La música empezó suavemente, los invitados se miraban entre ellos; esa no era la típica marcha nupcial, pero ¿qué podían esperar?, la pareja que se casaba esa hermosa noche estrellada no era para nada común.
Se abrieron las puertas dejando entrar un aire fresco y JongIn apareció con la sonrisa más auténtica que alguna vez había mostrado. Todos observaban atentos, la música aumentó su volumen y JongIn empezó a cantar.
"Es una noche hermosa.
Buscamos algo tonto para hacer.
Cariño, creo que quiero casarme contigo."
Su voz era suave y dulce. Hizo una pequeña coreografía inventada en el momento y se arrodilló a mitad de camino al altar para señalar hacia la puerta por donde entró más resplandeciente que nunca el amor de su vida; Do KyungSoo.
"¿Es la mirada en tus ojos?
¿o es la manera en la que bailas?
¿a quién le importa?, cariño
Creo que quiero casarme contigo."
KyungSoo fue perdiendo el miedo mientras cantaba mirando únicamente a JongIn. Sentía que la atmósfera estaba tranquila y, por primera vez, no se sentía juzgado estando al lado de Kim.
Siguieron cantando alegremente mientras se dirigían tomados de la mano hacia el altar. El sueño de ambos se hacía realidad, podían tener una vida juntos después de tantos infortunios que pasaron.
"Solo di 'acepto'.
Dímelo ahora, bebé.
Dímelo ahora, bebé, bebé.
Porque es una noche hermosa
Buscamos algo tonto para hacer.
Cariño, creo que quiero casarme contigo
¿es la mirada en tus ojos?
¿o la manera en que bailas?
¿a quién le importa?, cariño
Creo que quiero casarme contigo."
Ya en el altar entonaron viéndose mutuamente, apreciando y guardando en lo más profundo de su corazón ese inigualable momento, uno que parecía ser sacado de un musical de Disney; demasiado bueno para ser verdad.
Después, todo se vuelve difuso para JongIn. Logra ver a KyungSoo dirigiéndole unas palabras al borde de las lágrimas, sabe cuanto le cuesta al más bajo estar junto a él en ese momento, delante de tanta gente que le hizo daño.
JongIn iba a corresponder, era su turno de hablar, pero sintió algo extraño en su cuerpo, algo parecido a un toque, pero ¿quién pudo tocarlo sin que se diera cuenta? Miró a KyungSoo asustado y vio como se desvanecía, sus ojos denotaron pánico y se todo alrededor se borró. Solo quedaba él en un gran espacio en blanco.
Entonces despertó.
Abrió los ojos sin ganas y vio un blanquecino cuerpo a su lado, sonrío por inercia, pensando que en verdad se había casado y que todo era confuso porque se paso de copas. Sin embargo, a penas levanta su mano para apoyarla en el hombro contrario se da cuenta que esa persona no es KyungSoo. Y cae en su insulsa realidad.
La persona a su lado se gira y le sonríe perezosamente. Se arrastra y se sienta a horcajadas sobre él, su largo cabello ondulado le tapa el rostro, ella coge un mechón y lo pasa detrás de su oreja. Se agacha y atrapa los labios de JongIn con los suyos, el beso es lento, pero los movimientos en la zona baja de ella son rápidos, deseando más, deseando algo que JongIn se niega a darle.
No puedo esperar a que sean las doce —susurró ella. —O, bueno, estoy más impaciente por lo que haremos luego de la boda. —Mordió su labio inferior buscando provocar a JongIn y falló en el intento.
El moreno se quedó callado y se dejó a merced de su prometida. Ella hizo cuanto quiso con su cuerpo, no obstante, respetó los límites que sabía JongIn poseía, como el hecho de llegar casto al matrimonio. Ella respetaba ciegamente esa decisión porque no especulaba que fuera solo una mentira para no intimar.
Pasaron unos quince minutos y ella decidió irse a bañar, intentó convencer a JongIn de ducharse juntos, sin embargo, él pudo librarse sin levantar sospechas. Ella camino desnuda frente a él buscando una reacción, pero el contrario solo se giro boca abajo en la cama y cerró los ojos fingiendo dormir. Ella tenía una enorme paciencia, ese hombre de todas formas iba a ser de ella en unas horas.
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Abrió la puerta con sigilo y asomó su cabeza. Había unas cuantas personas paradas al final del pasillo charlando, KyungSoo se volvió a meter al cuarto y corrió al escritorio por su sombrero y lentes negros, se los puso y se miró al espejo, anhelando pasar desapercibido. Reunió coraje y salió con la cabeza en alto de la lujosa habitación.
Todo el maldito crucero era fantástico, y no podía ser menos. Dos personas ricas iban a contraer matrimonio, era lógico que todo fuera una excentricidad. Mientras Do caminaba solo podía pensar en que la decoración parecía ser pura obra de Krystal, la novia. El gusto de JongIn no se veía reflejado en nada... KyungSoo conocía demasiado bien a JongIn.
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Editado: 13.11.2022