Letal-Shot

PETRICOR

Me quedé acostado en el sillón, la cabeza me retumba.  
Los primeros truenos sobre la ciudad y la lluvia que se avecinaba sólo complicaría las cosas si el plan era realmente salir. 
Rodeado por todos, vi a Hunter mirando por la ventana. Mi experimento fue un éxito, ahora era más que una inteligencia artificial. 
—Creí que no despertarías.— le dije. 
—Pensé lo mismo de ti.— 
—¿Tú me golpeaste? 
—Creo que te lo merecías por lo que hiciste en el torneo.— Rezongándome. 
—¡Ah! ¿Ahora es mi culpa que casi pierdas? 
—¿Disculpa?, ¿quién estaba mirándole el atractivo a la francesa? 
—Ajá… ¿Y quién no siguió mis órdenes en dos ocasiones?, ¿quieres que te desactive? 
—¿Y tú quieres que te rompa otro florero en la nuca? 
—Va a ser una larga noche… — dijo Luis. 
—Dejen de pelearse los dos. Neo, ¿Qué vas a hacer? — No tengo respuesta a lo que pregunta el Arquero, pero por ahora es obvio. 
—Pienso en encontrar a mi familia, Hunter vendrá conmigo y no sé, pueden ser de utilidad. 
—¿Y nosotros qué?, ¿Quién te puso a cargo mocoso?— el Arquero se molestó con mi comentario. 
Y con toda autoridad le dije que tenía un androíde que me respaldaba pero Hunter no hacía más leer una revista en el sillón. 
Hasta ahora lo único que sabíamos es que esas no son indestructibles. Tengo un par de armas que utilizaba en L-ST y municiones, era conveniente que todos tuviéramos con que defendernos. 
Hunter nos dijo que un disparo en la cabeza sería efectivo, en su defecto las piernas podrían ser buena idea. 
Salimos del edificio en una formación dirigida por Hunter, al menos nos sentíamos a salvo con él. Avanzando por la cuadra me percaté del petricor de la suave caída de la lluvia. Llegando a la altura de Díaz mirón no habíamos encontrado nada, las calles estaban solas. Siguiendo por la misma hasta la esquina de una tienda y repentinamente, Hunter alzó el puño deteniéndonos.  
Me asomé para ver qué ocurría. —No te asomes tanto— me dijo Hunter. 
—¿Cuántos son?— me susurró Luis. 
—Hay más que en un concierto de…— vi la playera de Alberto de su grupo favorito, casualmente era al que iba a insultar. —No importa.— Y no dije nada. 
Hunter nos dijo que subiéramos por el puente de insurgentes sin hacer ruido. Uno tras otro fuimos subiendo las escaleras. El último en subir fue Alberto pero en los primeros tres escalones se cayó disparando su arma. 
Llamando la atención de todos, y fueron tras nosotros. 
—¡CORRAN!— gritó Hunter y subimos el puente, hasta que esas cosas nos cerraron el paso del otro lado. 
Hunter uso el cañón de Ligthcat, destrozando el otro extremo del puente y parte del ventanal de la plaza a otro lado de la avenida insurgentes. 
Tomando nos a los cuatro, Hunter dio un salto desde el puente hasta la plaza, perdiendo el rastro de esas cosas. 
Caímos en el suelo de la plaza del segundo piso; todo estaba oscuro pero estamos a salvo. 
Mientras el Arquero se levantaba se limitó a cuestionar. —¿Qué hacemos Fórum?—  
—De compras supongo.— respondió Alberto. 
Caminando por la plaza, noté que algunos pasillos estaban encendidos, las escaleras principales estaban bloqueadas al igual que las entradas de los estacionamientos y el supermercado, la tienda de muebles, una de ropa y la pista de hielo daban señales de que había alguien allí. 
—Hunter…— en voz baja.  
—Lo sé…— me respondió. 
Luis agarró un carrito del supermercado, llevando a Alberto en este, rodando por el pasillo. El Arquero apareció con una patineta y con un extinguidor dejando escapar la nieve carbónica. 
—¿Podrían callarse?, No sabemos si es segu…— Hunter me interrumpió y me sujetó del hombro. —Déjalos, quizá está puede ser la última vez que pongan esa sonrisa. 
Luis, Alberto y el Arquero, se metieron a la pista de hielo y con unas pistolas de Nerft comenzaron a jugar y divertirse. ¿Dígame quien no lo haría? 
Después abrimos una pizzería frente a la pista de hielo y todos nos pusimos a cocinar una enorme Pizza con todos los ingredientes que habían en el refrigerador. 
—Podría quedarme aquí por mucho tiempo.— dijo Luis mientras comía una enorme rebanada de Pizza surtida. 
Estaba sentado frente a la pista, con la mitad de una rebanada. El Arquero se me acercó al verme apartado de los demás. 
—¿No vas a comer más? 
—No tengo hambre. 
—¿Qué tienes? 
—Estoy preocupado por mi familia. 
—Oye, ¿sabes por qué estamos disfrutando este momento?, Literalmente pudo ser nuestra última noche. Y ahora vivimos como tal, míralos, viven gracias a que los ayudaste. 
—Arquero, aquí entre nos, ¿confías en Alberto? 
El Arquero me miró seriamente. Sin respuesta fuimos sorprendidos. 
—“¡¿Qué hacen allí?!”




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