> durante la t a r d e <
La tarde ya había llegado, haciendo que Beomgyu se acordara de cuán eternas fueron las clases de ese día. Pero ya acabadas, tenía otros planes: devolver la enciclopedia que había ido a buscar el día anterior como encargo de su padre, y así lo estaba haciendo.
Mierda. Se llevó una sorpresa al plantarse en la entrada. Va a creer que soy un maldito acosador, pensó.
Entró, todavía dudando. Se ve que estaba ahí como recepcionista. Traía una camisa blanca con pantalones y zapatos negros, y un saco beige. Su talento para la moda fuera de la escuela era ridículamente estupendo. En las clases se vestía como un matón sólo por sus amigos.
一Hey.
一Hey 一saludó con un movimiento de cabeza.
Silencio.
一Vengo a… devolver esto 一dijo levantando el libro.
一Qué bien.
Más silencio.
一Oye ¿te gustaría hablar del trabajo? Mi turno terminará pronto, podemos ir a algún lado.
Sus palabras salieron solas de su boca, como si ésta fuera totalmente autónoma.
El pelinegro arqueó una ceja. No podía evitar sentirse raro ante la inocente pero peculiar propuesta.
Se miraron. Luego de unos segundos el menor simplemente dijo:
一Claro, te espero 一sonriente hizo una reverencia, yéndose fuera del lugar para esperar a su compañero.
Como bien dijo, al cabo de diez minutos ya estaba fuera del lugar. Dejó las llaves debajo del tapete de bienvenida, yéndose a la cafetería más cercana.
Se sientan en una de las mesas del lado de afuera del lugar, Éste estaba muy bien decorado; luces en guirnaldas, lindos colores pasteles de tonos celestes, verdes y amarillos para las paredes y hasta velas de variadas formas como centro de mesa.
一¿Qué pedirán? 一preguntó alegremente la mesera que se acercó a ellos. Una tarjetita en el delantal resaltaban cuatro letras de colores llamativos. “Sana”.
一Un café con leche, por favor.
一No estamos aquí para tomar algo 一bufó Taehyun. Choi lo convenció al cabo de unos instantes一. Bien, bien. Yo un café negro, por favor.
La mesera asintió y se fue dentro del local, dejando el pedido para preparar y seguir atendiendo a demás gente.
Minutos después, los cafés llegaron en una bandeja de plata, con cintas rosas y celestes adornando la tapa. Sana levantó de esta y apoyó las tazas en la mesa, junto con una canasta llena de macarrones de colores pasteles, como cortesía de la casa.
Taehyun lo miró con desagrado, haciendo una mueca.
一Bien 一dijo tomando un sorbo del café, depositandolo nuevamente sobre el apoya vasos一 ¿de qué querías hablar, exactamente?
El recuerdo de la noche anterior irrumpió en su mente.
“一Diablos, Taehyun, ve y dile de juntarse.
一De verdad, ya basta 一respondió cansado一. Insisto en que vamos bastante bien y no es requerida una nueva reunión.
一Hoy dormirás fuera.
一Nana, tengo diecisiete años. No harás que-
一Dije afuera.”
Por suerte no le causó un resfrío. Pero le dolía bastante la espalda a causa de armar la carpa en medio del patio trasero por casi hora y media.
一Nada en especial 一obviamente estaba haciéndose el desinteresado. Solo que ahora debía buscar una excusa coherente para la situación. Tomó de su café: ¿quién me mandó a pedir esto? Carajo, es horrible, pensaba. Hizo un ligero mohín de asco al tragar一. Solo que… Me inquietaba que Hoseok no hiciera su parte del trabajo. Es todo.
El pelinegro arqueó una ceja.
一¿Sólo eso, en serio?
一Sólo eso.
一Si tú lo dices… 一dio otro sorbo del café, prosiguiendo a jugar con sus dedos, nervioso一 Bien, con respecto a eso… Debemos hablarlo.
Charlaron un rato más. Quedaron en que Taehyun sí o sí debía convencer a Jung de participar en el trabajo o quedaría fuera de éste, obviamente teniendo problemas con el profesor el día de la exposición.
Lo pensó un poco. Tendría problemas con Taehyung si éste se enteraba de que llevó a uno de los suyos con el director. Debía tratar de empatizar con Hoseok para que participe, o al menos que no diga nada.
一Bien, lo intentaré 一se levantó de su asiento, dejando el pago total sobre la mesa y tomando camino hacia su casa.
一Espera, Taehyun 一el pelinegro lo tomó de la mano, abriéndola y dejando el pago nuevamente en su mano一. Yo invito一dijo con una sonrisa.
Ahora el menor era quien se retiraba a dejar su dinero en la mesa, para finalmente retirarse a su casa. El otro sólo se dedicaba a mirarlo con rareza.
Llegó a su casa. Subió a su habitación dejando su mochila a un lado. Se bañó, se cambió y finalmente se recostó. Pero esta vez no podía pegar el ojo; no se le salía ese recuerdo, esa sensación de su mente al sentir el cálido toque de su compañero en la palma de la mano.
Miro la extremidad con detenimiento. Dudó por un segundo.
一No, no. Es por el café, sí, el café.