El tan esperado arribo de la pareja llegó como se había anunciado al medio día del día siguiente, el carruaje se estacionó enfrente de la casa donde todos los empleados estaban formados esperando saludar a sus amos, primero bajó Hassan Al Rashid, Leonora vio al hombre que la había contratado, era alto, delgado pero de buen cuerpo, finamente vestido, peinado perfectamente sin un solo cabello desacomodado, le llamó la atención su cara, se parecía al de su hermana, de tez bronceada, ojos grandes y negros, tupidas y largas pestañas, unos lindos labios bien formados, su nariz grande y afilada como era común entre los árabes, tenía un lunar muy simpático en su mejilla derecha, pero a Leonora le dio la impresión que ella ya lo había visto antes, le tomó unos minutos recordar que había sido en el salón de clases del profesor Asir, se lo topó de frente solo un segundo pero le había llamado la atención aquel hombre tan galante y guapo.
Él le tendió la mano a la mujer que estaba dentro del carruaje, ella se la tomó y salió del interior su joven esposa, era un poco más baja de estatura que Leonora, rubia con unos bucles perfectos, de tez blanca y mejillas rosadas, de ojos pequeños y azules pero muy expresivos y bonitos , una pequeña boca rosada, a Leonora le pareció que sabía muy bien cómo usar el maquillaje, por que le sentaba de maravilla, era extraño usar maquillaje y no lucir vulgar, Leonora como mujer que era no podía evitar admirar su vestido, era blanco con flores azul cielo y rosa pastel, con listones rosas, y un sombrero blanco decorado con ramilletes de flores del mismo color, en sí la joven era muy hermosa, Leonora comprendió porque decían que el señor estaba completamente enamorado de su mujer.
Hassan con una gran sonrisa saludó al viejo Meed y a Trudy, se notaba que les tenía cariño, luego saludó a todos los demás empleados de mano, pero cuando iba a llegar a saludar a Leonora, Hana apareció en la puerta, Hassan se alegró tanto de verla, que ni notó la presencia de Leonora, pero en cambió Amelia sí que la vio, notó lo bien parecida que era, sus enormes ojos negros con largas pestañas risadas, su hermoso cabello lacio negro sedosos, y su alta estatura, la saludó levantando una ceja, parecía como si se estuviera midiendo con una rival.
Reunidos en la sala, Amelia le platicaba a Hana sobre todo los lugares que habían conocido en su viaje de bodas, Hana entusiasmada destapaba cada presente que le habían comprado, joyas, telas, chais, sombreros, y de más, Trudy les llevó una bandeja de té.
-Ven Trudy, mira todo lo que me han traído Hassan y Amelia de su viaje. – Trudy fue a verlos, y se admiró de tantas bellas cosas, “toda una fortuna” pensó la empleada.
-Esos los compré para ti en Francia, era en una tienda cerca del río Sena, era un lugar muy hermoso, y este. – Dijo tomando un chai con un fino bordado, - te lo compré en Arabia, en un zoco, era hermoso, todo el lugar estaba lleno de tiendas y a donde miraras había cosas hermosas. Por las siguientes horas Amelia solo habló de su gran viaje. Hassan mandó llamar al señor Meed quien le dio un resumen de todo lo que había ocurrido en sus extensas plantaciones. Hassan no tenía la necesidad de plantar sus tierras, eran tantas que las arrendaba, era tanto el dinero acumulado que con eso vivían cómodamente, también tenía minas de oro, plata y carbón en Inglaterra y África.
-Tendremos que viajar de nuevo a Italia, hay lugares tan hermosos, Roma, Florencia la Toscana. – Le decía a Hana y ella se emocionaba.
-Si hermano, promete que me llevaras. – Le dijo dándole un abrazo a Hassan, él la quería tanto, sus padres habían muerto cuando ella tan solo era una niña, y él se había convertido en su padre.
-Claro que iremos, un día te lo prometo.
Al día siguiente era domingo y era costumbre para Trudy y Leonora ir a la primera misa muy temprano.
-La señora Amelia regresó peor que nunca, no sabes Leonora, ayer duró dos horas completas platicándole a la niña Hana sobre su magnífico viaje. – El comentario le causó gracia a Leonora.
-Esperemos que los niños vengan pronto, de esa manera la señora madurara y dejará de ser tan presumida y mimada. - Pero el comentario más que tranquilizar a Trudy le causó aún más inquietud, Leonora lo notó y no pudo dejar de preguntar…
- ¿Qué le pasa Trudy? ¿No quiere ver niños corriendo por esa enorme casa?
-Si hija, me encantaría, pero… - y de nuevo Trudy ahogó sus palabras.
De regreso de la iglesia Leonora de dijo que cogería un caballo para ir al pueblo a echar sus cartas al buzón del correo para que salieran el lunes a primera hora.
- ¡Trudy! – Le llamó Hassan - ¿Y la señorita que contraté para hacer las traducciones aún no se ha presentado? – A Trudy le extrañó la pregunta.
-La señorita Hayden lleva con nosotros como un mes señor.
- ¿No estaba ayer cuando llegamos?
-Sí, hasta la saludó. – Hassan puso cara de extraño, ya que en verdad no la recordaba.
A la hora de comida Hana le dijo a Trudy que siguiera poniendo el servicio de Leonora en la mesa junto a ella.
-Espero que no les moleste, - Les dijo a su hermano y cuñada, - la señorita Hayden me ha estado acompañando a la mesa todos estos días, y me parece que es de mal gusto apartarla ahora que han llegado.
-A mí no me molesta. – Dijo Hassan.