Sueño de la noche anterior
Me coloqué rápido mi pijama de figuras y espirales para que mamá no se molestara y me arropara con mi colcha favorita. Entré a la cama con un rayo ansiosa por escuchar los cuentos de su libro.
Mamá se sentó en el balancín al lado de mi cama con el cuaderno en su regazo, me dió un beso y comenzó a narrar otra de las historias que tanto me gustaban, siempre con esa voz dulce que se cortaba en pequeñas risitas temblorosas, para mí eso significa que a ella también le entusiasmaba mucho estos cuentos tenebrosos.
Entonces comenzó a contar la historia del Wendigo.
Cuando ella empezaba a leer no había criatura viva en el planeta que pudiera detenerla.
En las profundidades del bosque, donde la oscuridad se cierne como un manto siniestro y los árboles retuercen sus ramas como garras ansiosas, se escucha un susurro helado que hiela el alma. Los lugareños evitan mencionar su nombre en voz alta, temerosos de atraer su atención.
Una noche de luna llena, un grupo de valientes exploradores se adentra en el corazón del bosque, ignorantes del peligro que les acecha. El viento gime con una melodía macabra y las sombras danzan con una maligna alegría, presagiando la llegada de un ser antiguo y hambriento.
De repente, un escalofrío recorre la espina dorsal de los intrépidos aventureros cuando una figura espectral emerge de la penumbra. Con ojos vacíos y cuernos retorcidos, el Wendigo se alza ante ellos, emanando un aura de terror indescriptible que congela la sangre en sus venas.
El Wendigo avanza con pasos silenciosos pero implacables, su aliento helado envolviendo a los temerarios en un abrazo mortal. Sus garras afiladas destellan con una luz pálida y su risa gutural resuena en la noche, anunciando su festín de almas perdidas.
Los exploradores saben que han despertado a una criatura de pesadilla, cuya sed de sangre y carne humana no conoce límites. En medio del bosque oscuro y silencioso, el Wendigo acecha, esperando con paciencia milenaria el momento propicio para llevarse consigo a aquellos que osaron desafiar su dominio.
En la penumbra eterna del bosque, el eco de los gritos desgarrados se mezcla con el aullido de las bestias nocturnas, anunciando la presencia del Wendigo y su festín macabro. ¿Podrán los valientes exploradores escapar de las garras de esta criatura ancestral o se convertirán en meras sombras en la noche, condenados a vagar eternamente en el reino del horror? La respuesta yace en la oscuridad, esperando ser revelada por aquellos que se atrevan a desafiar al Wendigo.
Fin
—Que duerman bien mis pequeños.
Apolló sus temblorosos labios sobre nuestra frente y nos marcó la cabeza con su pintalabios rojo ardiente. Me sentí muy celosa del chico a mi lado, nunca sonreía y siempre se llevaba los besos de mamá a pesar de no ser de la familia y solo el hijo de una conocida suya.
Zila Vex era un aburrido niño de cabellos negros como la noche, y un aire de misterio que me hacía querer conocerlo más.