Te di todo en bandeja de plata,
dejé que me amaras tan fácil
que olvidé que podías dejarme igual de fácil.
Me quedé con las manos vacías,
con promesas rotas y besos marchitos,
dibujando tu sombra en mis noches frías,
preguntándome si alguna vez fui distinta.
Fui un reflejo en tus ojos fugaces,
un susurro que el viento arrastró,
y aunque quise aferrarme a tus brazos,
fuiste un sueño que nunca volvió.