Letras de una cabeza perdida

Diario de Sadinoel (fragmento)

(…) el sitio a la última fortaleza se había extendido por más de dos meses, las provisiones empiezan a escasear, la desmotivación se siente en el aire, mis soldados; quienes en algún momento fueron fieros guerreros, ahora yacen tendidos en el suelo viendo la vida pasar y esperando su hora para morir, aunque lo he intentado ya muchas veces mis palabras no les suben el ánimo, realmente ya no sé qué hacer, sería bastante más como si el primero en perecer fuera yo, pero así no actúa el enemigo, quieren rompernos, quieren vernos sufrir. ¡No!, No se los voy a permitir, con cada respiración el fuego dentro de mí se aviva. ¿Y que si yo solo tengo que cargar contra cientos de espadas? Haciendo un último esfuerzo libero la puerta principal donde se encontraban quince hombres haciendo guardia y arremeto contra ellos, al ver esto la moral de mis comandados empieza a subir sin freno aparente hasta el mismo cielo, puedo sentir el infierno levantarse a mi espalda, parecemos bestias salvajes en estampida y solo somos menos 250 malnutridos sobrevivientes, cargamos contra más de 700 hombres que estaban estacionados a las afueras de la fortaleza, la conmoción los atrapa desprevenidos brindándonos el factor sorpresa, la noche solo puedo describirla como una carnicería.

El sol se levanta trayendo consigo un rojo amanecer, no sé cómo, pero ninguno de los nuestros cayo la noche anterior, la masacre y barbarie que desatamos sobre nuestros captores no tiene precedente en nuestra historia. -Este es solo el  principio- le digo a los que ahora considero mis hermanos – regresar a casa será el verdadero desafío.




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