Letal-shot Remake

PRISION

El avión por fin llegó a la Ciudad de México.

Apenas pude cerrar los ojos por unos minutos. No tenía ánimos para lidiar con la prensa, ni para ver las caras de aquellos que buscaban disfrutar de mi fracaso... Bueno, la gente olvida rápido.

—"Lo que nadie dijo en la gala", "Hunter desconectado y Yetzel exiliado".—

La mayoría de los titulares en internet hablaban de que FalconRobotics ya se había tardado en sacarme de Letal-shot.

Desde la sala de abordar pude escuchar la radio de un preventivo en comunicación con el personal del aeropuerto. Tenían la orden de mantener a la prensa lejos de las puertas.

—Código 17. Droit sobre pasillo 5 sin novedad.—

Era obvio. A estas alturas, la prensa sabía de mi llegada.

Cuando salí, la avalancha de preguntas fue más cegadora que los reflectores.

—¿Yetzel, a qué se debe su despido de Letal-shot? ¿A qué se dedicará a partir de ahora? ¿Ya estaba enterado de que su abogado abandonó el caso? ¿Cómo afecta su amistad con James Morgan? ¿Siguen siendo amigos?—

Y nuevamente, todo se quedó en silencio. Mi mejor amigo... No importa. Sé que nada cambiará y, por supuesto, sólo él podría ocupar mi lugar.

Había logrado ignorar a la prensa y, en la calle, sería más fácil que Hunter los apartara. Pero no fue necesario. Mi madre estaba afuera, esperándome. Claro que no era de extrañar que "hiciera amigos en el aeropuerto".

—Súbete.— me dijo. Nunca había visto a mi madre tan seria. Subí al carro después de Hunter y nos fuimos de allí.

En un principio, no dijo ni una palabra hasta el primer semáforo.

—No tenías por qué venir por mí.— le recordé. Y no lo entendí hasta que la pequeña mano de mi hermana me estiró un dulce al asiento delantero.

—Tu hermana quería verte antes de su terapia.— respondió.

Esperaba un regaño por lo que pasó en la premiación, un drama por quedar mal, pero se le olvida que medio mundo me considera basura humana.

Sólo me dirigió una vez más la palabra para decirme que reparara a Hunter. Nunca le había preocupado él. Quizás lo dijo por mero consuelo.

Llegamos a mi calle. Pasó a dejarme y, hasta que no bajé del todo, decidí confrontarla:

—¿No vas a decir nada?— Lo sabía. Ella nunca se queda callada.

Resoplando con el mero temor de mi reacción, solo me dijo:

—A tu padre le aumentaron la cuota.—

—¡¿QUÉ?!— Grité.

—Máma, dime que no apostó otra vez.—

—Apostó la casa. A favor de James.—

No le bastó con volver a apostar y perder. Al contrario, apostó una casa que no le pertenecía en absoluto. Y en mi contra.

—Aparte de terco, pendejo... Mamá, ¿por qué dejaste que apostara? ¡Necesitaba un fiador por lo menos para entrar! ¿Qué le diste?—

—Él tenía dinero en su cuenta bancaria. Me lo transfirió y se lo di.—

—¿Mamá, sabes cuánto dinero me debe? ¿Sabes cuánto debemos por esa puta casa?—

Cada vez que mi madre abría la boca, solo empeoraba todo. Hunter no se movió. Sólo reaccionó cuando golpeé el techo del carro. Mi hermana, entonces, empezó a llorar.

—Ese dinero lo repondrás rápido. Por favor, entiende los negocios de tu padre.—

—¡Y tú entiende que Bernardo me aventó a la calle! ¡NO TENGO NADA! El dinero que me queda es para el abogado, pagar la casa, arreglar a Hunter y las terapias de mi hermana.—

Ella no dejaba de llorar.

—Él no es mi padre, mamá. ¡¿Hasta cuándo vas a dejarte manipular?! No tengo por qué resolver sus problemas y no me importa. No voy a entregar la casa.—

Mi madre solo me dijo que, en la prisión, la garantía de las apuestas de su pareja estaban respaldadas por mí. Sí, el imbécil les dijo a los prisioneros que somos parientes. No tardarán en llegar las amenazas a mi puerta.

Antes de irse, mi madre me dijo que había dejado un desayuno pagado con la señora Luisa. Mientras Hunter bajaba las maletas, ella se despidió con lágrimas en los ojos. Con la certeza de que esta vez no los volvería a salvar.

Ahora no puedo ni siquiera ver por mí mismo.

Antes de subir a casa, noté que Hunter seguía inmóvil, como si estuviera atento a algo o alguien en medio de la acera. Pero sólo me indicó que no era nada de qué preocuparse.




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