Leyendas de Extravaganzza

La leyenda de la dama de la muerte

Bueno, ya me queda espacio prácticamente suficiente en estas hojas, pienso redactar no sólo la leyenda más terrorífica de todas, sino la más famoso en todo el reino, conocida por todas las razas de Alloggiamento ombreggiato. ¿Y cómo no va a ser conocida? Si está relacionada con la bruja más poderosa que se haya conocido jamás y con la historia de Gaia II. Tanto así que en otros reinos también se escucha sobre esto. Dudo que exista una sola persona en mi reino que no se sepa a la perfección esta historia de memoria, misma que se nos enseña desde muy pequeñas.

Todo comenzó hace ya más de 2,000 años atrás, cuando ni siquiera los 7 reinos existían. Era una época llena de guerras, la mayoría de las razas estaban constantemente en conflicto, el mundo estaba de cabeza y una de las civilizaciones más tranquilas y poderosas en esos tiempos era la de las brujas. Ellas vivían en oscuros pantanos o grandes bosques donde practicaban poderosa magia sin importarles cual fuera el costo para ejecutarla. Gracias a esto muchos les temían, pues era bien sabido que usaban mucho la energía vital de los seres vivos y partes de sus cuerpos para hacer este tipo de hechicería.

Entre todas las brujas existía una muy especial, su nombre era Antonieta y su belleza hablaba por sí sola. Era increíblemente hermosa, inigualable, una mujer de naturaleza muy gentil y pacífica, la cual sin duda era la única bruja que solía caminar sola por los alrededores de su pueblo, descalza, cantando y bailando sin importarle nada, ya que su magia era increíblemente asombrosa y era capaz de acabar con una legión de guerreros ella sola si se lo proponía, sin embargo, a pesar de esto último, no le gustaba pelear y comúnmente lo único que hacía era espantar a sus enemigos o paralizarlos. Jamás había matado a ningún ser en su vida.

Un día, Antonieta se encontraba cerca de un riachuelo, allí se detuvo a lavarse su hermoso cabello y como se aburrió un poco ya que debía esperar a que éste se secara, se puso a practicar magia. Comenzó por hechizos sencillos e inofensivos, un pequeño espectáculo de luces, aromas y sonidos comenzó a crearse a su alrededor, lo cual llamó la atención de algunos animales que estaban cerca de donde se hallaba, entre ellos, un pequeño conejo café, el cual se acercó lentamente a ella.

En ese momento Antonieta decidió practicar magia violenta, aunque no fuera de su gusto, le ayudaba a comprender mejor sus habilidades y su requerimiento de mana era mucho mayor.

Entonces fue cuando ocurrió la pequeña tragedia.

Antonieta creo una bola de fuego y la lanzó a un lugar azaroso cerca de ella, ésta le dio al pequeño conejo que tenía a su lado de manera accidental. Los animales, al ver esto, huyeron despavoridos y el chillido del conejo quemado llamó la atención de la hermosa bruja. Ella inmediatamente se puso de rodillas y tomó al conejito en sus brazos, mientras el cielo lentamente se comenzó a oscurecer. Antonieta veía cómo la vida del animal se iba de entre sus manos y lloraba sobre él, pues no sabía nada de magia curativa, nunca le interesó aprenderla y no sabía qué hacer mientras que la respiración del conejo cada vez se hacía más lenta.

El conejo finalmente murió.

Todo estaba ya muy oscuro, del cielo pudieron oírse pequeños relámpagos que tronaban mientras Antonieta abrazaba el cadáver de conejo, llena de tristeza, pues ella jamás había asesinado nunca.

–Es hermoso, ¿no lo crees? – Una profunda y horrida voz le susurró desde lo lejos. Antonieta pudo escuchar en su oído aquellas palabras, mas se sentía como si aquel ser espectral le hablara desde una larga distancia. Cuando Antonieta volteó a ver detrás de ella, el ser se manifestó justo delante de la bruja.

–La muerte es un don que nadie sabe apreciar realmente – Dijo aquel tenebroso ente al extender su lánguida y pálida mano hacia Antonieta. Ella lo miró de frente, era un ser alto y curveado, con largas túnicas oscuras y vaporosas, hechas de pura oscuridad. En aquellas ropas se podían apreciar levemente rostros que emitían sonidos de sufrimiento y alivio a la vez, la cara de este ser era cubierta por una enorme capucha que no dejaba ver en su interior más que una profunda niebla oscura y era de dónde provenía aquella voz sin tono alguno, sólo un soplido de horror a la distancia – Has matado a un ser indefenso, eso es muy inapropiado de ti – Le dijo aquel ser con una alegría inconfundible, pero con una voz profunda e inenarrable.

– ¿Quién eres tú? – Preguntó Antonieta al quedar congelada tras las palabras de éste enorme ser, fascinada por el enorme poder que ocultaba tras sus ropas, aquel que la chica sentía palpitar como un oscuro corazón al tenerlo tan cerca.

–Soy tan sólo un viajero que recolecta la vida de aquellos que caen bajo un eterno y profundo sueño, no me llevo sus almas, no poseo sus vidas, sólo me alimento de aquel aliento que sus cuerpos dejan atrás – El enorme ser contestó con sabiduría a la pregunta de Antonieta, su voz le sonaba más tranquila, esto le hizo recuperar su tranquilidad por unos momentos.

– ¿Eres la muerte? ¡En verdad existes! – Antonieta preguntó sorprendida y después exclamó una verdad ante sus ojos. No obstante, el ser sólo acercó su enorme mano aún más a ella.

–No tengo un nombre realmente, dejé de tenerlo hace mucho tiempo, pero las personas comúnmente me llaman así – La muerte respondió con gran calma mientras hizo un esquicito movimiento con su muñeca y extrajo del cuerpo del conejo una hermosa luz que se convirtió en una pequeña esfera, la cual guardó dentro de la larga manga de su otra mano – Te ha gustado. ¿No es así? – Le preguntó la muerte a Antonieta, pero ella se entristeció.

–No, la vida es algo muy preciado y yo no tenía ningún derecho de quitársela. Me siento muy mal por ello – Respondió la hermosa bruja con una voz quebrada, pues de verdad sentía una enorme tristeza en su corazón, pero la muerte no desistió y tomó su barbilla con gran delicadeza, sus largos y fríos dedos levantaron el rostro de Antonieta mientras que el oscuro ser se agacho y acerco su invisible rostro a ella, hasta que los ojos de la mujer pudieron ver el oscuro vacío dentro de la capucha de éste.




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