Alice corrió tan rápido como pudo a la pequeña casa de dos pisos con el coche de policía estacionado en el frente. Rápidamente recogió la llave de su escondite bajo el alero, y una vez dentro, se dirigió a la sala. Podía oír los ronquidos procedentes de Charlie, que se había quedado dormido en el sofá viendo un evento deportivo - ya que el programa era ya un espectáculo de luces. Ella sólo lo miró antes de regresar a su objetivo – una foto de la chica que habían estado leyendo.
Ella no era notablemente atractiva, aunque tampoco era poco atractiva - sin embargo, había algo en su cara amable y la expresión abierta, incluso en la imagen, era atractiva. Alice sonrió, deseando que pudiera llevarse la foto más reciente, pero a sabiendas de que Charlie notaría si ya no estaba – aunque se notaba que no era ni de lejos tan observador como su hija. Así que tomo una hoja de papel y un lápiz y comenzó a dibujar – ella ahora estaba en la cocina, pero no tenía ninguna necesidad de mirar de nuevo la foto - la cara de la chica estaba en su memoria. Sólose tomo la molestia de hacerlo porque quería que Esme viera a la chica que le robaría el corazón a Edward.
Tan pronto como hubo terminado – sólo le tomó un minuto para que todo el proceso se llevará a cabo - corrió de vuelta a casa.
Cuando llegó a casa todo estaba como y donde los dejó. Edward preguntó, "¿Qué fue eso Alice?"
"Simplemente pensé que deberíamos a ver como es Bella, si vamos a leer su historia", dijo Alice mostrándoles el dibujo hecho a mano que se veía exactamente como el que acababa de ver. "Lo siento, no tuve tiempo de hacerlo mejor.
"Está bien," Esme sonrió, llevando a la mano para tomar la fotografía y estudiando la cara de la niña. "Ella tiene unos ojos encantadores... ¿no crees que Edward?"
"Um", dijo Edward, mirando el cuadro, con atención.
"¿Qué pasa Edward?" Esme preguntó.
"Es sólo que he tenido una imagen más joven en la cabeza de algunos de los recuerdos de la gente del pueblo", dijo Edward, encogiéndose de hombros.
"¿Qué piensas?" Esme le preguntó de nuevo, pero no recibió una respuesta, aunque la sonrisa afectuosa en la esquina de la boca de Edward hizo parecer como si le gustara.
"Gracias, duende, por la foto, pero ¿podríamos empezar a leer otra vez?" Emmett dijo con impaciencia”
"Supongo que será mejor, adelante Jazz", sonrió Alice.
GRUPO SANGUINEO leyó Jasper
Me dirigí a clase de Lengua aún en las nubes, tal era así que al entrar ni siquiera me di cuenta de que la clase había comenzado.
—Gracias por venir, señorita Swan —saludó despectivamente el señor Masón.
Me sonrojé de vergüenza y me dirigí rápidamente a mi asiento.
No me di cuenta de que en el pupitre contiguo de siempre se sentaba Mike hasta el final de la clase. Sentí una punzada de culpabilidad, pero tanto él como Eric se reunieron conmigo en la puerta como de costumbre, por lo que supuse que me habían perdonado del todo. Mike parecía volver a ser el mismo mientras caminábamos, hablaba entusiasmado sobre el informe del tiempo para el fin de semana. La lluvia exigía hacer una acampada más corta, pero aquel viaje a la playa parecía posible. Simulé interés para maquillar el rechazo de ayer.
"Ella no debería hacer eso, sólo lo hará sentir más decepcionado", dijo Edward.
"Celoso", sonrió Emmett de inmediato.
Resultaría difícil; fuera como fuera, con suerte, sólo se suavizaría a los cuarenta y muchos años. . Pasé el resto de la mañana pensando en las musarañas. Resultaba difícil creer que las palabras de Edward y la forma en que me miraba no fueran fruto de mi imaginación. Tal vez sólo fuese un sueño muy convincente que confundía con la realidad. Eso parecía más probable que el que yo le atrajera de veras a cualquier nivel.
"Su autoestima es muy baja," Edward frunció el ceño. "Ella realmente no se ve así misma."
Por eso estaba tan impaciente y asustada al entrar en la cafetería con Jessica. Le quería ver el rostro para verificar si volvía a ser la persona indiferente y fría que había conocido durante las últimas semanas o, si por algún milagro, de verdad había oído lo que creía haber oído esa mañana. Jessica cotorreaba sin cesar sobre sus planes para el baile —Lauren y Angela ya se lo habían pedido a los otros chicos e iban a acudir todos juntos—, completamente indiferente a mi desinterés.
Un flujo de desencanto recorrió mi ser cuando de forma infalible miré a la mesa de los Cullen. Los otros cuatro hermanos estaban ahí, pero él se hallaba ausente.
"Tú no te fuiste otra vez, ¿verdad?" Esme le preguntó con el ceño fruncido.
"Lo dudo", dijo Edward. "Probablemente estoy sentado en algún lugar esperando por ella".
La Sonrisa de Esme volvió rápidamente.
¿Se había ido a casa? Abatida, me puse a la cola detrás de la parlanchina Jessica. Había perdido el apetito y sólo compré un botellín de limonada. Únicamente quería sentarme y enfurruñarme.
—Edward Cullen te vuelve a mirar —dijo Jessica; interrumpió mi distracción al pronunciar su nombre—. Me pregunto por qué se sienta solo hoy.
“Eso va a levantarle el ánimo", dijo Emmett con una sonrisa malévola.
Volví bruscamente la cabeza y seguí la dirección de su mirada para ver a Edward, con su sonrisa picara, que me observaba desde una mesa vacía en el extremo opuesto de la cafetería al que solía sentarse. Una vez atraída mi atención, alzó la mano y movió el dedo índice para indicarme que lo acompañara. Me guiñó el ojo cuando lo miré incrédula.