Libérame

Capítulo 17

 


—La información es poder, las personas creen que el dinero es poder pero ciertamente, están equivocados.

— ¿Realmente puedo confiar en ti?

—El corazón de Seth está aquí, dividido en todos sus compañeros de clan, dime, ¿crees que me atrevería a hacerle otra cosa a ellos sabiendo que eso lo lastimaría?

 

 

 

Conversación entre Derek Miller y Reed Dickson, una semana después del secuestro.

 

 

☆゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★

 

 

—Debo hacer algo contigo.

Reed levantó la mirada, ojos oscuros de una tonalidad que casi alcanzaba el café, le observaron con minucioso detalle, todavía no entendía qué era lo que mantenía a Seth firmemente anclado a esta mujer humana, pero Derek no debía juzgar los gustos de sus protegidos, mucho menos de uno que estuvo al borde de enloquecer.

Puede que Seth nunca se diera cuenta de su inestabilidad animal, pero Derek lo anticipó a través del vínculo de sangre que lo unía a su líder de rastreadores. Tal vez, la llegada de Reed Dickson detuvo la inestabilidad, pero de ahí a tener plena confianza en ella... Eso llevaba tiempo.

—Todos me odian aquí —dijo en tono plano.

Ella actuaba diferente a cualquier otro humano, no se doblegaba ni aunque Derek tuviera el lobo a escasos centímetros de traspasar sus ojos. Reed no era como Eleine, dulce pero con carácter, Reed tenía autoridad enfrascada en la más absoluta seriedad, a veces distante, sin embargo, en presencia de ciertas personas se transformaba en una mujer alegre y vivaz... Por supuesto, Derek no entraba en ese grupo, y no le importaba para nada, lo único que quería era que los rumores que rondaban sobre ella se terminaran de una vez por todas.

— ¿Creíste que con solo salvar a Seth arreglarías tus errores? —Derek alzó una ceja, llevó su espalda hacia atrás sin dejar de mirarla y se reclinó sobre el borde del escritorio. Cruzándose de brazos le miró a los ojos, suspiró, no ganaría nada recriminándole todo lo que hizo—. No puedo tenerte en el territorio sin nada que hacer.

De reojo miró la hora en el reloj, debí terminar con esto o comenzarían a armar historias tontas, últimamente cada uno de los ancianos estaban esperando el siguiente desliz de su parte. Aunque eso solo eran falsas perspectivas, todas las decisiones que tomaba estaban bien justificadas.

— ¿Qué es lo que quieres de mí? —Cuestionó Reed con un tono exigente. Ella sopló un mechón de rizado cabello castaño que se escapó de su ordenado peinado, cayendo por su frente.

El lobo apreció la fortaleza de mujer que tenía en frente, pero comparada con Jeanine, Reed tan solo era una humana. Gruñó bajo, imperceptible, debía concentrarse o comenzaría a divagar.

—Vladimir Lébedevich necesita un ayudante que coordine y supervise el equipo de investigadores que trabaja en mi laboratorio. Creo que sería bueno para ti terminar con tus vacaciones y darte algo para hacer, regresarías a tu entorno favorable y estarías contribuyendo al clan.

Los ojos de Reed se redondearon, con un brillo de anhelo fácilmente distinguible, Derek capturó las esencias mezcladas, signo innegable del vínculo que todavía existía entre ella y Seth.

—Me gustaría eso.

Una trémula sonrisa se le escapó, y solo ahí pudo darse cuenta de la fragilidad humana inherente que existía en su interior y ella se esforzaba mucho por ocultar. Reed alegaba que estando entre cambiantes poderosos ella debía mantenerse a la par, de lo contrario la dominarían.

Era un buen argumento, pero sus lobos no eran racistas mucho menos prepotentes y agresivos hacia todos los seres humanos, solo mostraban los colmillos a aquellos que se atrevían a lastimarlos, o adueñarse de lo que por derecho era suyo.

Derek confiaba en que eso siguiera siendo real.

—Bien, hablaré con Seth para coordinar los horarios, pronto volveré a llamarte.

—De acuerdo, ¿eso es todo lo que querías?

Derek asintió.

—Puedes retirarte.

Reed abandonó la oficina, y el silencio retornó mientras Derek rodeaba el escritorio de nuevo. Algo en su interior cambió de forma repentina, el dolor vino tan puro y lacerante acompañado por el pulso acelerado, apoyando ambas palmas sobre la superficie, tomó aire, sus oídos retumbaban los demás sentidos se aletargaron durante varios segundos, el pulso se sintió vibrar en los tímpanos. Inhaló todo el aire que pudo, sabiendo que este malestar pasaría.

Pero estaba ocurriendo con mayor frecuencia, y eso era preocupante. El tiempo se le acababa.

Cerrando los ojos con fuerza, Derek se llevó una mano al pecho que se comprimió por la punzada de dolor que le atravesó de forma implacable, esperó, y esperó, hasta que la respiración volvió a contener aire fresco y sus sentidos regresaron a la normalidad. Era una sensación horrible, la más pura vulnerabilidad apareciendo en cualquier momento para recordarle que su tiempo se estaba acabando.

Eso no le importaba demasiado, la muerte era algo inevitable y que había aceptado que le llegaría más pronto que a los demás. Solo tenía un inconveniente al respecto: la enfermedad L, Derek no podía irse hasta hallar una cura para cada uno de sus protegidos.

Ese era el motivo fundamental por el que ambos, lobo y humano, seguían respirando, ese, además de ella...

Tomando una bocanada de aire, Derek se compuso, ubicándose en tiempo y espacio comprobando que estaba cuerdo, se alejó del escritorio, del mueble ornamental ubicado en una esquina sacó una pequeña botella de licor fuerte, bebió un vaso y regresó todo a su lugar. Vio su reflejo en el vidrio de la puerta, los ojos le arrojaron una imagen débil, deprimente y derrotada, un lobo al borde del colapso.

Gruñó bajo. Sintiéndose patético se dirigió a las puertas, el ambiente en el Centro Comunitario era cálido, amigable, rebosante de agradables emociones que fluctuaban en el aire y lo envolvían, trayéndolo de nuevo a sus propósitos, a su deber, por estos lobos inquietos y feroces él lo daría todo.




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