L.E.T.O. — Love Exists Through Ordeal.

Capítulo 2

LEONARDO

La noche cayó, la ciudad estaba en ruinas como de costumbre, la base enemiga fue destruida por nuestros hombres, Raúl, Dante, Ivan, Valeria, April, Cherry, Pleto, Camila, Selene y yo, estábamos en la base destruida, nuestros soldados se movían en formación, de un lado a otro.

Mi pierna estaba salvada, mi vida no corre riesgo por suerte, Cherry casi llora al verlo herido, los demás se acercaron a mí para ver cómo estaba.

—Ahijado, ¿Cómo sigues? —preguntó Dante.

—Estoy bien, dentro de lo que cabe, duele, como el infierno, pero no me limita el movimiento, gracias a Iván que me ayudo, aunque Stitch se lleva más el crédito, como siempre—. Todos reímos por debajo, pero con la calma de siempre.

—¿Quieres comer algo o prefieres descansar? —Pregunto April, —estoy bien April, no tienes por qué cuidarme siempre, además no es la primera herida que recibí no será la última —dándole una pequeña sonrisa.

—De acuerdo, solo, bueno, eres el único niño aquí, así que los instintos maternales siempre están alertos —me sonrió dulcemente, aunque no siempre creo que lo haga así de dulce como se muestra.

—¿Maternal, dices?, ¿Segura eres mujer? —Pregunté entrecerrando los ojos, ganándome un golpe en la herida con su talón.

—Ayy, idiota, era broma, no tenían que ser tan violenta— me quejé sacándole la lengua mientras me sobo la herida vendada.

—En fin, está base fue destruidas, los pocos soldados que quedan fueron encerrados para interrogatorio, —informó Selene. Mirándonos a todos mientras luego a la base en llamas.

—Leto —me miró.

—¿Realmente quieres seguir aquí? —Preguntó con seriedad en su voz, pero sin mirarme.

Los demás se callaron y miraron entre los dos, luego voltee a ver el campamento, grabándose en su memoria está escena, soltando un suspiro y colocando el arma aún lado de mí, pero sin soltarla.

—Esto es todo lo que conozco, Selene. Los seguí porque no tenía nada más que hacer o vivir cuando me rescataron —. Dije mirándola fijamente, pero ella seguía sin verme.

Hace ocho años, yo vivía en Estados Unidos, un niño normal, creo que, con una familia normal, no recuerdo mucho, pero un día, me secuestraron. No era el típico secuestro, ni siquiera para intercambiar o algo, sino que fue de un grupo de gente que traficaba personas.

Y yo, lastimosamente fui un objetivo cuando tenía diez años, estuve encerrado por semanas dentro de una habitación con más personas que acabaron como yo, secuestradas y sin saber cuál era su paradero próximo.

Estaba seguro de que moriría ahí, pero gracias a una anciana me alimentaba con sus raciones de comida, cuando la daban, aunque al final terminó muriendo, pero dejándome el nombre de su hijo, Leonardo.

No recuerdo cuál es mi nombre real, ni mucho menos en que parte de Estados Unidos vivía, ni como eran mis padres, si es que tenía alguno.

Hasta que un día, se escucharon disparos, gritos y olía a sangre, el olor al metal y el suelo sucio, hasta que un grupo de personas entro en la habitación donde estábamos. Sus armas nos apuntaron, todos subieron las manos y rogábamos por nuestras vidas, incluso un chico más grande que yo me protegió, cubriéndome con su cuerpo y abrazándome, hasta que esa gente dijo—: Estamos aquí para eliminar a estas personas que las secuestraron, pero no a matarlos a ustedes.

Esas palabras fueron un alivio para mi alma ese día, esa noche más bien, algunos reían llorando, abrazados a otros, agradeciendo que nos salvaron.

Pero luego miraron a nuestra dirección, el chico me protegió de nuevo mientras yo temblaba y lo abrazaba, luego uno de esos hombres se acercó a nosotros dos, pasos lentos, bajando su arma aún lado y levantando las manos, —tranquilos, no les haré daño —dijo ese hombre, con cuidado, se quitó su mochila, abriéndola con cuidado, y sacando algo de ahí.

Unas galletas y agua, —tengan, creo que tendrán hambre y sed —dijo ofreciendo la comida en sus manos, el chico me abrazo más fuerte y el hombre nos miraba con una mezcla de dolor e irá, pero era irá no iba hacia nosotros, dejando la comida y el agua en el suelo.

—Lo dejaré aquí, cómanselo y ahora regresamos por ustedes ¿Si? Nos dijo mientras se alejaba y agarraba su arma de nuevo, acercándose a la mujer que están con él, diciéndole—: cuídalos, Mirage, ya vuelvo. Saliendo por la puerta y subiendo las escaleras con pasos rápidos.

El chico que me protegía miró a la mujer que llamaron Mirage, la cual su nombre es April. Mirándonos —cómanselo, al menos un poco.

El chico se alejó un poco y con cuidado agarro la comida y el agua, ofreciéndome la comida, a mí en vez de comérsela él solo, incluso dándome el agua, —come tu primero, yo puedo aguantar —me había dicho con una sonrisa cálida y cansada.

Agarré la comida, pero no la mordí, la partí en varios pedazos y me levanté, dándole un pedazo a él, luego me moví aún señor que estaba acurrucado sobre su mismo, —señor, coma, coma —le dije mientras lo movía un poco, él levantó la cabeza un poco y abrió la boca, y yo le di la comida y le dejaba caer un poco de agua en la boca.

Y así fui moviéndome entre cuatro personas más quienes alcanzaron un poco de esa comida, y yo me quedé con una pequeña parte y algo de agua, y por fin probé el único bocado y la última gota de agua.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.