019

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