—No te burles, yo sé que también te derrites por alguien que parece inalcanzable.
—Pero al menos ella me corresponde.
— ¿Se supone que eso debe doler? ¿Y qué me dices, lobo, ella realmente te corresponde?
Conversación entre Derek Miller y Sean Wells.
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La sorpresa en su bello rostro era algo agradable de ver, pero Derek tuvo que frenar al impulso que hizo latir su corazón como loco, le estaba costando cada vez más desde que comenzaron a llegarle los permisos de cortejo de varios lobos solteros.
Nervios de acero, era todo lo que necesitaba para detener al animal que deseaba marcarla para hacerles saber a los demás que ella no estaba disponible.
— ¿Estás seguro de que es el momento indicado?
Ella no sabía cuánto le afectaba el solo sonido de su voz, y no debía saberlo, por el bien de ambos.
—Madeleine no puede vivir encerrada en casa, tiene que salir, recuperar su vida.
Ella era fragilidad pura, no tardó en ganarse a su lobo con unas miradas, eso y su carácter dulce y sumiso que llamaban al instinto protector. Derek quería darle todo para verla sonreír, no se separaría de ella, era deber de hermano aunque fuera menor que ella. Además de que estaba de buen humor, por fin podría saber lo que se sentía tener hermanos.
—De acuerdo, pero debes estar preparado, los ancianos darán pelea.
Derek le miró a los ojos, perdiéndose en la inmensidad oscura de la loba que le atraía de una forma en la que ya no podía detenerse. Jeanine inhaló, capturó el movimiento de sus labios. Esto era difícil. Escasos centímetros les separaban, y todo lo que le detenía era la prudencia que luchaba contra el instinto.
—Jeanine —dijo saboreando ese nombre en sus labios, tan único y perfecto que quería marcarlo en su alma—. Ya he aprendido a lidiar con eso.
Una pequeña sonrisa, demoledora en su misma esencia.
—Y también aprendimos a no confiarnos demasiado. —Su tono formal le molestó, ella estaba demasiado inmersa en su papel siendo su consejera, mano derecha, lugarteniente. Todo menos lo que él realmente quería—. Solo, ve con cuidado.
Derek le respondió con otra sonrisa, se sentía tan bien cuando estaba con ella, sin nadie observando, nada que esconder de la mirada pública, él realmente podía actuar de la forma en que quisiera, ella jamás le juzgaría.
— ¿Eso es todo?
Había un deje de suspiro en esa pregunta, Derek lo consideró, ¿debía decirle? El lobo rechazó ese pensamiento, pero el que mandaba era el hombre no el animal, así había sido desde siempre, esa fue la diferencia tajante entre Derek y los anteriores, él doblegaba al instinto sin perderlo por completo, era lo que le permitía ver más allá, no ceder ante el poder, volverse incorruptible en favor de ofrecerles una vida mejor a cada uno de sus protegidos, aunque él agonizara en silencio y lentamente.
—Tengo que decirlo, me han llegado varias peticiones de cortejo que tienen tu nombre como objetivo.
Jeanine alzó una ceja y luego, simplemente, se tomó el puente de la nariz.
—Los lobos y su formalismo —masculló, pero tenía un borde divertido en sus labios, ella quería reír—. ¿Por qué han hecho tanto trabajo?
—No lo sé, ¿quizá porque saben que crecimos juntos, y que por lo tanto si rompen tu corazón yo romperé cada uno de sus huesos?
«Su corazón es nuestro» Derek calló la voz que le susurraba cosas prohibidas en su mente, alegando que este era el momento necesario, por fin los pretendientes se estaban animando a cortejarla, pronto hallaría una pareja digna con la cual ser feliz. «Nadie es digno de ella»
— ¿Quiénes son?
Derek negó.
—Sabes que no puedo, confidencialidad ante todo. —Sonrió, estaba roto—. Pero ya los verás rondando cerca.
Ella bufó aparentando molestia, pero por el brillo de sus ojos Derek pudo ver que estaba emocionada. No tendría que haber dolido tanto, él ya había pensado una y mil veces sobre esto, la posibilidad de verla irse lejos con otro que le diera lo que él no podía, pero ahora mientras reconocía la anticipación emanando de ella, golpeándole tan duro que le destrozaría de nuevo su ya fragmentado corazón, quemaba, porque veía a Jeanine lista y decidida, disponible para darle una oportunidad a un hombre que no sería él.
—Pronto tendré el honor de oficiar tu Ceremonia —dijo, su corazón se estrujó de solo pensarlo.
Ella volvió a sonreír, calentando su sangre.
—Una cosa a la vez Derek.
No dejó que ella percibiera su dolor hasta que la despidió, y ella le dejó solo con su esencia y el lobo angustiado. Solo en ese momento Derek se permitió derrumbarse en la silla giratoria de su escritorio, restregó los dedos por su cara y miró al techo, preguntándose cuánto más podría aguantar, ser alfa no era tan difícil como estar enamorado y no ser correspondido, ver como la mujer que amaba con su alma seguía su vida, sonreírle a pesar de estar muriendo por dentro, ¿cuánto más podría tolerar?
Alguien llamó a la puerta, Derek desplazó los pensamientos y la angustia lejos, respiró profundo preparando la fachada de alfa que ocultaba todo y les hacía creer que él estaba en perfectas condiciones.
—Adelante.
Seth Meyer ingresó, al detenerse a dos pasos del escritorio se inclinó con respeto, Derek asintió aceptándolo, el rastreador levantó la mirada. Cuando vio la cicatriz que le cruzaba el lado izquierdo del rostro, sintió pena, apenas un mes atrás fue secuestrado por dos cambiantes lobo, uno de ellos era Adrien Renan quien lo sometió a tortura cortándole con un cuchillo de acero bañado en Amonium caliente para dejar marcas en la piel, su pareja, Reed Dickson, lo encontró tarde, ya había sido herido y sin embargo lo salvó. Ahora ambos estaban juntos y el rastreador se recuperaba de las secuelas.
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Editado: 18.08.2019