“Punto muerto” leyó Edward.
Vi una deslumbrante luz nívea al abrir los ojos. Estaba en una habitación desconocida de paredes blancas. Unas persianas bajadas cubrían la pared que tenía al lado. Las luces brillantes que tenía encima de la cabeza me deslumbraban. Estaba recostada en una cama dura y desnivelada, una cama con barras. Las almohadas eran estrechas y llenas de bultos. Un molesto pitido sonaba desde algún lugar cercano. Esperaba que eso significara que seguía viva. La muerte no podía ser tan incómoda.
"Por supuesto que está viva, ella está en un hospital", dijo Carlisle.
Unos tubos traslúcidos se enroscaban alrededor de mis manos y debajo de la nariz tenía un objeto pegado al rostro. Alcé la mano para quitármelo.
—No lo hagas.
Unos dedos helados me atraparon la mano.
— ¿Edward?
Ladeé levemente la cabeza y me encontré con su rostro exquisito a escasos centímetros del mío. Reposaba el mentón sobre el extremo de mi almohada. Comprendí que seguía con vida, pero esta vez con gratitud y júbilo.
— ¡Ay, Edward! ¡Cuánto lo siento!
"Está bien", dijo Edward.
"No estaba bien hace una hora", dijo Alice.
"Yo sé que ella está bien ahora", Edward se encogió de hombros.
—Shhh... —me acalló—. Ahora todo está en orden.
— ¿Qué sucedió?
No conseguía recordarlo con claridad, y mi mente parecía resistirse cada vez que intentaba rememorarlo.
"Es sólo su mente tratando de protegerla de entrar en shock", dijo Carlisle.
"Así que, su mente va a funcionar bien por primera vez y tratara de ignorarlo", se rió Edward.
—Estuve a punto de llegar tarde. Pude no haber llegado a tiempo —susurró con voz atormentada.
— ¡Qué tonta fui! Creí que tenía a mi madre en su poder.
—Nos engañó a todos.
—Necesito telefonear a Charlie y a mamá —me percaté a pesar de la nube de confusión.
—Alice los ha llamado. Renée está aquí, bueno, en el hospital. Se acaba de marchar para comer algo.
"Ella debe haber estado inconsciente por un tiempo," dijo Edward.
"No debes haberte alejado de ella ni por un segundo", dijo sonriendo Esme.
"Sí, probablemente nos molestaste a todos con tu preocupación de porque Bella no despertaba", bromeó Alice, se sentía bien poder volver a burlarse de él.
— ¿Está aquí?
Intenté incorporarme, pero se agravó el mareo de mi cabeza. Las manos de Edward me empujaron suavemente hacia las almohadas.
—Va a volver enseguida —me prometió—, y tú necesitas permanecer en reposo.
—Pero ¿qué le has dicho? —me aterré. No quería que me calmaran. Mamá estaba allí y yo me estaba recobrando del ataque de un vampiro
"¿Cuántos seres humanos pueden decir eso?" Emmett se rió entre dientes y Edward lo miró sombríamente.
—¿Por qué le has dicho que me habían hospitalizado?
—Rodaste por dos tramos de escaleras antes de caer por una ventana —
“Eso fácilmente pudo haberle pasado", dijo Emmett, al mismo tiempo que Edward decía: ". Una excusa muy plausible"
Todos se rieron de eso.
hizo una pausa—. Has de admitir que pudo suceder.
Suspiré, y me dolió. Eché una ojeada por debajo de la sábana a la parte inferior de mi cuerpo, al enorme bulto que era mi pierna.
— ¿Cómo estoy?
—Tienes rotas una pierna y cuatro costillas, algunas contusiones en la cabeza y moraduras por todo el cuerpo y has perdido mucha sangre. Te han efectuado varias transfusiones. No me gusta, hizo que olieras bastante mal durante un tiempo.
"¿No es eso algo bueno?" Jasper le pregunto.
"Seguro me gusta su olor", dijo Edward sonriendo. "No podía ser el león masoquista sin ella."
—Eso debió de suponer un cambio agradable para ti.
—No, me gusta cómo hueles.
— ¿Cómo lo conseguiste? —pregunté en voz baja.
De inmediato, supo a qué me refería.
—No estoy seguro.
Rehuyó la mirada de mis ojos de asombro al tiempo que alzaba mi mano vendada y la sostenía gentilmente con la suya, teniendo mucho cuidado de no romper un cable que me conectaba a uno de los monitores.
Esperé pacientemente a que me contara lo demás.
Suspiró sin devolverme la mirada.
—Era imposible contenerse —susurró
"¿Cómo puede ser imposible si tu lo lograste?" Preguntó Emmett.
"No me pidas que lo explique... ni yo lo se", se rió Edward.
—imposible. Pero lo hice —al fin, alzó la mirada y esbozó una media sonrisa—. Debe de ser que te quiero.
— ¿No tengo un sabor tan bueno como mi olor?
Le devolví la sonrisa y me dolió toda la cara.
"Ni siquiera puede sonreír", dijo Edward, y su buen humor parecía evaporarse por completo.
—Mejor aún, mejor de lo que imaginaba.
"Genial", dijo Edward, totalmente deprimido nuevamente.
—Lo siento —me disculpé.
"Oh Bella," Edward volvió a reír.
"Oh, nuestro vampiro alegre ha vuelto", bromeó Jasper.
"Ella está pidiendo disculpas por tener buen sabor", se rió Emmett.
Miró al techo.
—Tienes mucho por lo que disculparte.
— ¿Por qué debería disculparme?
—Por estar a punto de apartarte de mí para siempre.
—Lo siento —pedí perdón otra vez.
—Sé por qué lo hiciste —su voz resultaba reconfortante—. Sigue siendo una locura, por supuesto. Deberías haberme esperado, deberías habérmelo dicho.