A la mañana siguiente Leonora fue puntual a la biblioteca, había pasado un par de horas y estaba completamente absorta en las traducciones cuando entró Hassan, el corazón de Leonora comenzó a latir muy fuerte y un rubor subió a sus mejillas, Hassan lo notó, pero no dijo nada.
-Señorita Hayden que bien encontrarla aquí trabajando.
-Para eso me paga señor, es mi obligación y trato de cumplirlo. – Hassan se sentó en el escritorio justo enfrente de ella, le comenzó a decir todo lo que había hecho hasta ese momento.
-Para tener un mes aquí ha logrado avanzar mucho. – Leonora le mostró una sonrisa y los dos continuaron en silencio trabajando hasta que Leonora le dijo…
-Es muy gentil de su parte. – Hassan no comprendió el comentario.
- ¿A qué se refiere?
-A las traducciones, con todos estos interesantes libros de autores árabes, les dará la oportunidad de que sus obras sean leídos por millones de personas.
-Me temo que mi interés en hacer estas traducciones, va más allá de un bien a los autores, es más bien por vanidad, - Leonora lo miró extrañada, no comprendía lo que decía, - si es verdad, - comentó al ver la expresión de Leonora, - quiero que sean leídos por los ingleses, pero lo que más quiero es que se den cuenta de que los escritores árabes son igual de buenos que los ingleses, aunque al final mi vanidad se reducirá a una buena acción. – Hassan le sonrió, Leonora vio cómo se dibujaban unos hoyuelos en sus mejillas, le gustaron tanto que tuvo que agachar la mirada para disimular su rubor. – En su currículum decía que sabe hablar árabe.
-Si un poco. – Hassan no lo resistió y comenzó a hablarle en árabe, Leonora contestó a todas sus preguntas con fluidez, en eso estaban cuando fueron interrumpidos por Amelia quien quería saber qué era lo que pasaba en la biblioteca.
- ¿Interrumpo?
-No querida, tú nunca interrumpes, ven haznos compañía. – Hassan la quería tanto que su sola presencia le agradaba, mientras que Leonora por el contrario se sintió incomoda, Amelia se acercó a ellos, puso los codos en el escritorio y recargó su mentón en las manos, dio un vistazo a los libros y a los demás manuscritos y le pareció de lo más aburrido.
-Recibí una carta de mi amiga Pipa Brighton. – Interrumpió cuando vio que los dos estaban absortos en sus libros.
-Que bien ¿Y qué dice? – Pregunto sin mostrarle menor atención.
-Dice que el esposo de Dorothy Anderson le regaló una gargantilla de diamantes, – pero Hassan continuaba con el libro, - oh… Hassan yo también quiero una gargantilla de diamantes, - Amelia puso una cara de niña mimada, lo que a Leonora le causó gracia y casi suelta la risa, pero lo disimuló y continuó en lo suyo.
-La próxima vez que vayamos a Londres te la compraré, la más hermosa gargantilla que hayas visto. - El comentario puso tan de buenas a Amelia que le sonrió, puso sus blancas manos en el cuello de Hassan y le dio un tierno beso en la mejilla. – Leonora que vio todo sintió como se le oprimía el corazón.
- ¡Oh Gracias mi amor! Eres tan lindo, voy a decirle a Carlota que prepare pollo dulce, sé que es tu favorito, como vez yo también sé consentirte. – Hassan con una gran sonrisa le besó su mano, Amelia salió de la biblioteca.
-Es un encanto. – Comentó Hassan, Leonora no quería expresar lo que realmente le pareció, un teatro de mujer celosa por estar su marido solo en una habitación con otra mujer, y un antojo de niña berrinchuda por la gargantilla, se limitó a sonreírle y decir…
-Lo es señor, una hermosa y fina dama. – Luego pensó “y engreída, vanidosa y caprichosa”.
Al mediodía cuando Leonora iba al comedor sintió como unos brazos la tomaban y la jalaban a un rincón, un poco asombrada al ver que era Hana que se ponía un dedo en los labios señal de silencio.
-Señorita Hayden le pido que nos acompañe al señor Smith y a mí a un paseo a caballo esta tarde, – Hana estaba un poco agitada volteó en ambas direcciones para cerciorarse que nadie las estuviera escuchando, - mi hermano jamás me permitiría ir a mi sola a cabalgar en compañía del señor Smith la necesito como chaperón. – A Leonora le causó gracia el comentario.
-Está bien, si, - contestó con una sonrisa, - los acompañaré.
- ¡Hay… gracias señorita Hayden! – La cara de Hana radiaba de alegría.
Ya sentados a la mesa, Leonora descubrió a Amelia que la miraba con resentimiento, como pensando que nunca se podría librar de su desagradable presencia, pero Leonora decidió no prestar atención y disfrutar del pollo dulce que nunca había comido y le encantó.
-Hermano la señorita Hayden y yo saldremos a pasear a caballo esta tarde, acompañadas por el señor Smith, espero que estés de acuerdo. – Hassan que no le pasaba por la mente, el que su hermanita estuviera entusiasmada por el caporal, no encontró nada malo y aprobó el paseo, pero a Amelia no se le pasaba nada, tuvo un mal presentimiento.
-Cuando venga mi hermano espero que también lo invites a pasear una que otra vez, a él le encanta montar.
-Si Amelia, lo haré. – Pero a Hana para nada le apetecía pasear con Julián Rostfor.
-He pensado mandarle una carta a mi hermano y dinero en ella para que me compre unos tres o cuatro vestidos, los que tengo están fuera de temporada, ¿qué dices Hana? ¿Quieres que también te mande pedir unos para ti?