Leonora H

CAPITULO 26

Los preparativos de la boda de Leonora comenzaron, el ajuar fue comprado en la casa de modas de la señora Catalina, quien no podía creer lo hermosa que se había puesto la chiquilla flaca y sin chiste que trabajó para ella, llevando recados y vestidos a las casas, le dijo que su madre estaría muy orgullosa de ella y la felicitó por su buena suerte.

-Te tengo una sorpresa, - le dijo la señora Catalina, se demoró un rato, pero luego regresó con un vestido, - este vestido fue bordado por tu madre, - le dijo, Leonora fue hacia él y toco la tela, no tenía la menor duda, aquel delicado bordado era obra de su madre, - al verlo tan hermoso yo lo guardé para cuando viniera una novia muy especial, parece que el destino te lo tenía para a ti. – Leonora le sonrió en señal de aprobación, Hana que estaba junto a ella también se quedó impresionada por la belleza del vestido.

-Que hermoso Leonora, es como si tu madre quisiera estar acompañándote en tu boda con este visto. – Las palabras de Hana hicieron que las lágrimas rodaran en las mejillas de Leonora.

Hana y la tía Sara arreglaron todo, igual que Leonora había ayudado a Hana es su boda, las tres andaban de aquí para allá como un torbellino, la capilla cerca de la mansión estaba llena de peonias rosa pastel, rosas blancas, hortensias moradas y orquídeas rosa fuerte.  Leonora caminaba rumbo al altar con su vestido blanco, Hassan la esperaba en el altar cuando llegó a su lado le dio gusto al ver que de joyas solo llevaba su anillo de compromiso y el modesto collar de perlas que él le había regalado una navidad, él le beso su mano y juntos escucharon el sermón del parroco, en las bancas se encontraban sus amigas con sus esposos, la señora Margarita Tenkerville a la que Leonora agradecía por haber sido tan buena con su madre, su tío Carlos Ferguson había asistido solo, jamás Clara y Gloria aceptaron ir a la boda de la sobrina caída en desgracia y luego venida a más, también estuvo su querido profesor Asir, sin él su vida hubiera sido otra, él fue quien la mandó con Hassan a trabajar, Hana y Nathan en primera fila, ella con una gran sonrisa, enseguida la tía Sara que tenía todas las esperanzas en Leonora para hacer feliz a su sobrino.  La fiesta fue en el gran salón, Trudy y las demás se habían esmerado en que todo quedara perfecto, la pareja bailó toda la noche, platicaron todos, comieron los ricos platillos de Carlota quién se esforzó en sus creaciones, todos disfrutaron de la fiesta.  Ya de madrugada los recién casados se retiraron a su habitación, Leonora visiblemente sonrojada por lo que correspondía a una pareja recién casada, pero al estar solos en la habitación, ella se puso un bonito camisón de encaje que le había comprado Hana para la ocasión, ella ya había pasado por la primera noche de bodas, le dijo que su hermano se volvería loco al verla con ese camisón de encaje, y así fue, Hassan no podia dejar de mirar a su esposa, se acercó a ella le dio un tierno beso y le dijo…

-Eres una mujer hermosa, - Leonora lo veía con sus enormes ojos negros, - me sigue gustando como la primera vez.

- ¿Qué? – preguntó ella con voz entrecortada.

-Tú rubor en las mejillas, le da un color rosado especial. –Ella le sonrió, él la comenzó a besar tiernamente, los dos se admiraban mutuamente, él veía su esbelta figura, alta y bien torneada, sus ojos grandes con sus largas pestañas que lo miraban un poco asustada, ella veía a un hombre alto, fuerte, musculoso, que guapo era, se deleitaran y disfrutaron mutuamente por que realmente se amaban, la noche pasó en un derroche de romanticismo.

Dos años pasaron, Leonora y Hassan estaban más enamorados el uno por el otro, pero les faltaba la compañía de hijos que hasta entonces Dios no se los habían mandado, Hana ya tenía una hermosa niña, y recién había tenido otra, Leonora se notaba deprimida, algo que Hassan notaba y le dolía, quería tanto a su esposa que cualquier cosa que le pasara le afectaba, solo quería verla feliz.  Hana y Nathan habían estado de visita con las dos niñas por navidad, Leonora había disfrutado de su compañía y cuando regresaron a Londres las extrañó mucho.  

-No creí que se pudiera llegar a querer tanto a los niños ajenos. – Le comentó mirando por la ventana, afuera estaba todo nevado, unas gruesas nubes no dejaban pasar el sol haciendo ver todo muy gris.

-He estado pensando en algo. – Le dijo Hassan, sabiendo que su idea la animaría.

- ¿En qué? – Le preguntó ella con sus ojos tristes.

-En regresar a Egipto. – Leonora se volvió a verlo, Hassan pudo ver como sus ojos comenzaban a iluminarse cuando Leonora recordó el Cairo, el desierto, las pirámides, le sonrió.

-Regresemos Hassan, vamos a esas dunas, al río Nilo, al calor, a las pirámides – Hassan le sonrió al verla llena de alegría, - en el Cairo traduciendo jeroglíficos me olvidaré de lo mucho que quiero tener hijos, tendré en que distraerme.

-Alista todo saldremos en una semana. – Leonora se le echo a sus brazos, para agradecerle.

Los esposos comenzaron el viaje por tierra, pasando por Francia, Suecia, Austria, Croacia, y todos los países hasta llegar a Grecia donde tomaron un barco hacia Alejandría, por todos los países que pasaron vieron y visitaron hermosas ciudades, el viaje fue como un viaje de bodas.  Llegaron a el Cairo, Leonora estaba emocionada, de inmediato se puso en contacto con Ibrahim para poder ayudarle a traducir los dibujos en las paredes de las tumbas.  La pareja comenzó un viaje por Egipto visitando varios lugares, después de un par de meses, Leonora se dio cuenta que estaba embarazada, la caravana de camellos en los que iban rumbo a Abu Simbel, descansaba a las orillas del río Nilo, era una tarde con una brisa fresca, el sol estaba a punto de ocultarse, Hassan estaba sentado a la sombra de una palmera cuando llegó Leonora con una túnica blanca vaporosa y fresca por el calor.



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En el texto hay: romance, desierto, piramides

Editado: 14.06.2022

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