Ciudad de México, Noviembre 08, 2019.
—No voy a hacerles nada.— Aseguró el vecino. Lo conozco de vista, se llama Luis y es la primera vez que hablamos.
Aunque el portero del edificio también tenga un arma, yo no me sentía seguro del todo. Hasta se me quitó el hambre, total solo quedaba medio bolillo.
En un fallido intento me levanté de la banca, tomé el plato con la intención de irme de allí, al fin y al cabo Luis dijo que no nos haría nada, pero cuando estaba acercándome a la puerta escuché: —No haría eso si fuera tú.— Detrás de mí dijo el portero, Luis completo la frase. —Quédate, te conviene.—
Sin más remedios me quedé, la excusa de que mi madre me llamaba no me serviría, por cierto ya se habían tardado.
Calculaba las tres de la tarde cuando mucho, ninguno decía nada. Me pregunto ¿qué tengo que ver con ellos? —¿Qué estamos esperando?—
—Yo, estoy esperando que nadie cruce por esa puerta.— Me respondió el portero, mientras encendía otro cigarro.
Rápidamente se nubló y todo comenzó.
A lo lejos se escuchaban las sirenas y a medida que se acercaban, ocurrió una explosión en el edificio de a lado. La ciudad comenzó a ser un caos.
Y más temprano que tarde, alguien tocó la puerta con una agresiva intención de entrar. —¡Ábranme por favor!—
—La espera terminó.— Dijo el portero y sacó su arma apuntando a Luis, el también reaccionó.
—¿Porqué no bajas el arma?—
—¿Porqué no la bajas tú?—
—¡¿DIGANME QUE ESTÁ PASANDO?!— Y ellos me apuntaron, —Si que estás perdido.— exclamó el portero. —Bueno, a partir de ahora el sálvese quien pueda es primordial y apuntarles con un arma entra en ese punto.—
—¡Eso es asesinato!— gritó Luis.
—¡No me importa!, Yo quiero vivir.—
—¡SE QUE ESTAN ALLÍ, ABRANME LA MALDITA PUERTA!—
El portero, gritó maldiciones y fue a abrir la puerta. —Oye niño rudo, si intenta algo dispararle.— dijo el portero a Luis.
—Prometo no fallar— contestó sarcástico.
El portero apenas abrió la puerta y está fue aventada tirando al portero; salió un sujeto y cerró por fuera.
Levanté al portero y todos nos quedamos quietos.
Fui a asomarme a la orilla del edificio, alcancé a ver qué todo el mundo gritaba. Pensé qué no volvería a ver a mi familia, en todo y apunto de perder la cabeza fui interrumpido por otra llamada a la puerta.
—¡Alberto, ábrenos por favor!— Se escuchó la voz de un hombre pero Alberto no hizo caso.
—¡Alberto se están acercando!— está vez fue una mujer y parece que huían de algo o de alguien.
Alberto solo atranco la puerta con su cuerpo.
Sea lo que sea, los alcanzó. Y escuché los gritos más desgarradores de mi vida.
—Los dejaste morir…— dijo Luis.—
—Si quieres ve a salvarlos pero cierra la puerta.— Le respondió Alberto, sin moverse.
—Desgraciado…— le susurró el portero.
Alguien cayó en nuestra azotea de otro edificio mucho más alto, nos asustamos. Más fue nuestra sorpresa cuando esté se levantó e intentó atacarnos pero fue derribado por una ráfaga de balas.
—¿Ahora entiendes lo que pasa niño?— me dijo el portero; se dio media vuelta y fue a abrir una compuerta que está en el suelo.
Entendí lo que pasaba, me senté en el suelo y comí el resto del bolillo. Alberto estaba buscándome la mirada —Yo te conozco— lo ignoré y Luis le dijo que me dejara mientras le enseñaba su arma.
El portero sugirió bajar y escapar de allí, pensamos que sería buena idea.
—Yo vengo de allá abajo, no pienso volver.—
—¿Qué sugieres entonces?, ¿Qué nos quedemos?— insistió el portero, mientras proseguía, nos mirábamos entre nosotros. —esas cosas no tardarán en venir acá. Propongo estar juntos hasta salir del edificio.
—Nadie durará mucho estando allá afuera sólo. El caos terminará al anochecer.— dije captado la atención de todos.
Acordamos bajar al anochecer por la compuerta pero Alberto no hizo caso.
Les propuse ir a mi casa con la esperanza de que mi familia estuviera allí. bajando por el edificio Alberto nos asustó, dijo que bajo por la otra puerta y que no vio nada fuera de lo habitual.
Por fin llegamos a mi casa. No encontré a mi familia, todos se calmaron y llamé a mi madre pero nada.