Unas semanas después Leonora recibió carta de Hana.
“Querida señorita Hayden; la estancia con mi tía Sara, es un deleite, mi hermano me mandó aquí como castigo pero mi tía me quiere y yo a ella, lo único malo es el estar lejos del señor Smith, pero no te podrás imaginar lo que ha pasado, mi tía me animaba a ir a fiesta y bailes a los cuales fui de muy mala gana, el señor Julián hermano de mi cuñada venía casi todos los días a visitarme pero mi tía al verlo notablemente embriagado se disgustó tanto que terminó por correrlo, yo di gracias por librarme de tremenda facha de caballero, pero luego una tarde que mi tía y yo bordábamos tranquilamente, sonó la campanilla de la puerta, el sirviente después de abrir, fue y nos anunció que el señor Smith deseaba vernos, yo temblé completa, mi tía me miró con ojos fulminantes, pero es muy buena persona, y no se deja guiar por las clases sociales, a ella le gusta ver más el interior de las personas, así que lo dejo pasar a la sala, Nathan iba tan bien vestido que hasta a mí me sorprendió, pasaba por todo un caballero, de la manera más correcta saludó a mi tía, lo invitamos a tomar el té, nos contó que ahora trabajaba para una gran familia y que le iba bien, se tomó unos días libres para cumplir la promesa que me había hecho cuando nos despedimos, Nathan se me quedó viendo, “le dije a la señorita Al Rashid que vendría a Londres a visitarla y estoy aquí”, al siguiente día nos acompañó a pasear por el parque, y tengo que decirlo, Nathan se ganó la simpatía de mi tía, después de unos hermosos días viendo a Nathan, él se regresó a Kendal, yo ahora estoy muy triste, solo espero el día en que me vuelva a encontrar con mi amado Nathan. Espero que se encuentre muy bien señorita Hayden, mejor de lo que estoy yo, me despido de usted, su buena amiga Hana Al Rashid.
Leonora sintió mucha alegría de que Nathan fuera tan valiente de ir a visitar a Hana.
Estaba en la biblioteca trabajando con Hassan, esté también había recibido una carta, pero de su tía Sara Jones, él la leía y fruncía el ceño, Leonora notó que no le estaba gustando mucho lo decía la carta.
“Mi muy querido sobrino; te mando esta carta avisándote que tu hermana y yo iremos a visitarlos, me enviaste a Hana para que se olvidara de un amor que a tu parecer era indigno, tengo que decirte sobrino que he tenido el placer de conocer al señor Smith, me ha mostrado su espíritu y su buen corazón, lo encuentro un joven de buen carácter y no veo que ningún otro joven que pueda hacer feliz a mi querida Hana, he conocido al señor Rostfor tu cuñado y en él sí que encontré varios defectos, en particular su manera de beber, para empezar, también me he informado que es un bueno para nada y dilapida cada penique que cae en sus manos, sin hablar de sus múltiples amantes, yo estuve en contra de tu matrimonio con Amelia Rostfor, porque yo tenía mis motivos para no aceptarla, tu hiciste a un lado mi opinión, pero no harás lo mismo con Hana, su felicidad esta sobre todo, de manera que prepárate para recibirnos y de tener largas discusiones entre nosotros, esperando que te encuentres en excelente salud, tu tía Sara Jones”.
Terminó la carta y suspiró, se levantó del asiento, dio unos pasos, se puso los brazos por detrás en señal de reflexión.
-Señorita Hayden ¿en qué concepto tiene al señor Smith?
-Es extraño, ya me habían hecho antes esa pregunta, - dijo Leonora recordando cuando Hana le preguntó lo mismo, - y le contestaré con toda la verdad, creo que es un hombre trabajador, sencillo y de nobles sentimientos, y si no se le puede llamar caballero por su falta de fortuna, estoy segura que de tenerla, fuera un perfecto caballero, que no derrocharía su fortuna, no se daría a los vicios. – En esto Leonora hacía alusión a Julián que venía de una noble familia, pero con el vacío del alcohol. Hassan solo se le quedó viendo, pero no dijo nada, seguramente estaba reflexionando en lo que le acababa de decir.
La tía Sara y Hana llegaron un medio día, Hana estaba especialmente contenta, la tía y sobrino se saludaron fríamente, lo que entristecía a Hassan ya que adoraba a su tía, que era su única pariente, Sara de un carácter muy particular, cariñosa al extremo y dura y empecinada del otro, pero Hassan que era un hombre de carácter, tampoco cedería tan fácil. Por la tarde los dos se encerraron en el saloncito de estar, el encuentro duró unos veinte minutos, pero cada uno salió con tremenda cara, lo que se notaba que no habían llegado a entenderse. La que sufría más con todo era la pobre Hana, mientras que en la habitación matrimonial Amelia incitaba a Hassan a no dejarse engatusar por su tía ni por Hana, alegando que todo mundo vería a su hermana como una loca sin ningún tipo de decoro ni moral. Hassan trató de evitar más encuentros con su tía, pero una semana después Sara viendo que no estaba tomando en serio el asunto, se dirigió a él cuando estaban todos reunidos a la hora del té.
-Bien mi querido sobrino, yo vine aquí por una razón, - Hassan se incomodó, Hana se puso nerviosa y Amelia frunció el ceño, - vasta de que le des tantas vueltas al asunto, tienes que dar tu permiso para que Hana sea desposada por el señor Smith. – Hana se quedó mirando a su hermano con ojos implorantes, Hassan la miraba, sentía que perdía a su pequeña hermanita.
- ¿Pero se han vuelto locas las dos? El señor Smith está muy por debajo de la clase de Hana.
- ¡Pamplinas! – Exclamó la señora sacando su carácter, - es un buen hombre y con eso es suficiente.
-No es suficiente para nasa tía Sara, - comentó Amelia, pero nunca se hubiera atrevido a contradecirla, se volvió hacia ella y sin ningún tipo de contemplación y dijo.