El invierno llegó, todo se cubrió de nieve, el bosque estaba totalmente blanco, a Leonora, Julia y Maggie le gustaba dar paseos, bien abrigadas, con gorros, bufandas, abrigos y guantes, caminaban a trevés de los árboles cargados de nieve. Maggie les contó que iría de vacaciones a su casa en Londres, Julia no tenía dinero para comprar el pasaje del tren, Leonora prefirió darle a su madre el dinero que le había destinado su tío para las vacaciones, y se quedarían en la escuela. Maggie que era la que menos disfrutaba de la escuela estaba ansiosa, Leonora lo único que le podía era no ver a su madre, ya hacía meses que no la veía, mientras que Julia tenía tanto que estudiar en las vacaciones que daba gracias de tenerse que quedaren el colegio. Cuando Maggie se despidió de sus amigas, Leonora con lágrimas le pidió de favor que fuera a visitar a su madre y le entregó un paquete delicadamente envuelto en papel regalo.
-Prométeme amiga, que iras a ver a mi madre. – Le pidió Leonora visiblemente afligida, su amiga para tranquilizarla de dijo que no se preocupara, ella iría personalmente a verla, Maggie entró a la carreta que llevaba a ella y a Felipe, este se despidió muy tiernamente de Leonora, ella le correspondió la despedida.
El colegio les dio a los pocos alumnos que se quedaron una buna porción de pavo, puré de papas con mantequilla, verduras al vapor y de postre una tarta de manzana, Julia recordó la hermosa navidad que había pasado con Leonora y su madre.
-Fue la primera navidad que puedo llamar realmente navidad, en el orfanato, aunque las madres se esforzaban por darnos una buena cena no pasaba de ser un estofado medio sazonado, pero tú madre hizo la navidad especial, - comentó Julia, Leonora que tenía sus ojos perdidos pensando en aquella noche le contestó…
-Éramos tan pobres que mi madre ha de haber hecho mucho esfuerzo para poder darnos todo aquello.
- ¿Te acuerdas del pollo rostizado doradito? – Preguntó Julia.
-Sí, y de los calcetines con dulces. – Julia se rio a carcajadas.
-No sabes lo que tuve que hacer para esconderlos y no me los encontrara mis compañeros, en especial esa fastidiosa de Susana jajaja… pero no los pudo encontrar, fui muy lista. – Leonora riéndose también le dijo…
-Siempre has sido lista amiga.
En casa de los Tankerville la cena tuvo de todo, mucha comida, postres, los cuatro reunidos en la sala, los padres les entregaron los regalos, joya, cedas, perfume y de más, cuando los señores disfrutaban de los villancicos Felipe se acercó a su hermana.
- ¿Leonora te ha comentado algo sobre mí?
-Ella no ha dicho nada. – le dijo su hermana compadeciéndose de su enamorado hermano.
- ¿Estará enamorada de otro joven? – Preguntó algo afligido.
-No lo está. – Aseguró Maggie.
- ¿Cómo puedes estar tan segura?
-Porque ella es mi amiga, y nos confesamos todo, ya me lo habría dicho, pero también me ha dicho que te ve solo como amigo.
-Eso ya lo sé. – Comentó Felipe con tristeza. - ¿Crees que algún día me acepte?
-No veo por qué no, aunque conociendo a Leonora, - Maggie se quedó callada y luego agregó – ella es tan obstinada y tan libre, realmente no lo sé hermano.
-Eso es lo que me gusta de ella. – Los dos hermanos se sonrieron.
Maggie no olvidó su promesa y al siguiente día fue al barrio donde vivía la madre de Leonora, su rustica casa no había cambiado nada, tocó a la puerta, se asombró cuando Alicia le abrió, la mujer se veía seriamente demacrada, estaba muy enferma, pero se alegró mucho al ver a Maggie, la hizo pasar, esta se sentó a la mesa, Alicia le ofreció un té, mientras lo tomaban le contó sobre Leonora.
-Va muy bien en sus clases, en especial le gusta la de redacción, se la imparte un profesor, a quien ella admira, creo que su nombre es Asir, - mientras le platicaba el semblante de Alicia se iba poniendo alegre – no me lo va a creer, pero está aprendiendo a hablar árabe, dice que le interesa mucho la cultura egipcia.
-Gracias a Dios y al señor Ferguson que se apiadó de nosotras.
-Sí, fue muy generoso, Leonor es una de las más avanzadas, - luego Maggie recordó el paquete que le dio Leonora – casi se me olvida, le mandó esto. – Le extendió el regalo, Alicia lo abrió lentamente, dentro estaba una bufanda a cuadros rojos y negros.
-Los colores de los tartanes escoceses, - comentó Maggie, Alicia con una gran sonrisa se la enredó en su cuello – se le ve muy bien.
-Si me esperas unos minutos le escribiré a mi hija una carta rápido. – Maggie asintió con la cabeza.
Al regresar de vacaciones Maggie le dio a Leonora el mejor de los regalos, la carta de su madre.
“Mi querida hija; ha venido tu amiga y me ha contado tantas cosas de ti, me alegra saber que estas contenta en el colegio, que disfrutas cada momento, por acá todo sigue igual, trabajado en la casa de modas de la señora Catalina, he tenido que recortar mi trabajo un par de horas por un dolor en la espalda que me aqueja, por ahora también tengo un poco de resfriado pero nada de gravedad, el señor Ferguson, tu tío ha sido bueno y a pesar de mi negativa, todos los meses me da una pequeña pensión, le he dicho que no es necesario, que ya bastante hace con pagar tu carrera, pero no hay poder humano que lo haga cambiar de opinión, pero le doy gracias a Dios todos los días por haberse acordado de nosotras, tu buen tío es un alma caritativa, tu amiga me ha dicho que te has puesto muy hermosa y uno de tus pretendientes es su hermano el joven Felipe, recuerda la mejor virtud de una mujer es su decoro, no tengo que decírtelo como un regaño, si no, como un recordatorio, sé que eres una buena chica, muy recatada sigue estudiando mucho, algún día tal vez llegues a trabajar en un periódico como tu padre, te quiero mucho besos y abrazos, cuídate y se feliz, tu madre que te adora Alicia Hayden”.