Let's Play.

Cuarenta y cinco

CONSECUENCIAS 

Porque pelear es jugar, y yo quiero seguir jugando.

 

—No los culpes —empecé a hablar—. No fue su culpa. Yo fui quien les dije que me dejaran entrar. Te juro que ellos querían devolverse porque un edificio plagado de perros no era nada, absolutamente nada de lo que estaba planeado enfrentarse, pero yo los convencí y ellos aceptaron a regañadientes, ¡te lo juro! —Con cada palabra que soltaba, peor el semblante del espécimen se colocaba, pero si paraba ahora moriría, y quería antes de morir, poder defender a mi grupo—. Además, había que darle tiempo a Rise para que volviera a bajar las defensas para poder salir con el helicóptero de ahí porque mejoraron todo a último momento.

“La misión iba bien. Yo me encargaría de colocar el explosivo en el sótano y salir de ahí en cuanto tuviera la oportunidad, pero nadie se esperaba que Dardan apareciera —el espacio se estaba haciendo más pequeño con cada pisada lenta que Rush empezó a dar hacia mí, por lo que terminé balbuceando más rápido—. Tuve que dispararle. Rise me prohibió hacerlo porque llamaría la atención de todo el mundo, pero tuve que hacerlo. No tenía tiempo para una pelea limpia con él porque el tiempo de la bomba estaba corriendo y le disparé.

“¡Fue mi error! —Las lágrimas a este punto no las pude detener y los pasos de Rush se hicieron más lentos—. ¡Te juro que fue mi culpa! No la de ellos. Salí del sótano con una bala en mi pierna por algún estúpido perro por una puerta que no debió de estar ahí, pero gracias a Dios que sí, sin embargo las cosas estaban peor afuera. Rise se encontraba disparando desde el helicóptero para darme paso hacia ellos y Riden me lanzó la cuerda con el gancho. No me di cuenta que me habían disparado hasta que empezaron a subirme con la cuerda y cuando llegué al interior del helicóptero quedé inconsciente.

Rush ya se encontraba al lado de mí para cuando terminé de hablar y su mirada me gritaba de todo. Desde preocupación, ira, frustración hasta decepción, terror y más ira. ¿En dónde demonios yo podía esconderme para evitar todos esos sentimientos que enmarcaban sus preciosos ojos grises? No los quería ver.

Jesús, ya lo había dicho todo, ¿por qué aun no me has llevado?

Cerré los ojos con fuerza, evitando así su mirada turbia y conté mentalmente hasta que viera el blanco brillo del cielo llamándome. ¡Necesitaba que eso llegara de una maldita vez!

—Arabella —si su mirada era horrible, su tono de voz era peor. Me encogí más en la camilla, absorbiendo todo el dolor de mi cuerpo porque de verdad no lo quería ver—. Arabella, mírame. —No—. Joder, Arabella. Abre los malditos ojos y dame la cara.

—No —musité.

—¿No? —Repitió él destapando por completo esa ira que tenía guardada y reservada especialmente para mí—. ¿No? Maldita sea, ¿cómo no? Casi atropello a peatones saliendo de la casa de la Nostravik, volé dos horas para venir a verte, le saqué la mierda a Rise, amenacé a tu soldato, le grité cosas a Riden que jamás en mi vida se me ocurrirían volver a gritarle, ¿y tú te estás negando a verme porque no puedes soportar las consecuencias que trajeron tus actos? ¡¿Me estas jodiendo?! ¡Dame la jodida cara, Arabella! Es lo mínimo que tienes que darme después de ser tan malditamente…

—¿Qué? —Abrí los ojos dejando que el arranque de cólera se extendiera por lo que quedaba de mi atrofiado cuerpo, alzando el mentón para encarar esos benditos ojos grises. Él bien podía estar molesto conmigo, pero no tenía ningún maldito derecho a hablarme como lo estaba haciendo—. ¿Tan malditamente qué? ¡Sigue! Soy toda oídos.

Él empezó a dar vueltas por toda la habitación, abriendo y cerrando las manos tal y como hacía cuando estaba perdiendo la cordura.

—¡Fuiste una irresponsable! —Se volteó a señalarme con su dedo acusador—. ¡Me prometiste que no ibas a hacer nada suicida y resulta que vas y saltas a la primera cosa que te pasa por al frente porque no sabes esperar y aceptar un no como respuesta!

—¡Te dije que me iba a pasar tus reglas por el culo! —Le grité en respuesta—. ¡Necesitabas a lo desgraciado que ese maldito edificio cayera a los escombros para darle un claro mensaje a Alexey y yo lo hice! ¡Se necesitaba y lo hice! ¡Ahora deja de joder y acéptalo, Rush! ¿¡Por qué no puedes estar feliz con eso!?

—¡¡Porque te expusiste, maldita sea!! —Tronó furioso—. Sí se necesitaba abajo el edificio, ¡¡pero no si te costaba la maldita vida!!

—Pues ahora lo aceptas, te calmas y sigues con tu jodida vida —perdí los estribos—. No me arrepiento de haber recibido los disparos que recibí, ¿por qué adivina qué? ¡Eso es lo que siempre va a haber de aquí en adelante y es lo que llevo teniendo desde los dieciséis años! Así que ya sea en mi contra, en tu contra, o en contra de quien sea, ¡madura y acéptalo de una puta vez!

—¡Las únicas personas que me importan de que reciban un jodido disparo son casi todas las que están en esta maldita casa justo ahora! —Bramó—. Me sabe a mierda quien, fuera de aquí, reciba uno porque no son mi maldita familia, Arabella. ¡Lo que no me sabe a mierda es que te expongas a ellas por ser una maldita impaciente!

—¡¡Me conociste así y así me vas a tener hasta que me muera!! Digiere eso porque no me importaría mandarte a la mierda si no lo haces —Exclamé a gritos, logrando que el monitor que media mis signos vitales al fin empezara a pitar de manera intensa y sonora.

Rush lo notó y al parecer cada alma de donde estaba también lo notó porque no pasaron ni dos segundos cuando Nathaniel, Riden, Rise, Harrison y dos personas del todo desconocidas para mí entraron a la habitación como en un torbellino, azotando la puerta a su paso.

—¡Terminarás muerta antes de que me vaya a la mierda si te sigues exponiendo así! —Siguió el espécimen sin bajarle a la intensidad de sus palabras aun con el público que nos rodeaba.




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