Martes 14 de noviembre del 2023
La noche anterior me había quedado hasta tarde culminado el retrato de Mercy, además le había escrito una carta para cuando le hicieran llegar la pintura totalmente culminada.
La primera vez que tomé un pincel entre mis manos no la recuerdo con claridad, pero sé que fue mi abuela quien me lo dio y fue ella misma la que me enseñaba a mezclar colores, por cosas de la vida mi abuela nunca terminó la universidad, pero entre sus tantas historias me contaba que le fascinaba mucho dibujar y siempre se encontraba tomando talleres de dibujo técnico, pintura, entre otros. Ella me enseñó lo poco que sabía y yo realicé el arte que ella amaba. Fue la primera en ver mis obras y la primera en decirme que le encantaban.
"El día que empieces a ver el arte con ojos de dinero y no de pasión, ese día dejarás de ser artista"
—Esto fue divertido, venir a la playa y no meterse al mar debería considerarse pecado. Tenemos que repetir este viaje—comentó Javier.
Meterse al mar a una baja temperatura y luego salir corriendo a refugiarse al auto mientras nos reíamos seria uno de los recuerdos que se quedarían plasmados en mi mente, en la suya en especial.
—Podríamos, pero por ahora necesito un poco de tranquilidad y calor—reí.
Bajé el vidrio del auto y escuché las olas romperse y luego volverse a formar. Un ciclo, una secuencia que nunca acaba, caerte y levantarte, reír y llorar, morir y nacer. Todos estos obligados a vivirlos en cualquier etapa de la vida.
Me cuestionaba lo rara y mágica que es la vida, cuál de todas las teorías serán cierta de nuestra existencia, cuál es nuestra finalidad en este mundo, o el simple hecho de como existimos parece tan irreal. Quiero muchas cosas en la vida, deseos que nadie podría cumplir y sueños por los que solo tocaba suspirar.
Quisiera tener el mar más cerca de casa para poder caminar y llegar a él en menos tiempo, quisiera muchas cosas, pero deseo más otras.
—Debemos volver o se me hará más tarde.
Mor tenía una reunión pasada las ocho de la noche y teníamos que regresar antes. Ha estado ocupado con las grabaciones y entrevistas, nos hemos visto poco e hizo un espacio en su agenda para venir a trotar a la playa, donde terminé humillada por su resistencia, resistencia que yo no poseía.
Tuve que rogarle a Marco para que me diera permiso de venir a trotar luego de mis cuadros, y después de tantas suplicas y ruegos me permitió realizar la actividad siempre y cuando sea ligera, corta y sin esfuerzos de mi parte.
—Linda—me miró con esa sonrisa que tanto me gustaba—prometo que vamos a volver.
Le sonreí—Claro que lo haremos, pero cuando no haga frio y nos podamos bañar sin salir corriendo del mar.
Miré la mar despidiéndome de ella y de su arrullo, prometiendo volver a visitarla cuando pueda.
El camino de regreso siempre será de otra manera, me hará reflexionar el por qué se siente diferente si ya lo he recorrido. El camino de regreso siempre, pero siempre será de otra manera. Su paisaje es distinto, su vibra es más pesada y aún no logro descifrar el por qué. El camino de regreso me enseña a disfrutar del viaje y recordar lo bien que la pasé. El movimiento del auto hace que se me dificulte escribir esto, pero da igual cuando las palabras fluyen y no hay quien las detenga. Miro a través de la ventana el cielo que ya va tomando los colores del atardecer y las diminutas aves que aprecio me gritan en su canto que la vida siempre será de una manera diferente en cualquiera de sus etapas.
El camino de regreso me da miedo, no sé si a los demás también, pero siento que es como si me despidiera de la vida, se siente como un deja vu, y como no sentirlo de esa manera si ya lo he hecho el recorrido. El camino de regreso siempre pero siempre será diferente, tomarle una foto al cielo en este momento no sería lo mismo, y dibujarlo no le haría justicia a su belleza, pero lo guardo en mi memoria para siempre.
El camino de regreso también fue divertido, porque Javier quería una música en específico, pero no recordaba el nombre, así que dejó reproducir su Playlist con normalidad y ninguna fue la que él buscaba.
—Deberías recordar el nombre de tus canciones favoritas para la próxima.
Sonrió—Créeme que lo haré. ¿Te importa si vamos a mi departamento primero? Gano más tiempo arreglándome, además queda cerca el lugar de la entrevista de tu departamento.
—No hay problema, vamos. De paso cocino algo para los dos mientras te arreglas.
—Podemos pedir comida.
—Podemos, pero quiero cocinar—le guiñé un ojo y reí.
No mentía al decir que su departamento estaba relativamente lejos a diferencia del mío y no me sorprendía ver paparazis encubiertos al frente de su edificio, era buena reconociéndolos. Y estaba clarísimo de que no podría huir de ellos esta vez.
—Podría ir yo a guardar el auto al estacionamiento, pero eso no hago nunca y sospecharían, además se sentiría como si quisiera esconderte y créeme que lo menos que quiero es que creen chisme de nosotros.
—Javier, creo que estamos acostumbrados a los chismes, esto no será nada como la primera vez que vine—sonreí—unos comentarios más no están de más ¿O sí?
Me bajé del auto y esperé que llegara a mi lado para andar, me tomó de la mano y subimos hasta el último piso donde estaba su departamento. Y que linda sorpresa me llevé al ver a Carlos salir de ssu departamento que se encontraba al lado del de mi novio.
Sonrió al verme y me extendió los brazos haciendo que no dudara en ir a abrazarlo.
—Pero si es la novia del imbécil que llamo amigo—reí ante aquello—¿Cómo has estado?
—Bien, lo siento por no poder hablar contigo estos días. He estado sumida en unos cuadros.
—Yo no lo sentiría, no te pierdes nada al hablar con este idiota—dijo Javier saludándolo en el proceso.
—Eres un celoso de mierda.
—Eso ya lo sé.
—Tu vocabulario aquella noche era más decente—comenté haciéndolo reír.
Editado: 23.05.2025