Letras Perdidas En Esta Ciudad

Una nueva fuente de inspiración

Martes 17 de octubre del 2023

Hoy, aunque me emocionaba la idea de un almuerzo con Morya había amanecido cansada y un poco decaída, mi cuerpo estaba buscando echarme a perder este día. No lo culpaba, solo que a veces ya no lo entendía.

Llamé a Marco quien siempre me ha salvaba de no terminar en mi cama todo el día con cada fiebre o infección que me daba, ha sido mi salvación durante años.

—Solo toma esto cada seis horas por dos días, mejorarás. No es nada de lo que debamos preocuparnos.

Me tendió las pastillas y le sonreí agradecida, amo a Marco y se lo repito una y otra vez para que no se le olvide nunca. No solo por ser mi médico de cabecera, es mi hermano.

Lo conozco desde hace cinco años, y al igual que Paula llegó en una de las peores etapas de mi vida para quedarse, quiero creer que aquellos que aparecen en tu vida en los peores momentos, no se van a ir nunca más de esta. Ya te han visto en un mal estado ¿Que podría ser peor?

—Gracias, sabes que te adoro Marco.

Sonrió—Eso suena a que quieres algo, interesada.

Amaba nuestra relación, Paula pensó en un principio que era mi novio, incluso me siguió insistiendo por un par de años que seríamos una buena pareja, pero nuestra relación no iba hacia ese rumbo.

Me reí—No es nada importante, es sobre lo que habíamos hablado hace un año más o menos.

De repente la sonrisa que tenía se esfumó, sabía que volver a tocar este tema no le gustaba, pero a estas alturas de mi vida su reacción no me sorprendía. Siempre con nuestro tema era una defensiva, sabía que le afectaba más que a mí.

—¿Nada importante? ¿Es en serio Odalys? Sabes que no, la respuesta es no y me importa una mierda lo que te haya hecho cambiar de opinión.

Su frustración era eminente, se levantó de mi cama y miró hacia por la ventana hacia la calle.

—No me trates así, pero es mi decisión —dije en voz baja.

Me he matado la cabeza toda la madrugada con esta idea como para que venga ahora a negarse.

Se volvió para mirarme y se cruzó de brazos optando su actitud seria y profesional que tanto odiaba. Dejaba de ser mi Marco para convertirse en doctor.

—Se que es tu decisión, pero soy tu amigo, soy tu médico y eres una hermana para mí. Por esto y por muchas otras cosas más mi respuesta siempre será un no, dime ¿Que te ha hecho cambiar de opinión cuando ya lo habíamos hablado? Cuando ya estaba decidido desde hace meses.

No quería tocar este tema porque me saldría con el mismo sermón que había escuchado de Paula acerca del amor y Morya.

—No es nada, olvídalo.

Me senté en la cama con la cabeza adolorida.

—Sabes que no puedo olvidarlo cuando se de lo que trata—me tomó la mano—es verdad, es tu decisión. Pero no te has puesto a pensar en lo que te rodeamos, y puede que suene muy egoísta pero mi respuesta siempre será un no rotundo.

En ese momento una Paula emocionada irrumpió mi habitación como si de su casa se tratara. Ella siempre cargaba consigo una llave de mi departamento, después de la muerte de mi abuela me encerré aquí por semanas, ambos pensaron que atentaría con mi vida, así que desde ahí cada uno lleva copias de las llaves consigo.

—¿Lista para tu cita de esta tarde Oda? —saludó a Marco con un beso y me miró preocupada al ver nuestras caras y el bolso médico.

—¿Esta todo bien? —nos preguntó.

Miré a Marco y supe que había descubierto el por qué mis ganas de cambiar aquella decisión que ya habíamos tomado. La noche anterior cuando desee hablar con él en el martirio de mis pensamientos nocturnos se encontraba en el hospital, y hoy nos encontramos en esta situación.

—Sí, todo bien. Solo era Odalys sintiéndose un poco mal y la vine a auxiliar.

Se despidió de ambas y me dio una mirada de advertencia, un "No te escapas de esta conversación"

—Eso fue un poco incómodo, pero no dejemos que arruine tu maravilloso día.

Me reí ante aquello y los nervios que se habían esfumado al despertar aparecieron ante su emoción.

—Estas más emocionada que yo misma—comenté poniéndome de pie y estirando mi cuerpo.

—Eso es lo que hace una buena amiga, ahora déjame ver que hay en tu closet.

Poco a poco fui contagiándome de su entusiasmo, me di una ducha y me puse un vestido abrigado, la época más fría del año ya hacía presencia y nadie podía andar sin algo cálido encima. Estaba ansiosa de que empezara a nevar, la nieve me hacía recordar mi infancia y a mi abuela.

—Pau me pasas mis vitaminas—señalé el cajón de mi escritorio—me había olvidado de tomarlas.

—Claro.

Buscó en mi escritorio y en un descuido sacó unos sobres que me había olvidado de ocultar y me los mostró para que le explicara-—¿Cartas? ¿Para quién?

—Para el nuevo amor de mi vida, soy una romántica empedernida—me acerqué riendo, se las quité y las volví a guardar donde estaban.

—Pero una tenía mi nombre, la quiero leer.

—Es una sorpresa Pau, no la arruines. Forma parte de una idea que tengo para mí próxima exhibición.

—Pero si hace una semana fue la última, y tú tardas meses en hacer otra.

—Con calma mujer, lo mejor tarda en llegar—le envolví una bufanda en su cuello—deja de insistir o hasta aquí llega tu asombrosa y exitosa vida. Me quedaré con tu fortuna y con tu hija.

—Está bien, tengo una hija—alzó los brazos como en un atraco—Déjame libre.

La solté riendo, tomé mis vitaminas y me aseguré de enllavar el cajón donde se encontraban mis sobres, no podía dejar que esto vuelva a suceder

—Tengo que irme o se me hace tarde, gracias por todo.

—Vamos, que como madre responsable te dejaré en la puerta del restaurant.

Nos reímos y juntas salimos del edificio. Su chofer nos llevó y en todo el trayecto los nervios aumentaron, casi que sentía como oprimía mi pecho.

—Calma Odalys, ni que fuera tu primera cita. Con calma, seguridad y una sonrisa para enamorarlo.

Me reí—Gracias Pau, siempre tan motivacional. Nos vemos.




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