Lena y Rein

Capítulo 2. Me tienes miedo

No podía sacar de mi cabeza la expresión de su rostro cuando me miró de frente, esa mirada brillante que rogaba por ayuda y a la vez expresaba terror de tenerme cerca.

“No podía tolerar que tu aroma se mezclara con el de esos seres despreciables”

¿Por qué le dije eso?

Lena y Rein

Capítulo 2. Me tienes miedo

Rein necesitaba cubrirse ahora que había entregado su uniforme, el pelaje de sus brazos y pecho estaba a la vista y no podía ser vista de esa forma por las personas, regresando a su lugar de trabajo, tocó la puerta trasera del edificio, donde un cocinero le abrió la puerta.

-¿Qué estás haciendo así? ¿Te asaltaron?- Le preguntó sorprendido el cocinero, notándole de inmediato los golpes de la pelea previa.

-El jefe me está esperando, sólo quiero que me des un uniforme para cubrir esto- Respondió señalando su pelaje-

-¿Y el tuyo? ¿Te lo robaron?- Insistió.

-Lo perdí-. Sostuvo ella.

El cocinero se rindió ya que tenía que segur trabajando, entrando de nuevo al edificio tomó un uniforme que estaba colgado en la pared y se lo lanzó a Rein que de inmediato se lo puso, sacando sus guantes del bolsillo se preparó para encarar a su jefe que estaba atendiendo en la entrada.

-¡Rein, ya pasó casi una hora! ¡¿Dónde estabas!?-

-Aquí esta el pago, llegué a tiempo pero sucedió algo en el camino-

El jefe continuó hablando por unos minutos sin que ella le pusiera atención. Finalmente, tras varias entregas y luego de limpiar la cocina, terminó la jornada nocturna, eran alrededor de las 3 de la mañana.

Luego de comprobar que el local estaba vacío, Rein se quitó el uniforme y caminó a casa llevando puesta una camisa de resaque. Caminó tomando una ruta con poca iluminación hacia el pequeño departamento donde vivía, el cual se encontraba a unas calles.

Su compañero de habitación la recibió en la entrada, era el mismo cocinero que antes le entregó el uniforme en el trabajo.

-¿Ya vas a decirme que fue lo que te pasó?- Volvió a sacar el tema dándole a entender que no abriría la puerta si no hablaba.

-Con un empujón te lanzo a ti y a la puerta en un segundo, Brito- Respondió ella mostrándole un colmillo al sonreír de forma burlona.

-¿Los lobos siempre son tan fanfarrones?- Se quejó bajando una ceja y haciendo una expresión de fastidio -Bueno, al menos dime que pasó con tu uniforme-.

-Ya te dije que lo perdí, lo perdí y te lo diré las veces necesarias- Insistió Rein.

-Creo que tu uniforme encontró el camino de regreso entonces-. Añadió señalando el callejón que estaba justo al otro lado de la calle en el que se veía a una persona llevando el uniforme de Rein.

 La chica de cabello rosa se encontraba ahí, escondida entre la basura del callejón, asustada trató de alejarse al verse descubierta.

 Los dos se quedaron viendo, sin hacer ningún movimiento, al notar que no hicieron nada, la chica regresó caminando lentamente según se lo permitía su cuerpo, al quedar a la vista bajo una lámpara de la calle, el compañero de Rein se percató de su estado.

-Pobre niña ¿Estás bien?- Preguntó preocupado una vez que la joven comenzó a acercarse más a ellos.

La chica cayó de rodillas y se desmayó, parecía haberse esforzado mucho en seguir a Rein desde que había sido rescatada.

Pronto un pequeño charco de sangre se formo debajo de ella, el hombre ciervo, al ver que Rein no reaccionó para sujetarla se apresuró a socorrerla.

-¡Esta niña está muy mal! ¡Debemos llevarla rápido a un hospital!- Exclamó Brito.

 -¿¡Para que!? ¡¿Para que nos acusen de haberla dejado en ese estado por no ser humanos!?- Respondió Rein alzando la voz -¡Incluso esa mujer nos tiene miedo! ¡Odio que su aroma esté impregnado en mi nariz!-

El ciervo se quedó en silencio unos segundos, cayendo en cuenta de que era bastante probable que las personas los culparan, cuando estaba por responder, la joven la interrumpió. 

-Lo siento… Sólo quería entregarle… esto-. Se disculpó quitándose el uniforme de Rein, colocándolo a un lado, al intentar levantarse perdió sangre de golpe y cayó perdiendo el conocimiento.

Rein se inclinó para comprobar si seguía con vida, con cuidado la tomó en brazos y entró al departamento seguido por Brito, que había recuperado la prenda.

-Tiene un montón de aromas mezclados, ni siquiera puedo distinguir el suyo- Exclamó el ciervo tapándose la nariz a modo de queja -Apenas se quitó tu ropa sentí de golpe ese hedor-.

-No, su aroma está bastante claro incluso por encima del olor a sangre- Le respondió la lobo -¿Qué sugieres que hagamos con ella?-

-Claramente es una mujer humana, yo soy un macho-. Se señaló a si mismo -Tú eres hembra como ella, prepárala que intentaré atender las heridas de ambas-.

-¡¿Que la prepare dices!?-. Le preguntó gritando y sonrojándose un poco.

-¡No finjas, Rein!-. Le dijo palmando su espalda -¡Que la chica llevara tu camisa no es algo que haya dejado pasar como si nada!-.




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