Leyendo crepúsculo

Los Cullen

Los Cullen Alice leyó con una sonrisa radiante." Creo que finalmente vamos a entrar en la historia”

Finalmente, me despertó la tenue luz de otro día nublado. Yacía con el brazo sobre los ojos, grogui y confusa. Algo, el atisbo de un sueño digno de recordar, pugnaba por abrirse paso en mi mente. Gemí y rodé sobre un costado esperando volver a dormirme. Y entonces lo acaecido el día anterior irrumpió en mi conciencia.

— ¡Oh!

Me senté tan deprisa que la cabeza me empezó a dar vueltas.

—Tu pelo parece un almiar, pero me gusta.

"No te burles de su cabello, Edward," Alice reprendió. "Tú no tiene modales."

La voz serena procedía de la mecedora de la esquina.

—¡Edward, te has quedado! —me regocijé y crucé el dormitorio para arrojarme irreflexivamente a su regazo. Me quedé helada, sorprendida por mi desenfrenado entusiasmo, en el instante en el que comprendí lo que había hecho. Alcé la vista, temerosa de haberme pasado de la raya, 

“Ya, en serio, deja de ser tan pesimista” le dijo Jasper ya que tenía que aguantar sus cambios de humor como propios a cada momento

pero él se reía.

—Por supuesto —contestó, sorprendido, pero complacido de mi reacción. Me frotó la espalda con las manos.

Recosté con cuidado la cabeza sobre su hombro, inspirando el olor de su piel.

—Estaba convencida de que era un sueño.

—No eres tan creativa —se mofó.

—¡Charlie! —exclamé.

Volví a saltar de forma irreflexiva en cuanto me acordé de él y me dirigí hacia la puerta.

—Se marchó hace una hora... Después de volver a conectar los cables de la batería de tu coche, debería añadir. He de admitir cierta decepción. ¿Es todo lo que se le ocurre para detenerte si estuvieras decidida a irte?

"No," respondió Edward a su propia pregunta.
"No creo que ella sepa cómo volver a colocar la batería al coche", dijo Rosalie.
"Eso es probablemente cierto, pero es demasiado testaruda como para que su falta de camión sea suficiente para para detenerla", dijo Edward.

Estuve reflexionando mientras me quedaba de pie, me moría de ganas de regresar junto a él, pero temí tener mal aliento.

—No sueles estar tan confundida por la mañana —advirtió.

Me tendió los brazos para que volviera. Una invitación casi irresistible.

—Necesito otro minuto humano —admití.

—Esperaré.

Me precipité hacia el baño sin reconocer mis emociones. No me conocía a mí misma, ni por dentro ni por fuera. El rostro del espejo, con los ojos demasiado brillantes y unas manchas rojizas de fiebre en los pómulos, era prácticamente el de una desconocida. Después de cepillarme los dientes, me esforcé por alisar la caótica maraña que era mi pelo. Me eché agua fría sobre el rostro e intenté respirar con normalidad sin éxito evidente. Regresé a mi cuarto casi a la carrera.

Parecía un milagro que siguiera ahí, esperándome con los brazos tendidos para mí. Extendió la mano y mi corazón palpitó con inseguridad.

—Bienvenida otra vez —musitó, tomándome en brazos.

Me meció en silencio durante unos momentos, hasta que me percaté de que se había cambiado de ropa y llevaba el pelo liso.

—¡Te has ido! —le acusé mientras tocaba el cuello de su camiseta nueva.

—Difícilmente podía salir con las ropas que entré. ¿Qué pensarían los vecinos?

"A quién le importa lo que piensan los vecinos, ¿cómo puedes dejarla Eddy?" Emmett dijo con indignación fingida.

Edward no le quedaba más que reírse.

Hice un mohín.

—Has dormido profundamente, no me he perdido nada —sus ojos centellearon—. Empezaste a hablar en sueños muy pronto.

Gemí.

—¿Qué oíste?

Los ojos dorados se suavizaron.

—Dijiste que me querías.

—Eso ya lo sabías —le recordé, hundí mi cabeza en su hombro.

"Pero en realidad nunca lo dijo en palabras", sonrió Edward, su rostro se había iluminado increíblemente cuando Alice leyó las palabras, y deseaba tanto poder escucharlas algún día.

—Da lo mismo, es agradable oírlo.

Oculté la cara contra su hombro.

—Te quiero —susurré.

—Ahora tú eres mi vida —se limitó a contestar.

"Edward, deberías haberle dicho que la querías también ", dijo Alice.
"Pero le dije más que solo eso," dijo Edward.
"Es cierto, pero tal vez ella quería oír las mismas palabras igual que tú", suspiró Alice.

No había nada más que decir por el momento. Nos mecimos de un lado a otro mientras se iba iluminando el dormitorio.

—Hora de desayunar —dijo al fin de manera informal para demostrar, estaba segura, que se acordaba de todas mis debilidades humanas.

Me protegí la garganta con ambas manos y lo miré fijamente con ojos abiertos de miedo. 

"Brillante", se rió Emmett mientras aplaudía.”Realmente adoro a esta chica, puede molestar a Eddy y el no se da cuenta!

El pánico cruzó por su rostro.

"Oh, vamos Eddy, aliviánate ... fue gracioso", continuó Emmett riéndose
"No fue divertido", Edward frunció el ceño.

—¡Era una broma! —me reí con disimulo—. ¡Y tú dijiste que no sabía actuar!

Frunció el ceño de disgusto.

—Eso no ha sido divertido.

—Lo ha sido, y lo sabes.

No obstante, estudié sus ojos dorados con cuidado para asegurarme de que me había perdonado. Al parecer, así era.



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En el texto hay: amor, miserio

Editado: 28.08.2023

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