Let's Play.

Diecinueve

CONOZCO AL JUGADOR

El juego lo conozco yo, y al jugador también. 

 

Rush

Lo que me había dicho Larissa me dejó pensativo al parecer un rato bastante largo porque Drake interrumpió el hilo de mis pensamientos con un carraspeo y una sonrisa gigante en su estúpido rostro. Le di una mirada mortal.

—Vamos, vamos —dijo Drake, palmeándome la espalda en cuanto las puertas se cerraron—. Vayamos a ver a tu princesa patear traseros desde la sala de control.

Dejé pasar las amonestaciones hacia él por haberle dicho todo a Larissa cuando ni siquiera la mujer llevaba un la semana entera aquí. El mayor de los Anderson estaba desesperado y entendí el hecho de confiar en ella. No me gustó que él me lo ocultara, pero entendí la necesitad de confiar completamente en ella.

—Sale herida y te mato, Drake —amenacé en cambio, caminando con él, Zach y Kendall a la sala de control que quedaba en la parte posterior del segundo piso.

Drake rió.

—Veré tu cara cuando salga del simulador, amigo —dijo mientras subía las escaleras de dos en dos.

Cuando entramos a la sala de control, me apoyé en la pared, al lado de la entrada, observando como los demás tomaban las posiciones a las que ya estaban acostumbrados y suspiré ruidosamente. C8 era un nivel de la sala más grande de entrenamiento con tecnología de punta. Invertí demasiado dinero en esa sala. Su configuración era malditamente increíble y todo parecía real. Absolutamente todo. Las balas, armas... Todo. La tecnología era buena, y por ende, era jodidamente muy difícil de pasar el nivel. Para allá iban sólo a los que yo consideraba óptimos para el cambio, a los que yo consideraba malditamente buenos.

Cuando Drake soltó que Larissa había vencido a Finz en tan sólo minutos, me sorprendió, lo admitiré. Por eso le pedí su opinión. Opinión que no debí pedir. Issa no me demostraba estar lista para el C8. Sí, ella era mordaz, inteligente, me sacaba de quicio, defendía sus puntos de vista, me desafiaba cuantas veces quería, me decía no, pateaba mi culo en póker, era audaz, ágil, valiente... ¿Pero lista para el C8? No estaba muy convencido.

—Hola —sonó la voz de Kendall a mi lado, cortando mis pensamientos.

Le di una sonrisa. Kendall era casi todo lo contrario a Issa, y quizás por eso se complementaban tan bien, además, el que tuviese a ambos hermanos Anderson babeando por ella era increíblemente encantador de ver.

—Kends —saludé.

—¿Cuál es el objetivo del nivel? —Cuestionó ella, sin un atisbo de preocupación.

La idea del nivel era básicamente fácil, ya que tenías que lograr ser el último de pie. Eso era todo. Ahí, tratando de conseguirlo, desarrollabas fuerza, ingenio y agilidad.

—Ser el último de pie —contesté simplemente.

Ella miró el gran monitor dividido en dieciséis partes para observar todo desde un perfecto ángulo de la sala de control y frunció el ceño. Seguí su vista para entender porque su expresión. Justine estaba hablando con Larissa afuera del cuarto de armas. Solté otro suspiro al ver cómo demonios estaba vestida Larissa. Maldición, mi novia estaba ardiente. ¿Quién, Santo Dios, quién en su sano juicio sabiendo que iba a disparar se llevaba puesto tacones altísimos, pantalón negro de cuero y un top negro?

Kendall rió supongo que al ver mi expresión.

—Siempre a la moda para la misión —bromeó.

—Está loca —murmuré.

—Y sexy —siguió Drake, desmuteando el monitor para saber qué demonios le estaba diciendo Justine a mi novia. Le di una mirada tosca a Drake, haciendo que se riera cuando volvió a verme—. No puedes negarme el placer de decir la verdad.

—Pero puedo sacarte la mierda a golpes, Anderson.

—Cállense los dos y déjenme oír. Si Justine le dice a Larissa que hará luego de elegir sus armas estará descalificada, Rush —dijo Zach sentado detrás de una de las consolas de control.

Rodé los ojos.

—Justine no haría eso. Conoce las reglas —dije.

—Hm —murmuró él—. Estamos hablando de tu novia, Rush. Cualquiera podría romper las reglas.

—No Justine —aseguré.

Zach se encogió de hombros. Dejé pasar los comentarios ilógicos de su parte porque sabía que estaba un poco molesto por lo que Justine le había dicho cuando llegó. Justine estaba al tanto de lo que queríamos hacer con el club y nos estaba ayudando a cerrarlo también. Suponía que Riden le había contado sobre el trato nuevo con Foster para que ella le hubiese contestado así. Sacudiendo mi cabeza levemente, puse mi atención a la gran pantalla.

—Hasta aquí te acompaño yo —anunció Justine, luego de abrir un poco la puerta del salón de armas—. Consejo rápido. No intentes salir de ésta habitación. Una vez que cumplas los dos minutos para elegir lo que tendrás ahí, la puerta se cerrará con seguro. Tendrás que buscar una salida desde el otro lado y ahí empezará todo. Buena suerte, Issa.

Larissa no perdió tiempo y entró a la sala, dejando a Justine con una sonrisa.

—Es valiente —dijo ella, mirando fijamente a la cámara número tres—. Valiente y se viste fenomenal para ir a la carga.

Drake tomó el micrófono que daba justamente al aparato del oído que llevaba Justine.

—¿Verdad que sí? —Rió él—. Ahora trae tu trasero hasta acá, preciosa. Hora de empezar con la evaluación.

Pudimos ver cómo Justine arqueaba una ceja.

—¿Se le evaluará cómo a todos?

Drake me miró y yo asentí.

—Tu jefe dice que sí —comunicó Drake.

Ella asintió y tomó la puerta que estaba al lado de la sala de armas. Sólo Drake, Zach, Justine y yo sabíamos que esa puerta conducía rápidamente a la sala de control.

—Tu mujer es increíble, Rush —señaló ella cuando entró y tomó una de las tantas sillas libres enfrente de la consola principal de monitoreo, fijando su vista a la pantalla—. Tienes dos minutos, Sage —habló por el micrófono que daba a los parlantes de la simulación—. Qué empiece el juego —dijo y cerró el micrófono.




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