NO ERA COMO LO PLANEÉ
El mejor jugador no es que prevé las jugadas con antelación, sino, más bien, el que sabe adaptar su estrategia a la situación de las piezas en todo momento
Arabella
—¿A dónde me llevas? —Le inquirí al sexy espécimen.
Al terminar la clase que me tocaba, había encontrado al espécimen bendecido por Dios en el mismo lugar dónde lo había dejado plantado cuando me encontraba un poco molesta. Rush me sonrió en cuanto me vio y me llevó directamente al auto. No pasé por desapercibidas todas las miradas de cada chica que se encontraban ahí le daban al espécimen y lo único que pude hacer fue sonreír disimuladamente. Yo no hacía nada más que entenderlas, es decir... Rush, bueno, era Rush.
El espécimen al parecer también sintió todas las miradas fijas en él, lo que le hizo soltar un suspiro divertido. Una vez en llegados al auto, me sentó en el borde del capó, tomó mi cara y me dio un profundo beso. Cuando sus labios dejaron los míos, la calle estaba vacía.
¿Era posible, realmente posible, que me gustara aún más el hombre?
Completado su cometido, ladeó el coche para abrirme la puerta del copiloto. Deposité mi trasero en el asiento al mismo tiempo en que el espécimen cerraba mi puerta y entraba por la suya. Encendió el auto sin una palabra y se dedicó a no contestar mi última pregunta. Claramente él no quería hablar, por lo que me enfoqué a mirar por la ventana y el viaje transcurrió en silencio.
No sé en qué momento me había echado una siesta, pero lo siguiente que recuerdo era a Rush acariciando mi brazo. Él me sonrió cuando mis ojos se toparon con los suyos.
—Llegamos —me señaló su parking del edificio—. ¿Quieres que te lleve a casa? —Me preguntó cuándo no me moví. Quería hablar con él, pero me mordí la lengua, insegura de que si abría la boca iba a soltar comentarios no tan lindos.
Sacudiendo la cabeza para despejar mi mente nublada, suspiré. Lo vi frunciendo el ceño cuando pasé de largo su pregunta y salí del coche. Él repitió mis movimientos y le colocó alarma al coche cuando salió de él. Sin pensarlo mucho caminé al frente, saliendo del parking, entrando a su edificio hasta llegar a la puerta del ascensor.
¿Él no se dignará a soltar más que monosílabas aquí tampoco?, pensé malhumorada.
Rush llegó a mi altura e introdujo el código en el panel. Una vez las puertas del ascensor abiertas, tomó mi muñeca y me arrastró adentro. Él plantó su mirada grisácea en mí haciendo que mis bragas se mojaran un poco, y sin darle crédito a mis actos, fui yo quien se acercó a sus labios y exploró toda su boca.
La rigidez que Rush cargaba se disipó en segundos, y me regresó el beso, haciéndome suspirar. Las puertas del ascensor se cerraron y el espécimen aprovechó para apretar el botón de emergencias del panel, haciendo que la caja de metal se detuviera por completo.
Solté un gemido cuando su boca se deslizó a mi cuello y empezó a mordisquearlo, dejando consigo besos húmedos llegando a mi clavícula. Mis manos rápidamente fueron al botón de sus vaqueros y apresuradamente lo desabroché, haciendo que su marcada erección destacara libremente. Pude escuchar la risa profunda de Rush y eso me sacó una sonrisa.
Sin pensarlo, tomé su erección en mis manos y empecé a moverla. Rush soltó una maldición y su boca regresó a la mía con hambre en un beso que le cedió el acceso a su lengua dentro de mi boca. Gozosa, le respondí el beso con la misma intensidad sin disminuir mis movimientos en su miembro.
Las manos del sexy espécimen empezaron a buscar el camino hacia mis pezones. Pasó sus manos por mi camisa, subió un poco mi sostén de encaje y cuando encontró lo que estaba buscando no pude disminuir el gemido que salió de mí, causando otra risa ronca de Rush.
—¿Sí te gusta así? —Murmuró contra mi boca, mientras apretaba más mi pezón izquierdo. Gemí—. Debes de estar empapada, princesa—. Él no esperó una confirmación de mi parte e inmediatamente una de sus manos desabrochó mis vaqueros. Se deslizó por debajo de mis bragas, tocando mi mojado y sensible punto. Arqueé mi espalda—. Estás tan mojada —gruñó.
—Rush —gemí.
Él consiguió mi entrada e introdujo dos dedos de golpe. Casi llegaba a mi orgasmo ahí mismo, pero para mi pesar, sacó sus dedos de ahí y lo siguiente que realizó hizo que me mojara aún más: se metió sus dedos a la boca y los chupó. Lo miré con hambre. Quería que hiciera eso, pero con mi vagina.
—Sabes tan bien —musitó, roncamente cuando sacó sus dedos de su boca.
Soltando un pequeño gimoteo, me dejé caer de rodillas, tomando la base del miembro del sexy espécimen en mis manos para así tragármelo, introduciéndolo hasta el fondo de mi garganta. Rush dejó caer su espalda en la pared del ascensor e inmediatamente tomó mi cabello en su puño.
—Princesa...—siseó, deseoso. Me di una palmadita de felicitación mentalmente y aceleré la velocidad—. Maldita sea, cariño, tómalo con...—Subí mi vista de su pene hacia él, atrapándome en su sensual mirada y dejé que su miembro llegara al fondo de mi garganta otra vez de un solo golpe—. ¡Mierda! —Imprecó, llegando a su orgasmo.
Satisfecha, tragué cada gota de su líquido mientras él temblaba un poco. De manera lenta soltó mi cabello a la vez que yo saqué su miembro de mi boca despacio, asegurándome que no quedara ni una gota pendiente en su glande. Rush respiraba agitadamente, pero me dedicó una de sus más brillantes sonrisas, aunque en su mirada resplandecía aun el hambre feroz.
Antes de que me diera la oportunidad de arreglarme o de decir algo, su boca se estampó bruscamente en la mía, comiéndome con mayor intensidad. Mordió mis labios entretanto sus manos buscaron de nuevo mis pezones y cuando llegaron a ellos, apretó fuerte, haciéndome gritar.
Editado: 09.10.2024