Libérame

Capítulo 27

 


—¿Por qué cambiaste de esta manera? Tú no eres así.

—Me quitaron el propósito de mi vida, y quiero recuperarlo, ¿vas a ayudarme o no?

 

 

 

 

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Capítulo dedicado a Flor Hernandez 😊

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Alguien lo movió, despertándole, Derek poco a poco fue despejando su visión de las oscuras brumas que difuminaban el horizonte. Estaba en un vehículo, lo sabía por los vidrios trazados por gotas de agua que caían sin cesar. Una luz parpadeante de color blanca y naranja brillaba por encima, por el efecto del agua no podía comprender que estaba tratando de anunciar. Era un letrero.

Tenía en su boca un sabor dulce. Chocolate, eso avivó sus sentidos.

Sus ojos estaban divagando entre las gotas de agua hasta que volvió a sentir que lo movían, entonces capturó un par de ojos oscuros, madreselva y tierra húmeda se enredaban con el fresco olor del agua, difuminando la esencia hasta tornarla una sola.

—Jeannie...

—Ayúdame, ¿quieres?

Sentía el cuerpo lánguido, cansado, salir de la camioneta fue un martirio que solo se amplificó al notar todo lo que debía caminar. Escaleras, altas, hechas de hierro que apestaba a óxido. Estaban en un hotel, Night Soft se anunciaba en las luces de neón a gran altura, al frente el edificio de dos plantas que tenía forma de L, ocho puertas, dieciséis habitaciones.

—Espera —dijo, Jeanine le pasó su hombro por encima de sus hombros, rodeado la espalda de Derek para servirle como apoyo—. ¿No deberíamos rentar..., no deberíamos estar en casa?

Era absolutamente imprudente compartir una habitación, la razón luchaba contra el deseo profundo que rasgaba las paredes de su mente. Cientos de kilómetros lo separaban de los sentidos agudos de sus lobos, de las ansiosas miradas de reproche de Elías Fergusson esperando una equivocación, aquí, en medio de territorio ajeno él solo era otro lobo más.

—Avanza Derek —Jeanine ordenó.

El frío le quitaba toda capacidad de sentir la cercanía de Jeanine contra su cuerpo.

—No es seguro.

—Avanza.

—No deberías estar tan cerca de mí.

Garras pincharon, no lo suficiente como para atravesar la ropa pero sí para sentirlas en sus costillas.

—Por una vez en tu vida, obedece a tu lugarteniente.

Su voz se oyó cruda, distante, la orden venía de la loba que quería arrastrarlo a un lugar protegido. Derek caminó, la lluvia hizo de su ropa una cubierta pesada que ralentizaba sus movimientos y la debilidad que dejaba su cuerpo sin energías lo convertía en un ser inútil e insignificante. De reojo vio que ella cargaba dos bolsos mientras le ayudaba a caminar, Derek tragó la amargura en su garganta, apretando los labios con fuerza al saber que estaba en su peor momento, débil y necesitado de ayuda, y Jeanine cargando con él como si fuera un lastre... Patético, y se suponía que él era el lobo grande y malo... El dolor se hizo más agudo, Derek se enfocó en otra cosa para distraerse, como el hombre pelirrojo que le parecía conocido de algún lado... Algo hizo clic. Tomó el aire que le escaseaba en los pulmones... Solo para sentir al lobo llenarse del delicioso aroma a Madreselva... 

Ordenó sus pensamientos. 

—Conrad Burton... 

— ¿Qué? 

—Conrad..., es el tipo al que Seth buscaba cuando desapareció. 

—Estás alucinando, ese hombre fue dado por muerto por todo su clan. 

—Yulian y Emmy todavía creen que está vivo. 

Jeanine se detuvo. 

—Pero hablaba francés... 

Derek negó. 

—El lenguaje es franco-canadiense, y estamos cerca de la frontera con Canadá, el único clan cercano en esa dirección es..., los Thunder Claws. 

Arrastró los pies, la respiración dolió. 

—Hazel tenía un dije con forma de rayo atravesado por garras, ¿crees que ella es un lince Thunder Claw? 

—Es lo más probable. 

Jeanine insistió en que siguiera avanzando. Derek echó un triste suspiro al aire. 

—Es increíble que la vida surja después de la muerte. 

El semblante de la mujer se entristeció ligeramente también, Derek capturó su mirada. 

—Sigue, tengo más chocolate para ti, te los daré cuando estemos fuera de la lluvia.

Esa promesa era...

— ¿Cuartos separados?

Ella rió bajo. Ironía, podía sentirla.

— ¿Crees que te dejaría solo en este estado y en un sitio ajeno? —Ella negó—. Me sorprende lo poco que me conoces.

Deteniéndose a la mitad de las escaleras, Derek le miró a los ojos.

—Conozco cada parte de ti —aseguró—. Lo que me preocupa es...

Ella tuvo que humedecer sus labios, eso no le ayudó mucho. Derek contuvo el aliento. 

—Falta poco —ella dijo, evadiendo el contacto. 

Con gran esfuerzo movió su pesado cuerpo hacia la segunda planta de habitaciones, en la octava puerta Jeanine introdujo la llave.

—Me dejaste inconsciente en la camioneta —argumentó.

Por alguna razón eso no le agradó al lobo.

—Oh, ¿querías que te llevara a rastras a pagar un cuarto? —Jeanine le miró, una sonrisa burlona asomaba en su precioso rostro de piel canela, ante su falta de palabra abrió la puerta, y entró primero.

Era un solitario y pequeño espacio, le recordaba a su cabaña alejada de todo, aislada, carente de un verdadero toque humano. Una cama de edredones grises se encontraba del otro lado frente a la entrada, a la izquierda una puerta entre abierta dejaba ver parte del baño, junto a ella se situaba un sillón doble color carmín, la única marca de color que contrastaba con el blanco desteñido. Luces pálidas en el techo, mesas de noche deterioradas.




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