Leyendo crepúsculo

Cuentos de miedo

Cuentos de miedo leyó Carlisle

"No me gusta el sonido de eso", dijo Edward con el ceño fruncido, sabía qué tipo de 'historias de terror iba a escuchar 

En realidad, cuando me senté en mi habitación e intenté concentrarme en la lectura del tercer acto de Macbeth, estaba atenta a ver si oía el motor de mi coche. Pensaba que podría escuchar el rugido del motor por encima del tamborileo de la lluvia, pero, cuando aparté la cortina para mirar de nuevo, apareció allí de repente.

No esperaba el viernes con especial interés, sólo consistía en reasumir mi vida sin expectativas. Hubo unos pocos comentarios, por supuesto. Jessica parecía tener un interés especial por comentar el tema, 

"Bueno, es bastante divertido", se rió Emmett.

pero, por fortuna, Mike había mantenido el pico cerrado y nadie parecía saber nada de la participación de Edward. No obstante, Jessica me formuló un montón de preguntas acerca de mi almuerzo y en clase de Trigonometría me dijo:

— ¿Qué quería ayer Edward Cullen?

—No lo sé —respondí con sinceridad—. En realidad, no fue al grano.

—Parecías como enfadada —comentó a ver si me sonsacaba algo.

— ¿Sí? — mantuve el rostro inexpresivo.

Edward se rió de eso y dijo: "Yo puedo imaginar la frustración de Jessica por las respuestas de Bella."

—Ya sabes, nunca antes le había visto sentarse con nadie que no fuera su familia. Era extraño.

"Y también está celosa", continuó Edward riéndose.

—Extraño en verdad —coincidí.

Parecía asombrada. Se alisó sus rizos oscuros con impaciencia. Supuse que esperaba escuchar cualquier cosa que le pareciera una buena historia que contar.

Lo peor del viernes fue que, a pesar de saber que él no iba a estar presente, aún albergaba esperanzas. Cuando entré en la cafetería en compañía de Jessica y Mike, no pude evitar mirar la mesa en la que Rosalie, Alice y Jasper se sentaban a hablar con las cabezas juntas. No pude contener la melancolía que me abrumó al comprender que no sabía cuánto tiempo tendría que esperar antes de volverlo a ver.

"No te preocupes, estoy seguro que nos veremos en la madrugada del lunes," rió Emmett

En mi mesa de siempre no hacían más que hablar de los planes para el día siguiente. Mike volvía a estar animado, depositaba mucha fe en el hombre del tiempo, que vaticinaba sol para el sábado. Tenía que verlo para creerlo, 

"Ella es incrédula", observó Edward.
"O realista", dijo Alice.

pero hoy hacía más calor, casi doce grados. Puede que la excursión no fuera del todo espantosa.

Intercepté unas cuantas miradas poco amistosas por parte de Lauren durante el almuerzo, hecho que no comprendí hasta que salimos juntas del comedor. Estaba justo detrás de ella, a un solo pie de su pelo rubio, lacio y brillante, y no se dio cuenta, desde luego, cuando oí que le murmuraba a Mike:

—No sé por qué Bella —sonrió con desprecio al pronunciar mi nombre— no se sienta con los Cullen de ahora en adelante.

Hasta ese momento no me había percatado de la voz tan nasal y estridente que tenía, y me sorprendió la malicia que destilaba.

"Lauren es una chica vengativa que se muere por la popularidad," dijo Edward entrecerrando los ojos. "Dudo que le guste la apariencia de una chica que se roba toda la atención sin siquiera intentarlo."

 En realidad, no la conocía muy bien; sin duda, no lo suficiente para que me detestara..., o eso había pensado.

—Es mi amiga, se sienta con nosotros —le replicó en susurros Mike, con mucha lealtad, pero también de forma un poquito posesiva. Me detuve para permitir que Jessica y Angela me adelantaran. No quería oír nada más.

Durante la cena de aquella noche, Charlie parecía entusiasmado por mi viaje a La Push del día siguiente. Sospecho que se sentía culpable por dejarme sola en casa los fines de semana, pero había pasado demasiados años forjando unos hábitos para romperlos ahora. Conocía los nombres de todos los chicos que iban, por supuesto, y los de sus padres y, probablemente, también los de sus tatarabuelos. Parecía aprobar la excursión. Me pregunté si aprobaría mi plan de ir en coche a Seattle con Edward Cullen.

"No lo creo", dijo Edward sonriendo.
"Sí, es demasiado parecido a una cita la verdad", se rió Emmett.

Tampoco se lo iba a decir.

—Papá —pregunté como por casualidad—, ¿conoces un lugar llamado Goat Rocks, o algo parecido? Creo que está al sur del monte Rainier.

—Sí... ¿Por qué?

"Porque ella quiere saber donde está Eddy" sonrió Emmett.

Me encogí de hombros.

—Algunos chicos comentaron la posibilidad de acampar allí.

—No es buen lugar para acampar —parecía sorprendido—. Hay demasiados osos. 

"Mi favorito", dijo Emmett feliz lamiéndose los labios. "Y debe ser de primavera en el libro."

La mayoría de la gente acude allí durante la temporada de caza.

—Oh —murmuré—, tal vez haya entendido mal el nombre.

Pretendía dormir hasta tarde, pero un insólito brillo me despertó. Abrí los ojos y vi entrar a chorros por la ventana una límpida luz amarilla. No me lo podía creer. Me apresuré a ir a la ventana para comprobarlo, y efectivamente, allí estaba el sol. Ocupaba un lugar equivocado en el cielo, 

"¿Qué significa eso?" Edward preguntó. "El sol se puede ver en el mismo lugar en cualquier parte del mundo, tal vez los cambió de tamaño o algo así."

demasiado bajo, y no parecía tan cercano como de costumbre, pero era el sol, sin duda. Las nubes se congregaban en el horizonte, pero en el medio del cielo se veía una gran área azul. Me demoré en la ventana todo lo que pude, temerosa de que el azul del cielo volviera a desaparecer en cuanto me fuera.



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En el texto hay: amor, miserio

Editado: 28.08.2023

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