Let's Play.

Cuarenta y nueve

AJUSTES FINALES

No queda más remedio que jugar la partida con las nuevas cartas

 

Rush

Pasar la tarde de un domingo viendo comedias románticas no era algo a lo que me anotaría con nadie, pero mi novia quiso colocar todas las películas habidas y por haber del género y, para mi sorpresa, terminé adoptando un gusto por alguna de ellas.

Arabella se quedó dormida en mis brazos un par de veces cuando la película saltó de "La Propuesta" a "Marley y yo" y me quedé disfrutando de la sensación de tenerla junto a mi pecho hasta que la gente empezó a joder, despertándola por completo. Su soldato pasó unas tres veces en dos horas para preguntarle como estaba, Kendall la atosigó con regaños y preguntas de por qué no estaba en la jodida habitación, Harrison la sermoneó por gastar horas libres que bien podía estar utilizando en otra cosa y Riden apareció por quince segundos para darnos su habitual mirada de asco, desapareciendo luego de eso.

Mi novia quiso preguntarle por Roelle, pero Morien estaba dando vueltas por la casa con el semblante que ponía cuando quería matarnos a Rise y a mí, asegurándose de que todo estuviera limpio (cosa que me jodía porque yo no quería que hiciera nada de eso ya que para esa mierda tenía un maldito personal contratado para llegar todos los fines de semana), por lo que Arabella se tragó las preguntas y me las susurró a mí. No contesté ninguna, claro está. Era problema de Riden en que coño meter su verga y Arabella estaba harta de escuchar la misma respuesta una y otra vez.

Me repetía que solo quería saber más sobre Roelle y Riden y yo le repetía que si quería saber sobre ellos dos, bien podía preguntarles y dejarme fuera de lo que sea que estuviera planeando en su cabeza curiosa. Molesta, se dedicó a terminar de ver "10 Cosas que Odio de Ti", pero su atención a la película y su enojo hacia mí no duraron ni quince minutos cuando ya estaba recostándose sobre mí otra vez mascullando preguntas en mi dirección.

—¿Desde cuando eres doctor? —Me preguntó justo en el momento en que Heath Ledger empieza a deslizarse por un tubo mientras sostiene un micrófono, cantando desafinadas mierdas demasiado cursis para mi gusto.

—No soy doctor —contradije, agradeciendo que su bonita boca se comenzara a mover porque no podía soportar más de esa película—. Me gradué de medicina hace cinco años de la universidad. No ejercí la carrera y cuando cumplí los veintitrés me llamó la atención la rama pediátrica, así que me fui por ella.

—¿Entonces por qué Roelle dice que sí eres doctor?

—Porque le encanta joderme con eso —tenía más de seis años conociendo al polvo de Riden y ella siempre jodía con lo mismo, sin embargo, esta era la primera vez que le había respondido con el tema de su hija y tan solo lo hice porque me salió fácil molestarla a ella y joder con Arabella. Quité la vista del televisor y la enfoqué en ella—. ¿Harrison no te advirtió de no creer en todo lo que escuchas?

Ella puso los ojos en blanco.

—También me enseñó a siempre escuchar los dos lados de la historia.

Levanté una ceja sin creerlo.

—¿En serio? —No me esperaba algo así de un hombre que siempre era sí o no.

Mi novia se echó a reír.

—Por supuesto que no —apreté su cuerpo más junto al mío—, pero a mí me interesa escuchar siempre las dos versiones de la historia.

—Eso es porque no puedes vivir sin el chisme, no porque te interese la historia, princesa.

—Tienes un punto —se volvió a reír justo cuando escuché pisadas detrás de nosotros.

—Ah, me encanta aterrizar en la isla de los recién casados —Jodió Rise, sentándose al frente de nosotros de manera repentina y con una sonrisa en plasmada en su cara—. ¿Problemas en el paraíso ya arreglados o seguirás drogándola sin que ella se dé cuenta? —Siguió conmigo, arqueando una ceja. Lo ignoré y pensé que iba a dejar de parlotear estupideces, pero pasó su mirada por mi novia y frunció el ceño—. Se supone que debes de estar pegada en la mejor camilla que el bastardo pudo pagar.

—Está acostada conmigo en el mejor maldito sofá que pude pagar, así que deja de joder —repliqué haciendo reír a mi novia.

—Tal para cual —resopló por debajo. Lo ignoré de nuevo, volviendo a prestarle atención a la bendita película y empecé a pasar las puntas de mis dedos por el brazo de mi novia. Me concentré más en como ella se estremecía bajo mi toque que en las imágenes que estaban corriendo por la pantalla plana—. Ya que están tan bien... —su mirada se deslizó de mi a mi novia repetidas veces y yo maldije en voz alta.

—Rise, un solo jodido momento de paz con mi novia es lo que estoy exigiendo, así que vete a la mierda —lo corté irritado.

¿Por qué mierda siempre le daba por joderme a mí? Él tenía otros dos hermanos que con gusto lo recibirían con los brazos abiertos... O con una bala en pecho.

—Te prometo que te va a interesar —rió él.

—Déjalo hablar —dijo Arabella entre un bostezo, colocando su atención en Rise al tiempo que apagó el televisor—. ¿Tienes algo nuevo de Kaela?

—De su primo, en realidad —tuve que morderme la lengua para no volverlo a mandar a la mierda. ¿Qué rayos le hacía creer que hablar del saco de mierda que tenía Arabella como entrenador me importaba?

—¿Pasó algo con Levine? —Preguntó ella con un deje de confusión.

—Por ahora no —su respuesta fue todo lo que Arabella necesitó para tensarse por completo, logrando que Rise se echara a reír.

—Rise, eso no —se intentó incorporar pero no la dejé. Ahora el tema sí tenía mi atención—. Te dije que ese tema yo iba a solucionarlo.

Rise chasqueó la lengua y sacudió su cabeza.

—¿Qué tiene eso de divertido, preciosa? El imbécil se lo buscó.

Arabella de inmediato me miró con desesperación e irritación mezcladas. Alcé una ceja. Estaba esperando.




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