confundido que necesitaba hacer una pausa, y cual fue su sorpresa que, al mirar hacia atrás buscando algún coche para hacer autostop, encontró a su camión estrellado contra las rocas. Era como si no hubiera caminado ni diez metros a pesar de todo su esfuerzo, como si estuviera atado a aquel lugar y le fuera imposible escapar. Se había convertido en un alma en pena atado a este mundo
Sin embargo el deseo de Ignacio por ayudar a su familia era tan fuerte que ni la muerte le podía impedir que cumpliera con la promesa que le había hecho a su mujer de que llegaría con el dinero. Para él, el tiempo no transcurría a la misma velocidad que para nosotros y cada día era como si volviera a comenzar y no pudiera comprender que la vida seguía su curso normal, cada día empezaba con la misma angustia por no poder ayudar a los que amaba ni despedirse de ellos
Con el tiempo y casi sin darse cuenta, su espíritu se volvía cada vez mas fuerte, incluso corpóreo, hasta que llegó un momento en el que pudo aparecerse a los conductores que viajaban por esa vía a la misma hora en que él falleció en el accidente con su camión. La mayoría de conductores, asustados, aceleraban el paso o le ignoraban. Hasta que un día
Una noche un joven llamado Daniel circulaba a altas horas de la madrugada por la carretera, cuando vislumbró a un hombre a un lado de la calzada que parecía haber salido de la nada. Pensando que hacía autostop detuvo su coche y bajó la ventanilla.