Let's Play.

Veinte

¿PLANES EN MI CONTRA?

Creo que soy una persona de una sola obsesión, que apuesta por la amistad, por la lealtad, por la fidelidad: tengo todas las cartas a un solo número 

 

Arabella

La mirada que me dio Rush luego de salir del C8 fue de orgullo, pero aún no estaba segura de que si había pasado la prueba. Con lo poco que conocía al espécimen, podría esperar cualquier cosa, por lo que a todos les hice caminar de vuelta al interior del edificio y detenerse en el centro de éste, dispersando así al tumulto de gente que estaba a mí alrededor.

—¿Entonces pasé la prueba? —Le cuestioné sudada al espécimen sexy que tenía al frente.

—¿Por qué siquiera preguntas eso? —Preguntó Drake—. Si él llega a decir que no, prometo personalmente patearle el trasero.

Rush sonrió y asintió a mi pregunta.

—Sí —afirmó—. Eso y añádele que batiste un par de récords en el camino.

Reí.

—Es lo mejor que he escuchado en la noche —dije.

—Cariño, tú fuiste lo mejor que he visto en mi vida —siguió Justine—. Fuiste la mejor de la clase.

—Nunca había estado tan orgullosa de eso —contesté, reprimiendo un bostezo.

Rush instantáneamente me abrazó.

—¿A casa? —Cuestionó en un murmuro.

Negué con la cabeza.

—Tenemos planes que armar.

—Y tú una cama en la cual dormir —me dio un beso corto—. A casa.

 

♦ ♦ ♦

 

—Es genial tener dinero en mi cuenta —alabó Kendall cuando llegamos a casa.

—Es increíble que apostaras a mis espaldas —reí, zumbándome en el sofá.

Ella se encogió de hombros.

—Vi una oportunidad y la aproveché —contestó, cerrando la puerta con seguro—. Además, a ti también te gustó —se sentó a mi lado y suspiró—. Pero, volviendo a temas serios, ¿qué piensas hacer, Bells?

Crucé mis piernas. Honestamente no tenía idea. Sí, había estado anteriormente en aprietos cuando mis misiones se volvían un tanto enredadas, pero desde aquella vez con el fiasco de Nóvikov y Montalbano, nunca había tratado con ellos dos involucrados directamente de nuevo, sumándoles que ahora estaba el comité ruso conformado por los Cloud y la mafia inglesa de la que Foster era parte porque la droga que el distribuía la había escuchado hablar justamente de las actividades delictivas de los ingleses.

Esto era demasiado para mí sola, además, no estaba contando con la ayuda de Harrison. No después de básicamente mandarlo a la mierda hace un par de noches.

—No lo sé, Kends —me sinceré.

—Rush dijo que podías salirte cuando quisieras.

Bufé, recordándolo.

—Por supuesto —dije, irónica.

—Sabes que lo hace porque se preocupa por ti —señaló.

Antes de que le contestara, el teléfono desechable de Harrison empezó a sonar desde mi habitación. Dejando que el estrés que venía cargando por él me recorriera el cuerpo momentáneamente, corrí hacia la habitación, tomé teléfono, volví al sofá y contesté.

—¿Si? —Exhalé.

—Nunca, Arabella, nunca has tenido las ganas para desafiarme y mandar a la mierda alguna de mis órdenes —su voz denotaba el veneno que se venía cargando—. ¿Qué te hace hacerlo ahora?

Miré a mi mejor amiga quién me daba una mirada completamente de preocupación. Exhalé e inhalé acompasadamente, Harrison tenía razón. En mi vida había desafiado una orden directa de él, entonces, ¿por qué ahora sí? ¿Por qué mandar todo a la mierda tan fácil?

—No lo sé —contesté—, Grant. Realmente no lo sé.

—¿Te involucraste, no? —Cuestionó, suspirando—. Pensé que eso no te llegaría a ti, Ekaterina.

Pensé en Rush, en Drake, y aunque no lo quisiera, el nombre de Zacharias me saltó a la mente también. Me había hundido. Me había hundido tanto que no podía dejarlos atrás.

—Supongo que… Soy humana —solté cansadamente—. Pero no puedo dar marcha atrás, Harrison. Todo esto es muy grande, demasiado como para irme y dejarlo así sin más.

—¿Quieres contármelo?

El alivio reemplazó el estrés cuando escuché esas palabras salir de su boca. Tenía que contárselo. Necesitaba su ayuda más que nada y él podía pensar con más claridad que yo dado a cómo estaba la situación. Harrison no dijo nada mientras le contaba todo lo que había pasado desde que le colgué. El campo de tiro, los Massey, los tratos… Le dejé saber todo. Pequeñas cosas casi se me escapaban si no era porque Kendall me recordaba de ellas, pero le conté todo lo que estuvo a mi alcance.

—Sí, dos semanas —le repetí cuando me cuestionó sobre la entrega de los Cloud.

—Con razón tanto alboroto —señaló él.

Arqueé una ceja.

—¿Qué quieres decir con alboroto?

Harrison me dio una risa seca.

—Para ser su hija… ¿En serio pensaste que Nikolay no descubrió el robo a su bodega?

Me relamí mi labio inferior nerviosamente.

—Pensaba que no. Quiero pensar que no —dije.

Se oyó un sonido sordo al otro lado de la línea.

—Es Nikolay Nóvikov, chica, y tú eres su hija. Sabes que a él nunca se le escapa nada y mucho menos si el robo fue en su más reciente adquirido almacén, ¿Zacharias es imbécil? —Gruñó él—. Maldita sea, Arabella. ¿Por qué no puedes ser una persona normal y seguir mis órdenes? ¿Qué quieres para que salgas de ahí? —Suplicó.

—¿Eso es extorción? —Reí.

Harrison bufó.

—Tenías que desafiarme en una misión suicida, ¿no?

—Es lo mínimo que puedo hacer para alegrar tus días, Grant —repliqué, sarcástica—. Necesito otro favor tuyo.

—Mi único favor hacia ti es que le des gracias a Dios que no mandaré a nadie para que te saque de tu maldito suicidio, niña —señaló, molesto.

Kendall soltó una carcajada.

—Eres muy capaz de eso —le dijo.

Él suspiró, escuchándola.

—Rush Massey —cambié el tema. Kends arqueó una ceja—. Hay algo que no me cuadra en él. Ni siquiera en sus hermanos. Necesito información.




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