Claudia, Lola y Lidia se habían esmerado, pusieron jarrones con flores, las cortinas finas en los ventanales no tenían ni una arruga, los sillones con sus cojines olían a limpio, una gran mesa con todos los bocadillos y bebidas, a los candelabros no le faltaba ni una vela, y todo estaba bien iluminado. Las damas comenzaron a entrar, la mayoría de los caballeros ya estaban en el salón, todos usaban sus mejores trajes, Amelia ataviada con un vestido verde y joyas esmeralda regalo de su marido, era por mucho la más hermosa de las jóvenes, Hassan se sentía orgulloso de su esposa, Alexander que llegó un poco después, se quedó boquiabierto al verla, fue directo a ella y le besó la mano, todos se dieron cuenta, pero lo tomaron cono un cumplido hacia la anfitriona.
Leonora fue una de las últimas en entrar al salón, los presentes no pudieron evitar volverse a verla.
- ¿Quién es la joven que acaba de entrar? – Preguntó la condesa Azucena, a Hassan que estaba junto a ella.
-Mil disculpas, - y con voz en alto les dijo a todos, - ¡Permítanme presentarles a la Señoría Leonora Hayden! – Todos inclinaron la cabeza en señal de saludo, Leonora sonrojada hizo lo mismo, - La señorita Hayden trabaja conmigo traduciendo libros y pergaminos árabes. – Los ojos enormes y labios cereza de Leonora de inmediato llamaron la atención de Gilberto Batista el español acompañante del vizconde Alexander, sin perder tiempo se acercó a ella y se presentó.
-Gilberto Batista de Salamanca. – El joven se inclinó.
-Mucho gusto señor Batista.
- ¿Entonces usted es una arqueóloga?
-No, - dijo ella sonriendo, - me gustaría, pero yo estudié redacción, pero hice una tesis en la historia egipcia, ya que me llama la atención, aprendí el idioma y a traducir jeroglíficos.
-Es muy interesante, ¿Le gusta el vino, señorita Hayden?
-No mucho, pero esta vez lo tomaré. – Leonora tomó la copa y le dio un buen trago, mirando con recelo a Amelia que estaba a unos pasos del salón, Amelia por su parte la sorprendía viéndola levantó una ceja y fingió no poner atención en ella.
-Yo me dedico a los vinos, tengo una hacienda con grandes viñedos.
-Ha de ser muy hermoso.
-Lo es. – Pero la plática fue interrumpida por Jonás Clayton, quien acababa de entrar a salón, se asombró al ver a Leonora ahí.
-Leonora – Le dijo con toda familiaridad, a Gilberto no le pareció.
-Jonás – Dijo ella con una gran sonrisa, él le beso la mano.
-Qué alegría encontrarte aquí.
-Yo trabajo aquí.
-Maggie me comentó que trabajabas traduciendo libros con una familia, pero no me dijo con quién.
-Pues aquí, con la familia Al Rashid, pero dime ¿Cómo viste a Maggie? ¿Está bien? – Gilberto se sintió despojado de la plática.
-Está bien, tan hermosa como siempre, también vi a Julia en una ocasión.
- ¿Y cómo está?
-Se veía muy bien, le he escrito a Maggie ahora que anda de gira.
- ¿Sabes en donde está ahora?
-En Rusia.
-Rusia – repitió Leonora, con la mirada perdida imaginando los palacios de San Petersburgo, que en alguna ocasión vio en algún libro, - ha de ser hermoso, que dicha poder viajar a ese país.
-Sí, toda una aventura.
Dorothy se dio cuenta que la belleza de la traductora atrajo de inmediato a dos de los jóvenes, fue directo a hacia Amelia para dejárselo ver.
-Es muy bonita la señorita Hayden. – Amelia que no hacía otra cosa más que intercambiar mirada con Alexander regresó a la realidad.
-Ah… si, la señorita Hayden es bonita, pero simple y si no fuera por sus estudios, quién sabe dónde estaría ahora la pobre, es de tan bajo linaje.
-Me parece que al señor Clayton no le es indiferente su falta de linaje. – Y Amelia se les quedó viendo, en verdad tenía una plática cerrada, no sabían de qué se trataba, pero los dos conversaban plácidamente. - ¿Y no te mortifica que una joven tan hermosa ande merodeando por toda la mansión? – Amelia le fingió una sonrisa.
-Para nada querida, ella simplemente no existe ni para mí ni para mi marido. Pero mientras Leonora platicaba con Jonás, ella no perdió detalle de Amelia y Alexander, fue la única que se percató de las miradas entre ellos.
La música comenzó a sonar, Amelia y Hassan abrieron el baile, después los siguieron los demás, en la segunda pieza Alexander sin poder resistir más fue hacia Hassan y le pidió un vals con su esposa, Hassan como todo un caballero se la cedió, Leonora que quería escuchar lo que decían no declinó la invitación que le hizo Gilberto quien quería retomar su plática interrumpida por Jonás.
-Es usted una joven hermosa señorita Hayden – Leonora solo le sonrió, le molestaba que Gilberto estuviera hablando cuando quería escuchar la conversación de Amelia y Alexander, lo único que pudo oír fue en el kiosco del jardín en la tarde, lo cual Leonora lo interpretó como una cita.
-Me gustaría que algún día fuera a visitarme a Salamanca, - Pero vio que Leonora no le hizo el menor caso, que su mirada estaba fija en otro lado, - ¡Señorita Hayden! – Le habló para regresarla.