—Los investigadores de Lébedevich estaban desarrollando un prototipo de vacuna al momento del incendio.
— ¿Queda algún registro útil de eso?
—Lamentablemente, señor Miller, todo lo físico se consumió y solo la mitad de los informes pudieron salvarse. Estamos en cero.
Conversación entre el Dr. Casstien y Derek Miller.
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Derek abrió el contenedor de metal, su estómago gruñía de hambre, afuera corría un viento fuerte que movía las pocas hojas que quedaban pegadas a los árboles. Sería otro mediodía más sino fuera por dos asuntos importantes; primero debía reunirse con los gatos, y segundo... Los sueños habían regresado como nunca antes y el lobo no se encontraba en las mejores condiciones.
A pesar del hambre, la ensalada de lechuga y papas cocidas le supo a nada, pero al menos le serviría por unas cuantas horas hasta que tuviera el tiempo suficiente de devorar otra ración. Arrojando el contenedor cerrado en el asiento trasero de la camioneta, se limpió las manos y la boca, encendió el motor junto con la calefacción y emprendió el largo viaje al sur, hacia la ciudad de Woodstone City.
Tenía curiosidad por ver al alfa de los pumas White Claws, sobre todo por el hecho de que tenían información nueva y él quería apropiarse de ella cuanto antes. El silencio dentro del vehículo se hizo pesado, su animal merodeaba molesto, inquieto, repitiendo de manera constante algo que no tenía modo de solucionar, algo a lo que no debía darle importancia, sin embargo, como el animal no entendía de razones lo único que quería era acabar con la competencia. Derek respiró, aferrándose al volante, exhaló el aire manteniendo el control sobre su otra mitad, Jeanine no le pertenecía, eso debía entenderlo de una maldita vez o tendría que ser más firme sobre esa parte integral que era la otra parte de su cuerpo, mente y alma, ella tenía todo el derecho de buscar una pareja y formar una familia, ella no era más que su lugarteniente y él su alfa, alguna vez en el pasado fueron amigos cercanos pero eso..., era tiempo lejano, el presente dictaba otra cosa y por más que doliese, hombre y lobo, debían amoldarse a la situación, sonreír, saludar y esperar lo mejor para ellos.
Claro que, pensarlo era mil veces más sencillo que hacerlo, el alfa en su interior era fuerte, tenaz como la peor bestia imaginable, Derek no habría esperado menos, por el castigo que llevaban durante tanto tiempo ambos ya deberían estar muertos, sin embargo, seguían respirando a fuerza de voluntad, porque tenían asuntos que resolver en este mundo. Uno de ellos era hallar la cura para esa maldita enfermedad antes de que alcance a sus protegidos.
—Si logramos eso, podemos morir en paz —se dijo.
Aunque, el animal tenía otro objetivo en su lista de tareas, que adoptaba la forma de una mujer de piel apenas dorada y largo cabello plateado, ojos oscuros que ocultaban un fuego protector que juraba que ardía por él...
— ¡Suficiente! —Gruñó.
Parecía un loco hablando consigo mismo en la camioneta, prefirió distraerse con algo de música el resto del camino, los problemas personales no eran prioridad, para un alfa Moon Fighter, lo primero siempre era el clan.
La oficina central de los gatos era mucho más modesta que Wired Tech, una constructora ubicada en el corazón de la ciudad, y que constaba en un edificio de cinco pisos todo hecho de vidrio y metal. Derek estacionó a unas cuantas manzanas como siempre, notó los guardianes ubicados de forma estratégica, andar en territorio de pumas siempre supuso una incomodidad para el depredador, porque ya no tenía el poder aquí, Derek no era ni el alfa ni el dueño, así que debía cuidar sus pasos.
Al ingresar, se presentó ante el joven en la recepción quien le dijo que debía esperar diez minutos hasta que el jefe se desocupara. Pasado el tiempo, el humano le llamó informándole que ya podía subir a la oficina de Sean Wells.
No era más amplia que la oficina mayor de su Centro comunitario, pero sí más luminosa, decorada con hileras de una planta similar a una enredadera que trepaba por la pared de la entrada, haciendo que el entorno se viera natural, el escritorio negro, ordenado y brillante, los azulejos de un nítido color verde musgo, todo era limpieza, orden, control, el lugar marcaba la presencia de un gato especial.
Un tipo que tenía el don de la paciencia.
Una clase de felino que supo mover sus cartas en el momento preciso, Sean Wells, era un alfa peculiar, su tamaño así como su temperamento relajado lo enmarcaban por fuera de los estándares de los cambiantes que lideraban clanes. Era un tipo compacto, fuerte, de cabello castaño oscuro, y una paciencia de tamaños astronómicos.
Sean Wells inclinó la cabeza en un saludo formal que Derek correspondió, y solo cuando el puma le indicó, avanzó hasta el escritorio con la mirada en lo alto, puede que ya no fuera el dueño pero seguía siendo un alfa. A la derecha de Sean estaba su lugarteniente, Luke Mckane, un tipo al que conocía bien, lo recordaba por el drástico incidente que sufrió su pareja vincular meses antes de que su padre falleciera. La deuda que sus lobos habían iniciado estaba ya saldada, el puma frente a él había cobrado su venganza, no obstante, a Derek todavía se le venía a la mente la traición de Buck y Walter Dawson.
Ellos dos capturaron a Luke y su actual compañera Kaylee, planearon una emboscada para matar a Derek, Sean y Aria Ashburn, un violento incidente que se cobró la vida de varios de sus lobos, entre ellos su mejor amigo Elijah. Recordar volvía a despertar su furia, los culpables fueron expulsados del clan, y aunque todos repudiaron su castigo asegurando que merecían la muerte, Derek no..., no supo si eso era lo correcto.
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Editado: 18.08.2019