“El ángel” leyó Emmett "Creo que eres tu", murmuró con una sonrisa de satisfacción, “por fin has llegado” y empezó a leer otra vez sin dejar de sonreír.
Mientras iba a la deriva, soñé.
En el lugar donde flotaba, debajo de las aguas negras, oí el sonido más feliz que mi mente podía conjurar, el más hermoso, el único que podía elevarme el espíritu y a la vez, el más espantoso. Era otro gruñido, un rugido salvaje y profundo, impregnado de la más terrible ira.
"Ella esta realmente soñando o está sucediendo?" Carlisle fue capaz de decir.
"Es probable que sea real y que por fin Edward haya llegado" dijo Jasper
"Espero que estés bien", masculló Esme.
El dolor agudo que traspasaba mi mano alzada me trajo de vuelta, casi hasta la superficie, pero no era un camino de regreso lo bastante amplio para que me permitiera abrir los ojos.
Entonces, supe que estaba muerta...
... porque oí la voz de un ángel pronunciando mi nombre a través del agua densa, llamándome al único cielo que yo anhelaba.
— ¡Oh no, Bella, no! —gritó la voz horrorizada del ángel.
"Angel", dijo Edward abatido, como si nunca hubiera oído una descripción peor de sí mismo, un angel no lastimaba a la persona que ama, porque si Bella estaba asi, solo era su culpa.
Se produjo un ruido, un terrible tumulto que me asustó detrás de aquel sonido anhelado. Un gruñido grave y despiadado, un sonido seco, espantoso y un lamento lleno de agonía, que repentinamente se quebró...
Jasper sonrio, esperaba tener algo que ver con la muerte de James en el libro, porque en esta realidad el mismo se encargaría de el.
"Bien," murmuró Edward, sabiendo que significaba que James estaba siendo destrozado y lo más probable que también quemado. Pero su satisfacción desapareció rápidamente dando paso a la desesperación de nuevo.
Yo en cambio decidí concentrarme en la voz del ángel.
— ¡Bella, por favor! ¡Bella, escúchame; por favor, por favor, Bella, por favor! —suplicaba.
Sí, quise responderle. Quería decirle algo, cualquier cosa, pero no encontraba los labios.
— ¡Carlisle! —Llamó el ángel con su voz perfecta cargada de angustia—. ¡Bella, Bella, no, oh, no, por favor, no, no!
El ángel empezó a sollozar sin lágrimas, roto de dolor.
El Edward de la sala parecía en las mismas condiciones, solo esperando a que la lectura dijera que Bella no sobreviviría a tamañas heridas.
Un ángel no debería llorar, eso no está bien. Intenté ponerme en contacto con él, decirle que todo iba a salir bien, pero las aguas eran tan profundas que me aprisionaban y no podía respirar.
Sentí un punto de dolor taladrarme la cabeza. Dolía mucho, pero entonces, mientras ese dolor irrumpía a través de la oscuridad para llegar hasta mí, acudieron otros mucho más fuertes. Grité mientras intentaba aspirar aire y emerger de golpe del estanque oscuro.
— ¡Bella! —gritó el ángel.
—Ha perdido algo de sangre, pero la herida no es muy profunda —explicaba una voz tranquila
"Eso es bueno, va a sobrevivir", suspiró Carlisle audiblemente, a pesar de que todavía estaba horrorizado por todo lo que estaba pasando.
Todos sonrieron, sin excepción a nadie, si Carlisle lo decía, era porque asi era.
—Echa una ojeada a su pierna, está rota.
El ángel reprimió en los labios un aullido de ira.
Sentí una punzada aguda en el costado. Aquel lugar no era el cielo, más bien no. Había demasiado dolor aquí para que lo fuera.
—Y me temo que también lo estén algunas costillas —continuó la voz serena de forma metódica.
Aquellos dolores agudos iban remitiendo. Sin embargo, apareció uno nuevo, una quemazón en la mano que anulaba a todos los demás.
Alguien me estaba quemando.
"NO", gritó Edward, el alivio que había sentido hace unos momentos fue completamente eclipsado por el dolor que sentía ahora.
"Va a estar bien, Edward," dijo Alice “Esto es lo mejor”
"No", repitió Edward, mirándola. Su mirada estaba enfurecida. "No voy a permitir que esto suceda."
"Lo siento", dijo Alice “Pero no cambiare de opinión”
—Edward —intenté decirle, pero mi voz sonaba pastosa y débil. Ni yo era capaz de entenderme.
—Bella, te vas a poner bien. ¿Puedes oírme, Bella? Te amo.
—Edward —lo intenté de nuevo, parecía que se me iba aclarando la voz.
—Sí, estoy aquí.
—Me duele —me quejé.
—Lo sé, Bella, lo sé —
"No, no lo se", sollozaba Edward.
“Tranquilo hijo” Esme trataba de consolarlo sin éxito.
entonces, a lo lejos, le escuché preguntar angustiado—. ¿No puedes hacer nada?
—Mi maletín, por favor... No respires, Alice, eso te ayudará —aseguró Carlisle.
“Es bueno saber que puedo estar con Bella en estos momentos” dijo Alice sonriendo.
— ¿Alice? —gemí.
—Está aquí, fue ella la que supo dónde podíamos encontrarte.
—Me duele la mano —intenté decirle.
—Lo sé, Bella, Carlisle te administrará algo que te calme el dolor.
— ¡Me arde la mano! —conseguí gritar, saliendo al fin de la oscuridad y pestañeando sin cesar.
No podía verle la cara porque una cálida oscuridad me empañaba los ojos. ¿Por qué no veían el fuego y lo apagaban?
Edward se congelo, el dolor parecía estar consumiéndolo por centro. Si sentía el fuego, no quedaba mucho tiempo para que inicie la conversión, pero… ¿no sería lo mejor que los dos estén en mismas condiciones? ¿No sería lo mejor que ella se convirtiera para pasar juntos en la eternidad? La indecisión hacía estragos en su interior, el quería que ella sea humana , pero también que se convirtiera, ¿Qué estaba bien y que mal?