Let my cry

capítulo 8

El guerrero

 

Ser un niñito de mamá es algo, pero ser un niño con el síndrome del emperador es otra cosa y más aún, cuando nadie te limita. Danny Evans, a su tan corta edad, se convirtió en un completo tirano. En su vida, nunca existió espacio en una oración para el no. Hasta que conoció a Dorian Haider, completamente distinto, llego a odiarlo por ello, pero a la vez, se dio cuenta que de nada servía molestarse con semejante tontería, en el conoció a un espléndido rival, digno de su amistad. Los niños pueden llegar a ser crueles, muchas veces sin saberlo. En reiteradas ocasiones observo el rostro ensombrecido de Dorian, por tristeza y lágrimas.

Los golpes no resuelven nada, incluso llegan a empeorar las cosas, eso lo aprendió por las malas. Por primera vez en su corta existencia, experimento lo que se sentía el dolor ajeno, quiso pararlo, evitando fortalecer ese lazo invencible que tenía con Dorian, pero le fue imposible evitarlo. Él era ese algo, que le faltaba a su vida, al igual que el sol no podía existir sin la luna, ellos eran igual. Dorian, siempre tan radiante y alegre, mientras que Danny, tan distantes, tan frío, pero siendo arrastrado por la presencia ajena, en busca de su contacto, su cercanía.

La etapa de la niñez, es una de las mejores, vivimos sin preocupaciones, sin importarnos lo que pueda suceder mañana. Danny, añoraba esos días, los años habían afectado y favorecido su relación, intento varias veces tapar con un dedo el sol, ignorando sus sentimientos antinaturales, como el los solía llamar. Pero el ser humano es un ser egoísta por naturaleza, siempre va desear o querer más. Danny, no lo noto en un principio, prefirió ignorar o tratar de borrar la simple idea de su mente, con fiestas y todo tipo de encuentros con distintas muchachas. Pero la duda estuvo siempre ahí, apuñalándolo por salir, por ir tras el culpable de sus dolores de cabeza. Un completo bicho raro, así era como se sentía, no le era normal ver con amor, al amigo que alguna vez llamó hermano, creía que estaba aprovechándose de la amabilidad ajena, que lo estaba traicionando al no verlo con los ojos de un amigo, por pedir más de lo que Dorian, le podía dar.

El día llegó, ese tan desgraciado, por el cual rezo que jamás llegara, él estaba allí cuando sucedió. Dorian, se enamoró a primera vista, según sus propias palabras, sus ojos se iluminaron. Los puñales llegaron directamente a su corazón, con constantes punzadas, su respiración se volvió irregular, salió corriendo, Dorian, lo observó irse. Se encerró en los vestidores, golpeó varias veces la misma área de la pared, hasta que sus puños la tiñeron de carmín, se dejó caer al suelo, jalándose los cabellos, se desahogó preguntándose ¿qué era lo que tenía ella, que él no tenía? solo le quedaba resignarse y ser un simple espectador en la vida de su primera primavera. Se hubiera entrometido y arruinado las cosas, pero optó por mantenerse distante, amaba demasiado a Dorian, como para dañarlo de esa manera, prefería verlo ser feliz con alguien más, a qué observar lo infeliz y solo.

Las cosas se dieron fugazmente entre Dorian y Violet. Intento aceptar las cosas, tal como se estaban dando, pero es difícil dejar morir los malos hábitos, el siempre sería un niño consentido, no le gustaba compartir. Arrastraba inocentemente a su mejor amigo con él, a cualquier ocurrencia o plan mal encaminado. Violet, jamás fue de su agrado, no solo por el simple hecho por el que estuviera con Dorian, sino que por algo existen los rumores. El jamás se consideró un busca pleitos, en su lugar prefería evitarlos a toda costa, a menos que lo buscaran, lo encontrarían con los puños listos para contraatacar. Una completa trepadora, decían muchos, entre susurros que terminaba escuchando, la mayoría eran solo eso palabras al viento. En carne propia lo vivió, totalmente cliché, la novia de su amigo con él. No porque él lo deseara, sino más bien, porque nunca se negó a cualquiera que se le ofreciera, totalmente hecho un casanova. Sabía que de enterarse Dorian, sufriría, pero ¿qué sucedía con sus sentimientos? No estaba hecho de piedra, por más que fingiera ser un completo insensible, hacerse el fuerte no le servía de mucho, sus emociones estaban hechas un desastre total. Decidió pelear contra la bruja disfrazada de cenicienta, no abandonaría al príncipe entre sus garras, se lo arrebataría, así tuviera que tomar prestado el papel de villano por un rato. Pero de qué sirve iniciar una batalla que ya está perdida.

—estoy embarazada

— ¿y porque me lo dices a mí? Porque no vas y buscas a Dorian, que no se supone que él es tu novio —respondió

— ¡tú eres el padre! — replicó molesta

—vete a echarle tus mentiras a alguien más iluso

Violet, era una oportunista, que creyó que lo atraparía. Pero al destino le gusta jugar sucio, sus padres tan curiosos, escuchando detrás de las puertas cerradas, se creyeron las palabras de Violet.  Danny, intentó advertirle sobre lo que estaba pasando a Dorian, pero no logro hacerlo. Sus padres al fin, dejaron de temerle, lo enviaron a un internado a Francia, sin que nadie se enterase sobre en donde se encontraba. Varios intentos de fuga fallidos, terminaron por hacerlo rendirse. Deseaba rescatar a Dorian, de las garras de la bruja, pero cómo hacerlo si él estaba encerrado en una torre de marfil. Sin alguna conexión con el mundo exterior los días pasaron, hasta volverse años, terminando por graduarse con honores. Enorgulleciendo a sus padres, el dolor continuaba presente, aún anhelaba volver a ver a Dorian, corrió hasta llegar a su casa, pero sus padres negaron saber en dónde se encontraba. No se rendiría, no otra vez, lo buscaría, así le costara una vida entera hacerlo, lo haría.




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