Había cierta belleza en sus ojos que me cautivababan como las estrellas en el cielo, había cierta luz que emanaba de su ser que iluminaba el oscuro corazón de mi ser. Había cierta dulzura en sus labios que hacía que mi paladar fuera tan dulce como la miel solo con contemplarlos. Había algo más extraordinario de lo que podía ver en su frágil corazón; entre los silencios y la compañía de la oscuridad podía presenciar su belleza oculta sobre las sombras y vidrios rotos en los que estaba sumergida. Tan frágil como un pétalo pero tan fuerte como el cuarzo, luz en su interior más con mucha oscuridad en el alma.